jueves, mayo 06, 2010

Ricardo Monreal Avila : Las razones y motivos del PT

Las razones y motivos del PT

Ricardo Monreal Avila


El Partido del Trabajo (PT) ha estado envuelto en los últimos días en un debate intenso por su decisión de no ir en alianza en aquellos estados donde la izquierda ha conformado alianzas con el PAN. La excepción que confirma la regla es Oaxaca, donde no se retira de la alianza pero tampoco participará activamente. Esta decisión del PT requiere una explicación antes que una descalificación. Es importante resumir las principales razones que motivaron a su dirigencia y órganos de gobierno a tomar esta decisión, después de varias semanas de un intenso debate político.

1) Alianzas para fortalecer a la izquierda, no para desdibujarla: La izquierda partidista mexicana atraviesa por una crisis de representación, caracterizada por una contracción en su votación, una pérdida significativa de gobiernos locales y una disminución en su presencia legislativa. En este contexto, las alianzas se vuelven fundamentales para volver a crecer, siempre y cuando sean coaliciones con organizaciones ideológica y políticamente compatibles, como el PRD y Convergencia, ya que en cualquier otro escenario se potencia el riesgo de ser subsumidas, absorbidas o desdibujadas por los partidos dominantes de derecha. Aliarse con el PRI o el PAN, implicaría dejar sin opción partidaria a los ciudadanos simpatizantes con la izquierda electoral y, de paso, acelerar el proceso de instauración de un bipartidismo de facto que es el sistema de concentración de poder que más promueve la derecha conservadora mexicana, en detrimento de un pluralismo político progresista, que es la opción donde más pueden crecer y desarrollarse la izquierda mexicana y las nuevas expresiones políticas.
2) Experiencias decepcionantes: Antes del 2010, en las últimas dos décadas, el PAN y el PRD hicieron alianzas electorales en 10 estados de la República. De esa decena de alianzas, se perdieron siete y prosperaron únicamente tres (Nayarit 1999, Chiapas 2000 y Yucatán 2001). Es decir, la integración de una “megalianza” opositora no es por sí misma garantía de éxito electoral en los estados, mucho menos de que los candidatos que logren ganar representen las aspiraciones, demandas y programas de gobierno de la izquierda aliada, como lo demostró la posterior relación accidentada y conflictiva que tuvieron estos gobiernos con sus “compañeros de viaje”. En cada uno de estos casos, la izquierda fue puntualmente usada, marginada y desechada. Su papel “histórico” quedó reducido a mozo de estribo o ujier político. Desafortunadamente, esta percepción se repite en estos días, ya que diversos sondeos de opinión revelan que 8 de cada 10 ciudadanos que están enterados de las alianzas piensan que “el PAN las está encabezando, con apoyo del gobierno”, mientras que la izquierda está reducida a un papel de “acompañamiento”. A esta percepción extendida ha contribuido el hecho de que en la mayoría de los estados donde se han conformado estas “megalianzas” la fuente emisora de información y declaraciones ha sido el PAN, no el PRD o Convergencia, en una proporción de 6 a 1. Es decir, por cada siete notas informativas sobre alianzas, seis corresponden a declaraciones y eventos del PAN y sólo una a eventos o conferencias de prensa de los dirigentes locales del PRD y Convergencia.
3) Agotamiento del discurso de la alternancia: Desafortunadamente el discurso de “sacar al PRI a patadas de palacio de gobierno”, que hace 10 años catapultó la primera alternancia presidencial de nuestra historia, hoy ya no mueve ni a los unos ni a los otros. La falta de resultados sustantivos en el plano económico, político y social de la llamada “transición democrática” esterilizó este discurso electoral. Hoy la ciudadanía quiere “megalianzas” para sacar a patadas al desempleo, a la inseguridad y a la corrupción que afecta a sus familias y al país, no a un partido o grupo político en particular, llámese PRI, PAN o PRD. Haber proyectado desde el inicio estas alianzas en sentido negativo y pragmático (en contra de un partido) y no haber promovido el objetivo positivo y aspiracional de las mismas (el beneficio económico y social de la gente) mermó su potencial de competencia y cambio político.

4) Alianzas pragmáticas, no programáticas: El interés coyuntural de “sacar al PRI” ha pesado más que el interés estructural de presentar un programa alternativo de cambio en las condiciones de pobreza, desempleo e inseguridad que padecen los ciudadanos en los estados. No hay garantía alguna de que estas alianzas opositoras, en caso de salir triunfantes, se comprometan con la ciudadanía a algo más que el cambio de siglas en el gobierno. A estas coaliciones les sobra pragmatismo y les falta programa. Es necesario que dejen claramente establecido ante la ciudadanía a qué reformas, cambios y alcances se comprometen el PAN y la izquierda en caso de obtener la victoria. En especial, es importante que la izquierda establezca un programa mínimo de gobierno exigible a los candidatos en los estados donde puedan ganar los aliancistas. De otra forma, será muy difícil que una ciudadanía alerta, informada y crítica en los estados les brinde su voto.
5) Trabajar para la izquierda; no para el PRI ni para el PAN: Argumentar que el PT “le está haciendo el trabajo sucio al PRI” por no sumarse a las actuales alianzas opositoras, tiene el mismo peso y fundamento que el argumento contrario: “la izquierda le está haciendo el trabajo sucio al gobierno, al sumarse al PAN”. Con estas acusaciones mutuas no se saldrá del atolladero. El posicionamiento debe ser otro muy distinto: en medio de la crisis de representación más severa de su historia, la izquierda debe trabajar estratégica y tácticamente para la izquierda, para sí misma; es decir, conservar e impulsar un polo claramente diferenciado y alterno a la derecha dominante representada en el PRI y en el PAN. Que esta opción sume por el momento 3, 5, 7, 9 o más porcentaje del electorado, siempre será mejor que obtener cero porciento o la pérdida de identidad. Es decir, el dilema del PT y de la izquierda no es de índole cuantitativa, sino cualitativa. Desdibujarse en una alianza con el PAN o subsumirse en una coalición con el PRI, ninguna de las dos son opciones para salir de esta crisis de representación coyuntural de la izquierda y, sobre todo, de crisis estructural del país. En ocasiones, más vale escalar la cuesta solo, que mal aliado.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx

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