lunes, mayo 17, 2010

María Teresa Jardí : Y además se va a ir al Infierno

Y además se va a ir al Infierno

María Teresa Jardí


Ajuste de cuentas entre narcos “el levantón” del “jefe Diego”, suponiendo que no sea un complot panista de cara a las elecciones en las que, como salta a la vista, el PAN lo único que va a acumular son pérdidas, incluso en el supuesto de que haya sido “levantado”. Tampoco se vale que en su caso sea “secuestro” y en el de miles de mexicanos se encubra el hecho, para dejarlo impune, diciendo que fueron “levantados”. O “levantado” Fernández de Cevallos o secuestrado el resto.
Indignante postura, la del usurpador Calderón, indignante para el pueblo mexicano, la de retrasar el viaje: “para ponerse a las órdenes de la familia”. Inaceptable, dado que lo mismo se esperaría que hiciera por elemental decencia en el caso de cada “levantado”. Incoherente postura, toda vez que no lo hizo, el usurpador, con los familiares de los niños calcinados en la guardería, con la que hacía negocio la prima de su mujer, hasta que se incendiara. Buscando ya, vía Gómez Mont, al chivo expiatorio a modo, para zafar a la integrante de su familia política. Tan útil Gómez Mont, para esas cosas.
Porque como secretario de Gobernación, nada de nada. Inadmisible el atraso de la salida del país, dejando a México convulsionado, para “ordenar” lo que la ley ordena a las instancias correspondientes hacer en todos los casos. Absurda y poco inteligente postura, cuando al pueblo se agravia no levantando ya ni siquiera un acta circunstanciada en el caso de los, muchos miles, de ejecutados y secuestrados y desparecidos que en la conciencia, negra, carga Calderón y con los que se ha convertido a México en un país tinto en la sangre de sus hijos.
Capaz de todo, Fernández, en el Infierno tiene guardado un sitio, incluso, por aquello de que: “no se casaba por el civil porque sólo la boda eclesiástica valía”. Boda eclesiástica con la que a los mandatos del poder civil abofeteaba como el antecedente que contra el Estado laico se cernía desde que Salinas, con las reformas un poder inaudito, les concediera a las iglesias. “La Ardilla de Los Pinos” convenciendo, al tecnócrata, de reformar la Constitución para dar más poder a una Iglesia: la católica, hecha a la medida de Prigione, el protector de Maciel, quien seguramente también era gran amigo de Fernández, como deben serlo, sin duda, Norberto Rivera, Onésimo Cépeda y Juan Sandoval, por nombrar sólo a lo más “granado” de la Iglesia católica mexicana.
Boda “para toda la vida, porque lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, era lo que iba pregonando Fernández de Cevallos como el aspaviento distractivo de aquello que sabe bien Fernández, que es el dios único de las familias mafiosas, que a la mexicana componen la clase política: el dinero. El dinero sin importar que llegue: “haiga sido, como haiga sido”. Tan panistas que son los panistas y más aún cuando, además, son fascistas.
Boda “para toda la vida”, hasta que conseguidas las reformas hechas por Salinas, se le cruzó una mujer más joven que de la mucha lana de ex candidato presidencial, abusador del poder, debió quedar prendada. Y, claro, en el olvido quedó, lo que decía, el católico asesor de Salinas, en el tema de las reformas que lo que buscaban era dar más poder a las iglesias, del que, de suyo, aunque arrinconadas por la ley, ya disfrutaban. Lo que igual a la hora de la muerte si existe un más allá, luego del patético acá que aquí vivimos, en buena medida merced a impunes personajes como Fernández de Cevallos, le va a ser recordado en el lugar que en el infierno le espera a Fernández, si el Infierno existe y si no, es probable que lo inaugure el panismo usurpador a la mexicana.
Suponiendo que no sea un complot. Y aunque se les salga de las manos y muerto acabe el impresentable sujeto, no dejan de saltar de entrada muchas cosas raras. Como el hecho de que solo, sin un chofer siquiera como acompañante, con las cosas como están en México, convertida la inseguridad en única certeza, no deja de llamar la atención, que fuera Fernández, por la noche, solo, a uno de sus “ranchitos”, donde tiene a un único empleado, lo que suena a lugar de citas con aquellos que, en México, propician el dinero a manos llenas a las mafias políticas.

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