Alejandro Encinas Rodríguez
Oro negro por cuentas de vidrio
25 de mayo de 2010
Atento a las lisonjas de los propietarios de los principales consorcios españoles, Felipe Calderón recibió de las manos del Presidente español –un activo socialista promotor del libre mercado–, el reconocimiento al “Desarrollo Económico y la Cohesión Social”.
Poco importó la falta de previsión ante la crisis hipotecaria en Estados Unidos que anunciaba colapso financiero, el catarrito oficial convertido en pulmonía. Tampoco importó la critica de premios Nóbel al manejo de la crisis –deberían estudiar y conocer México, se les descalificaba–, menos la ruptura del tejido social: 3 millones de empleos perdidos; 5 millones de mexicanos que ensanchan la pobreza; la inmoral concentración del ingreso en 30 familias y 23 mil ejecutados en un país envuelto en la zozobra.
Lo que importa es que las empresas españolas participen en proyectos de “privatización” impulsados por Calderón, en especial el sector eléctrico, telecomunicaciones y transporte, donde como en Pemex, se consienten contratos más flexibles para las empresas; así, el gigante español de la electricidad, Iberdrola, generaría energía alternativa con parques eólicos, por ello Calderón ofreció “permisos para generar energía renovable sin costo, aparte de la mejora en contratos de interconexión que acrediten el excedente o autoabastecimiento de energías renovables, y tarifas competitivas”: Oro negro por cuentas de vidrio.
Diploma en mano, Calderón se trasladó a Washington, donde fue recibido con todo protocolo. Calderón se ve radiante, hace realidad un sueño. Recibe, allende la frontera, reconocimientos de los que no goza en su país. Demanda derogar la ley antiemigrante de Arizona y una nueva ley sobre migración. Obama responde: no tengo los votos para la reforma.
Habla ante el Congreso norteamericano. Lo que no puede hacer en su país. Informa a los legisladores allá que está “haciendo la tarea”. Presenta su visión de México como “moderno”. Resalta la colaboración con Estados Unidos y su “respeto a la Constitución americana”. Los congresistas brindan aplausos. Calderón pide se prohibía la venta de armas de alto poder “usadas por los criminales, no sólo para atacar a bandas rivales, sino también a civiles mexicanos y a las autoridades locales”. La Casa Blanca responde: de ninguna manera, Business are business.
Acude, a la tumba del soldado desconocido en Arlington. Rinde homenaje a “héroes” de intervenciones militares injustas. En ese cementerio descansan veteranos de todas las guerras , entre otros, quienes encabezaron las intervenciones a México: el almirante Frank Friday Fletcher, quien invadió Veracruz en 1914; y el general John Pershing, quien invadió México en persecución de Francisco Villa. Ahí yacen soldados mexicanos y méxico-estadounidenses, obligados a emigrar hacia oportunidades que no obtuvieron en su país, combatientes en el Ejército norteamericano de guerras ajenas. Es un acto de “diplomacia” dice la numerosa delegación mexicana, que más allá de parafernalia, no alcanza resultado alguno. “Dios bendiga a Estados Unidos, viva México” remata Calderón.
Los nulos resultados de esta gira remarcan la ausencia de una agenda nacional. La modernización de México no puede seguir atada a la privatización del patrimonio público y al debilitamiento del Estado, empeñando el país a los intereses privados. El fracaso de este modelo salta a la vista: nulo crecimiento económico, creciente desigualdad, debilitamiento del mercado interno y mayor dependencia del exterior. Lo mismo con la agenda bilateral, con un vecino cada día más incomodo, que exige mucho, no comparte responsabilidades y alienta el racismo y la violencia. México debe adoptar decisiones propias, independientemente que incomoden a los Estados Unidos.
Resultan necesarias visión de Estado, decisión política y respaldo popular. Lo que se antoja difícil frente a una administración más interesada en evitar una “crisis de confianza” en los consorcios extranjeros, que en encabezar causas nacionales. Cuanta vigencia cobra la recomendación de Richard Lasing al presidente Wilson en 1924: “México es un país…fácil de dominar…basta controlar a un solo hombre: el presidente…Debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades,…educarlos en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de los Estados Unidos…Con el tiempo, esos jóvenes se adueñarán de la Presidencia”.
alejandro.encinas@congreso.gob.mx
Coordinador de los diputados federales del PRD
Oro negro por cuentas de vidrio
25 de mayo de 2010
Atento a las lisonjas de los propietarios de los principales consorcios españoles, Felipe Calderón recibió de las manos del Presidente español –un activo socialista promotor del libre mercado–, el reconocimiento al “Desarrollo Económico y la Cohesión Social”.
Poco importó la falta de previsión ante la crisis hipotecaria en Estados Unidos que anunciaba colapso financiero, el catarrito oficial convertido en pulmonía. Tampoco importó la critica de premios Nóbel al manejo de la crisis –deberían estudiar y conocer México, se les descalificaba–, menos la ruptura del tejido social: 3 millones de empleos perdidos; 5 millones de mexicanos que ensanchan la pobreza; la inmoral concentración del ingreso en 30 familias y 23 mil ejecutados en un país envuelto en la zozobra.
Lo que importa es que las empresas españolas participen en proyectos de “privatización” impulsados por Calderón, en especial el sector eléctrico, telecomunicaciones y transporte, donde como en Pemex, se consienten contratos más flexibles para las empresas; así, el gigante español de la electricidad, Iberdrola, generaría energía alternativa con parques eólicos, por ello Calderón ofreció “permisos para generar energía renovable sin costo, aparte de la mejora en contratos de interconexión que acrediten el excedente o autoabastecimiento de energías renovables, y tarifas competitivas”: Oro negro por cuentas de vidrio.
Diploma en mano, Calderón se trasladó a Washington, donde fue recibido con todo protocolo. Calderón se ve radiante, hace realidad un sueño. Recibe, allende la frontera, reconocimientos de los que no goza en su país. Demanda derogar la ley antiemigrante de Arizona y una nueva ley sobre migración. Obama responde: no tengo los votos para la reforma.
Habla ante el Congreso norteamericano. Lo que no puede hacer en su país. Informa a los legisladores allá que está “haciendo la tarea”. Presenta su visión de México como “moderno”. Resalta la colaboración con Estados Unidos y su “respeto a la Constitución americana”. Los congresistas brindan aplausos. Calderón pide se prohibía la venta de armas de alto poder “usadas por los criminales, no sólo para atacar a bandas rivales, sino también a civiles mexicanos y a las autoridades locales”. La Casa Blanca responde: de ninguna manera, Business are business.
Acude, a la tumba del soldado desconocido en Arlington. Rinde homenaje a “héroes” de intervenciones militares injustas. En ese cementerio descansan veteranos de todas las guerras , entre otros, quienes encabezaron las intervenciones a México: el almirante Frank Friday Fletcher, quien invadió Veracruz en 1914; y el general John Pershing, quien invadió México en persecución de Francisco Villa. Ahí yacen soldados mexicanos y méxico-estadounidenses, obligados a emigrar hacia oportunidades que no obtuvieron en su país, combatientes en el Ejército norteamericano de guerras ajenas. Es un acto de “diplomacia” dice la numerosa delegación mexicana, que más allá de parafernalia, no alcanza resultado alguno. “Dios bendiga a Estados Unidos, viva México” remata Calderón.
Los nulos resultados de esta gira remarcan la ausencia de una agenda nacional. La modernización de México no puede seguir atada a la privatización del patrimonio público y al debilitamiento del Estado, empeñando el país a los intereses privados. El fracaso de este modelo salta a la vista: nulo crecimiento económico, creciente desigualdad, debilitamiento del mercado interno y mayor dependencia del exterior. Lo mismo con la agenda bilateral, con un vecino cada día más incomodo, que exige mucho, no comparte responsabilidades y alienta el racismo y la violencia. México debe adoptar decisiones propias, independientemente que incomoden a los Estados Unidos.
Resultan necesarias visión de Estado, decisión política y respaldo popular. Lo que se antoja difícil frente a una administración más interesada en evitar una “crisis de confianza” en los consorcios extranjeros, que en encabezar causas nacionales. Cuanta vigencia cobra la recomendación de Richard Lasing al presidente Wilson en 1924: “México es un país…fácil de dominar…basta controlar a un solo hombre: el presidente…Debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades,…educarlos en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de los Estados Unidos…Con el tiempo, esos jóvenes se adueñarán de la Presidencia”.
alejandro.encinas@congreso.gob.mx
Coordinador de los diputados federales del PRD
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