Julio Hernández
López
Astillero
Salinas Pliego y los autoritarios
Artículo 62 de LFRT
Vallejo y la guerrilla
Veracruz: No les creemos
Reducido a la condición de mero espectador
televisivo, el consejero presidente del Instituto Federal Electoral esperaba
ayer la aparición de un muy buen gesto de la Federación Mexicana de
Futbol que permitiera a los mexicanos informarse de la calidad polemista de sus
candidatos presidenciales sin la distracción intencional que significa tener en
pantalla a la misma hora un partido de cuartos de final de la mediocre liga
local de balompié.
Leonardo Valdés Zurita
está predestinado a ser un actor secundario en el montaje electoral en curso,
apenas habilitado como conductor procesal, sin fuerza de origen ni autoridad
lograda, necesario en el tramo final para pronunciar palabras consagratorias de
un triunfador tramposamente construido. Por ello es que no puede realizar
gestiones políticas ni asumir posturas históricas, como el momento las reclama,
para someter con toda anticipación a los poderes televisivos insurrectos que
están realizando un virtual desafuero electrónico a la pálida y deshilachada
figura decorativa llamada democracia.
Agachar la cabeza,
soltar declaraciones de conmiseración hacia sí mismo y esgrimir textos legales
en favor de los concesionarios provocadores (que no tienen obligación jurídica
de transmitir los debates), sin exigir cumplimiento a la vez de las amplias facultades
que asisten al ocupante del Poder Ejecutivo para obligar a las empresas
retadoras a asumir la superioridad del interés público (el derecho a un voto
informado) sobre el privado (la programación de un partido de futbol), es una
forma rápida y segura de autodegradación del mencionado IFE. Recuérdese que el
artículo 62 de la Ley Federal de Radio y Televisión establece que todas las
estaciones del país estarán obligadas a encadenarse cuando se trate de
transmitir información de trascendencia para la nación, a juicio de la
Secretaría de Gobernación, pero ni el consejero presidente ni el cuerpo de los
consejeros son capaces de levantarse con fuerza y pelear políticamente hasta
poner un alto a los manipuladores del factor decisivo de estas elecciones en puerta,
la imagen en pantalla, sus percepciones inducidas y sus vetos a discreción.
En cambio, de mucho
sentido del humor disfruta el villano de esta coyuntura, Ricardo Salinas
Pliego, el beneficiario de una concesión televisiva conseguida mediante
maniobras oscuras y a la vez suficientemente esclarecedoras (Raúl Salinas de
Gortari, por ejemplo, denunció judicialmente en julio de 2003 a Salinas Pliego
en busca de que le devolviera 29.8 millones de dólares que dijo haberle
prestado en 1993 para que comprara al gobierno de Carlos Salinas de Gortari la
empresa pública Imevisión que así dio pie a la creación de Televisión Azteca).
En sentido inverso al deplorablemente utilizado por Vicente Fox, al renunciar a
sus funciones presidenciales frente al ataque armado que permitió la
apropiación de las instalaciones televisivas del Cerro del Chiquihuite,
entonces pertenecientes al canal 40 de televisión, Salinas Pliego no se
pregunta por qué se le critica a él, sino que se vanagloria de sus hazañas de rating e
incluso se deja ir contra quienes en Twitter lo han tundido al calificarlos
de... autoritarios.
En Morelia, el
gobernador nostálgico del diazordacismo agrega una pizca de provocación al tema
de las casas de estudiantes al asumir que tras algunas de sus acciones pudiera
estar la mano de un grupo guerrillero. La voz de la autoridad ha de ganarse el
respeto de los gobernados a partir de la mesura, sustancia y cuidado con que
sepa pronunciarse sobre asuntos públicos y crear condiciones y consensos para
intentar soluciones positivas. Pero Fausto Vallejo parece empecinado en
comportarse como especialista en rumores que den falsa justificación a acciones
represivas y parece decidido a suprimir los métodos de la política por los
policiacos para enfrentar los problemas de su comunidad. Tampoco ayuda a la
reconstitución de un tejido dañado la forma ruda en que ha exhortado a un
rector debilitado a asumir faenas de combate frente a las tropas juveniles
insubordinadas. Infausto, el panorama en Michoacán.
En Veracruz continúan
las protestas por el asesinato no esclarecido de la periodista Regina Martínez.
En el propio desfile del Día del Trabajo, aunque el gobernador Javier Duarte ya
se había retirado del templete principal, organizaciones sindicales y sociales
exigieron justicia y enarbolaron una proclama que define la postura de muchos
ciudadanos frente a comisiones y declaraciones oficiales: No les creemos.
La muerte violenta de Regina ha puesto de manifiesto el cuadro de manipulación
de buena parte de la prensa local, y sus resonancias hacia la escena nacional,
y las amenazas y agresiones contra los periodistas que se han salido de la
línea oficial.
En Bolivia, Evo Morales
nacionalizó una empresa de electricidad administrada por un grupo español y con
ello colocó a nivel continental el asunto de los negocios hispanos y el
sometimiento de elites latinoamericanas a esos intereses. El tema tiene
relevancia para México porque aquí se vive una reconquista española, con
beneficios exagerados para algunas de sus afiliadas, como Bancomer-BBVA, y con
desarrollos inmobiliarios turísticos que resultan abiertamente ventajosos para
los inversionistas extranjeros. A diferencia de lo que se está viviendo en
otras partes de Latinoamérica, en México el calderonismo ha preferido
asociaciones bajo sospecha de tráfico de influencias y conflicto de intereses,
en un explícito esfuerzo por ganar buenas voluntades y tener una próspera
plataforma de aterrizaje si es que otros de los grandes socios del felipismo no
aprueban desde Washington que Calderón se encargue de una especie de agencia
americana de coordinación de lucha contra el narcotráfico; en caso de que no
logre ese cargo, Calderón estaría volteando los fugitivos ojos hacia la España
por ello tan consentida y beneficiada.
Y, mientras siguen los
temblores (no se habla de los políticos), ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
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