Ganadores y perdedores de la seguridad social universal
Asa Cristina
Laurell
El consenso artificial que está
detrás de las propuestas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del
Partido Acción Nacional (PAN) para dar cobertura universal de
seguridad social o salud a todos los mexicanos se basa en algunas premisas que
no se han dado a conocer a los ciudadanos. El argumento esgrimido es que la
actual conformación del mercado laboral obliga a abandonar la vieja seguridad
social ligada al empleo formal y ofrecer un nuevo modelo adecuado para la
movilidad y flexibilidad laboral promovida por la tan anhelada como pospuesta
reforma laboral. Este esquema presupone que el modelo económico actual no
cambiará y no menciona que tiene ganadores ni perdedores. Veamos primero las
implicaciones del nuevo esquema de financiamiento.
Aunque no se ha hecho
explícito, la fuente del financiamiento sería por vía de los impuestos con un
incremento en el IVA, extendiéndolo a los alimentos y medicinas que hoy están exentos
de ese gravamen. Esto significa avanzar en un sistema impositivo regresivo y no
proporcional, como lo establece la Constitución, ya que esta medida afecta más
a los que menos tienen. Así el 20 por ciento más pobre de la población dedica
de 47 a 50 por ciento de su ingreso a la compra de alimentos, mientras 10 por
ciento de mayores ingresos sólo destinan 22 por ciento a este rubro, según la
Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares.
Simultáneamente, se
pretende eximir a los patrones y obreros del pago de su contribución
obligatoria al seguro social. Para apreciar el monto de este obsequio a los
patrones tenemos los datos más recientes disponibles del Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS), el instituto de seguro social de los trabajadores del
sector privado. En 2010, el IMSS obtuvo ingresos por cuotas obrero-patronales
del régimen obligatorio de unos 150 mil millones de pesos. De ellos, 146 mil
millones provinieron de las cuotas patronales y sólo 4 mil millones a las
cuotas obreras.
La reforma de 1995/97
del IMSS ya había disminuido sustancialmente la contribución patronal, al pasar
de una cuota proporcional al salario a una cuota fija para el seguro de
enfermedad y maternidad lo que ha contribuido significativamente al deterioro
de las finanzas del instituto. Con aquella reforma, la cuota patronal bajó de
8.5 por ciento a 7.3 por ciento sobre la masa salarial, o sea 15 por ciento. Y
ahora se pretende desaparecerla. Es de recordar que la reforma pinochetista de
la seguridad social en 1983 pasó todo el costo de la seguridad social a los
trabajadores, pero fue acompañada del incremento salarial en el mismo
porcentaje.
La reforma chilena viene
al caso porque detrás de la propuesta de cobertura universal de salud está
una clara intención de abrir a los privados la prestación de servicios de salud
y ampliar el mercado de los seguros privados. Así, se proponen las siguientes
acciones: hacer portables los seguros de salud, impulsar la
convergencia de los servicios y desarrollar el mercado de salud. La portabilidad significa
que cualquier seguro, público o privado, puede pagar a cualquier prestador de
servicios médicos, público o privado. Para ello, se promueve la convergencia de
los servicios para lo cual se requiere establecer protocolos de tratamiento,
decidir qué servicios incluir en el seguro (paquete de servicios) y fijar su
precio. Estas dos medidas son estratégicas para la creación del mercado de
compra-venta de servicios de salud, respaldado con capacidad de compra por
medio de los seguros.
Es clave entender que
esta propuesta obliga a definir el paquete de servicios incluidos en el seguro
de salud universal y seguramente será muy semejante al del Seguro Popular,
paquete que tiene una cobertura médica muy inferior que los institutos de seguro
social. Se perfila entonces una doble ventaja para los empresarios de la salud.
Por un lado, los grandes prestadores de servicios cuentan con un mercado
garantizado por recursos fiscales. Por otro, se abre un mercado para las
aseguradoras, ya que muchas personas comprarán un seguro adicional para cubrir
los padecimientos no incluidos en el paquete básico.
La seguridad social no
es sólo un seguro de salud sin que deba proteger contra las contingencias de la
vida: el desempleo, los accidentes laborales, la invalidez y la vejez, entre
otros. Para ellas no se propone nada o bien se hacen compromisos vagos, restringidos o
graduales. ¿Qué pasará, por ejemplo, con las pensiones contributivas si se
elimina la contribución patronal? y ¿las Afore seguirán administrándolas?
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