El Despertar
Un alto en el camino
José Agustín Ortiz Pinchetti
Antes de ingresar a la tormenta electoral
vale la pena mirar el camino recorrido en 25 años. A mediados de los 80 nos
agrupamos para promover la causa democrática: observaciones electorales,
denuncias de las trapacerías del PRI-gobierno. Creímos, ingenuamente, que el
PAN y la izquierda podían aliarse y romper las resistencias. En 1994, en el
consejo del IFE reconocimos el triunfo de Ernesto Zedillo, pero denunciamos la
inequidad del proceso. En 1995, en el seminario del castillo de Chapultepec,
logramos un acuerdo que abrió la vía para una gran reforma que llevó en 1997 al
triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en el Distrito federal y al fin del control del
PRI en el Congreso.
En 1999 intentamos darle gusto a 80 por
ciento de la población con la alianza PAN-PRD. Pero Vicente Fox y el
PAN-gobierno resultaron enemigos de la democracia. Así, cuando colaboramos con
AMLO en el DF y en la defensa contra los intentos de descalificarlo y contra
otro fraude electoral en 2006, pensamos que luchábamos por una democracia sin adjetivos.
Nos dimos cuenta que el verdadero adversario era una oligarquía opuesta
ferozmente a la modernización de México, que usaba al PRI-gobierno y al
PAN-gobierno como instrumentos.
En esos años la vida de México entró en
una etapa de decadencia. A partir de 1985 la economía se estancó y la
desigualdad social volvió a acentuarse. El viraje hacia el mercado externo y su
asociación con los intereses estadunidenses no sólo debilitó nuestra autonomía
sino al Estado nacional y permitió el crecimiento del verdadero poder de los
monopolios, que corrompió a la clase política y a las instituciones.
Hoy, la lucha por la democracia es la
lucha contra esos poderes y estaría destinada al fracaso si no fuera por dos
factores: el surgimiento de AMLO en la escena política –un dirigente de
cualidades excepcionales– y una revolución cultural silenciosa que se expresa
en Morena, una organización de profundidad y extensión inusitadas. La
organización es el único factor capaz de lograr la ruptura con el viejo orden
político, cuya propuesta moderada convoca a todas las clases sociales, desde
las nuevas generaciones hasta los empresarios verdaderamente competitivos. Esta
organización será capaz de ganar de forma legal y pacífica las elecciones
presidenciales de 2012.
Mi empeño, como el de cientos de miles y
millones, se ha concentrado en la edificación de este nuevo poder popular. A él
he dedicado no sólo mi actividad en seis años, sino también las miles de
cuartillas que propino a mis lectores que, en esencia, son un testimonio parcial
de un enorme fenómeno de cambio en la conciencia colectiva, al que
apropiadamente podríamos designar el despertar.
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