Los jóvenes de ahora
Octavio Rodríguez
Araujo
En mi opinión, están equivocados los que
piensan o dicen que los jóvenes de ahora viven en las nubes o que son apáticos
o que no están informados. Tal vez sea el caso de algunos, pero no de los
estudiantes de bachillerato y licenciatura del Distrito Federal y de otras
entidades federativas como, por ejemplo, Querétaro y Nuevo León, estados que no
se distinguen precisamente por ser de izquierda.
Lo ocurrido en el
Tecnológico de Monterrey, en la Iberoamericana y en la Universidad Autónoma de
Querétaro en relación con los candidatos y su apoyo directo o indirecto a
Andrés Manuel López Obrador, además de una actitud de respeto hacia éste es, a
mi juicio, muy significativo. Peña, Vázquez y Quadri no pegan su chicle entre
los estudiantes universitarios, por más que se editen los videos de los actos
en que se presentaron y donde fueron repudiados. La edición priísta de lo
ocurrido en la Iberoamericana es, además de una estupidez, un gancho a su
propia cara, valga la figura. Si así tratan de maquillar la realidad, como lo
ha hecho Calderón por casi seis años, ¿qué podemos esperar de ellos si llegasen
a ganar la elección presidencial? ¿El México de Pedro Aspe en el que la pobreza
era un mito genial?
El lunes tuve
oportunidad de dictar una conferencia a los estudiantes del bachillerato del
Colegio Madrid, institución privada de educación con larga trayectoria en
México y, a juzgar por los aplausos y las inteligentes preguntas, se trata de
estudiantes muy enterados y que yo llamaría progresistas. Ninguno de ellos se
inmutó, chifló o abucheó a López Obrador cuando lo mencioné en mi ponencia
sobre partidos, abstención y voto nulo. Un ejemplo más de lo que estoy
diciendo: los jóvenes nos darán la sorpresa el primero de julio próximo, al
menos los jóvenes estudiantes.
Nuestra querida Elena
Poniatowska, sensible como es, dedicó su discurso a los jóvenes en el merecido
homenaje por sus 80 años de vida en la UNAM. La respuesta del público fue la
misma: entusiasmo y hasta un sonoro ¡goya! al final. ¿Por qué
insistir, como hacen algunos, en que los jóvenes no tienen puestas las pilas?
Puro pensamiento
ilusorio e inconfesables deseos de que los jóvenes, que todavía son la mayoría
en el país, se abstengan o voten nulo. Pero se trata de un cálculo equivocado.
Los jóvenes, más que los adultos y los viejos, saben que en los años recientes
se les han cerrado oportunidades de realización personal, sean trabajadores o
sean educandos que quieren seguir estudiando para luego trabajar de acuerdo con
lo que estudiaron. El neoliberalismo en México, como también en Estados Unidos,
en Chile o en la mayor parte de los países europeos, los ha afectado y tienen
toda la razón para estar molestos, furiosos e indignados. Los jóvenes también
saben que la abstención y el voto nulo favorecen a los partidos que tienen el
poder o a los partidos competidores que defienden el sistema que ellos ya
rechazan, por perjudicial y porque cierra expectativas de vida y desarrollo.
El PRI y el PAN son los
partidos del sistema, de la continuidad del neoliberalismo, de los defensores
de las oligarquías archienriquecidas y que, por más que prometan, seguirán con
lo mismo respondiendo a los intereses que defienden y que los apoyan. Esto lo
saben los jóvenes y por eso los rechazan. De Quadri y su partido, mejor no
hablamos; no merecen más de un artículo y éste ya lo escribí.
Conforme avanzan las
campañas electorales los candidatos del sistema se exhiben tanto en sus
limitaciones, que dan pena ajena en un país como México, como en su
autoritarismo y cara dura para disfrazar sus fracasos y sus errores tácticos y
estratégicos, en lugar de enmendarlos y ofrecer las transformaciones que el
país necesita. Parece mentira, pero no se han dado cuenta que nadando en favor de
la corriente de lo políticamente correcto, es decir, del statu quo, lo
están haciendo en contra de la historia y de los cambios que quiere la
población mayoritaria. Es como el que fue enterrado vivo y boca abajo: entre
más excava más se hunde y más tierra traga.
¿Estoy pecando de
optimismo? Puede ser, pero todos los días me sorprendo con la actitud de los
jóvenes que se defienden como pueden de quienes amenazan su existencia y su
futuro, sobre todo éste. Pienso que ellos saben que si se dan por derrotados
pasarán a formar la segunda edición de la generación X de los años 90,
caracterizada por su desorientación y su pasividad. Como los jóvenes de ahora
no habían nacido o eran muy pequeños cuando Jean Paul Dubois escribió su famoso
artículo sobre la generación X (Le nouvel observateur, 14/04/93),
conviene recordar algunas características de esa generación también llamada de los
desorientados. Los jóvenes de aquellos años, que ahora rondan los 40 de edad,
llegaron –decía el autor– en un mal momento y, ante el desorden ampliado en que
crecieron, optaron por callarse, esperar y hacerse olvidar. Se formaron
envueltos en las promesas del neoliberalismo, visto como la panacea, para
descubrir más tarde que el mundo se amplió en proporción inversa a sus
posibilidades de realización social e individual.
Los jóvenes de ahora no
piden eso, no lo aceptan ni desean seguir en lo mismo. No quieren callarse ni
ser conformistas. Aspiran a un mundo mejor, entre otras cosas porque cada vez
es peor. Quieren un cambio y sólo un candidato presidencial lo propone, razón
por la cual rechazan a los otros. Así de simple. Hay una cierta desorientación
entre los jóvenes del presente, cierto, y ellos lo admiten, pero sí saben qué
no quieren. Y éste es el punto que no entienden Peña, Vázquez ni el otro que no
entiende nada.
A Carlos Fuentes, un
autor cuyos primeros libros me marcaron cuando era joven.
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