miércoles, mayo 16, 2012

No tenemos policía : María Teresa Jardí

No tenemos policía
Por María Teresa Jardí
Nuestro primer gran problema


Se puede decir sin mentir que no se comete prácticamente ningún delito en nuestro país sin que esté involucrada “la policía”. Y no es que el problema sea nuevo ni que haya tenido que ver con la llegada de partidos con siglas diferentes a las que el PRI ostenta para que esto se haya dado. No importa que la cabeza del desgobierno de casi todos los estados, incluido el Distrito Federal, venga del PRI o del PAN o del PRD. El problema generalizado recorre lo ancho y lo largo del territorio nacional.
No ha habido ningún candidato, aún antes de la era genocida que Calderón encabeza, que no hay ofrecido limpiar a los cuerpos policiacos, crear una policía ejemplar y científica, militarizarla, desaparecer la que tenemos, de cero construirla...
No encontraríamos uno desde muchos sexenios atrás que no se hubiera abocado a hacer el ofrecimiento incumplido, porque esa policía delincuente ha sido construida como necesaria para la aplicación de un sistema que, con México convertido en laboratorio, realiza hoy la escandalosa limpia de pobres con una violencia ubicada ya en la historia de la barbarie humana.

Nada le piden “Los Zetas”, paramilitares a modo que Genaro García Luna encabeza, a Vlad Dracul, por ejemplo, hasta ahora exponente extremo de lo canalla en que se puede convertir un ser humano cuando se deshumaniza, al punto de causar vergüenza incluso entre las especies nacidas como depredadoras en aras del correcto equilibrio de la naturaleza.
La nota de ocho columnas del lunes pasado publicada en el diario La Razón de hoy denunciaba que había mujeres que acusaban a hombres de “propasarse” con ellas en el metro. Añadiendo que se había demostrado, con años de cárcel para algunos, poniendo al respeto un ejemplo, que se trataba sólo de otra forma de extorsión. Y me juego el cuello y no lo perdería de que también es otra forma de cobrar venganza a la mexicana, al menos por parte de algunas de las mujeres extorsionadoras. Mientras que para “la policía” involucrada se trata de otro negocio rotundo.
En la nota de ayer del mismo diario, también de ocho columnas, se daba a conocer que “la policía” está involucrada en la comisión de ese delito.
La mujer acusa, el policía retiene, exige y obtiene veinte mil pesos para no consignar. Y el hombre ante la amenaza de que de no pagar se encontrará, en menos de lo que canta un gallo, preso, paga como puede, cuando puede, cumpliéndose la amenaza cuando la víctima elegida no puede, ni endeudándose, pagar.
Qué importancia tiene ante semejante amenaza el saberse inocente. Ya se sabe que cuando se llega a la cárcel en México siendo inocente o no se sale en muchos años o no se sale vivo. De los presidios en México salen sólo los que pueden comprar “la justicia”. La que si bien, no ha llegado del todo, todavía, al punto de la policía por lo que toca al poder impartidor de la misma, para allá va, de eso se trató, es evidente a estás alturas si se mira de manera global lo que ocurre con México, el golpe de Estado a la Corte dado por Zedillo, nada más llegar ese impresentable denunciado en La Haya como cómplice de la masacre cometida en ACTEAL por paramilitares a modo como los que comanda García Luna, con el falso argumento, ya entonces usado, de que “se había dado el golpe a la cabeza del Poder Judicial, porque un ministro estaba involucrado con el narcotráfico y ante el ‘peligro’ de enfrentarlo por la vía legal, no había quedado más que hacerlo de esa manera”. Mejor se daba un golpe que convertía en dictadura al sistema, añado yo.
Nuestro primer problema tiene que ver con el entender de manera generalizada que no tenemos “policía”, para como sociedad exigir al respecto la respuesta que no se encuentra en la militarización de la policía que sólo sirve para corromper también al ejército y a la armada y a cualquiera que se mezcle con lo que hoy no existe, como tal, pero existe como punta de lanza de la violencia con la que se desangra al país.


 

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