La crisis y las izquierdas
Por: Jaime Ornelas Delgado
Nada
despreciable resulta el triunfo de los socialistas y la izquierda francesa,
como tampoco lo es la derrota de los conservadores frente a los laboristas en
Inglaterra y del partido de Ángela Merkel en regiones considerados bastiones de
la derecha alemana o la victoria de la izquierda, en las Bahamas. Estos
triunfos, así como las dificultades del Tea Party en Estados
Unidos para encontrar el candidato más reaccionario posible para enfrentar a
Obama, muestran no sólo los avances de los sectores progresistas en Europa
y en América, sino también el creciente rechazo a la modalidad neoliberal
del capitalismo, cuya crisis actual se ha pretendido superar con políticas de
ajuste y austeridad que no han hecho más que profundiza el deterioro de los
niveles de vida e irritar a la población que se ve afectada en sus ingresos, en
sus pensiones, la estabilidad en el empleo y en todo aquello que significa
bienestar. Los trabajadores se han cansado de ser las víctimas de una crisis
que no provocaron.
Al
parecer, las movilizaciones masivas que se multiplican hacen inevitable el
derrumbe del neoliberalismo y la realización de los ajustes necesarios que
requiere el capitalismo que ha envejecido y no encuentra la fórmula que alivie
su agonía.
Esta
crisis que se prolonga y provoca profundo malestar social, ha significado la
nueva viabilidad de las izquierdas que han asumido un discurso capaz de
criticar la economía de mercado y proponer alternativas posibles y deseables.
Ni paraísos ni dictadura, hoy las izquierdas en América Latina, y en México por
supuesto, han logrado construir un importante consenso para enfrentar la hegemonía
neoliberal enarbolando un proyecto que reconoce las desigualdades sociales como
efecto de las relaciones de libre mercado y cuestiona las limitaciones de la
democracia representativa y que, al mismo tiempo, pugna por el rescate de la
soberanía nacional especialmente sobre los recursos naturales y las decisiones
de política interna e internacional, al tiempo de reivindicar el papel del
Estado como compensador de los efectos negativos del mercado y asume una
postura antiimperialista al impulsar la descolonización cultural, económica y
política de la sociedad en general y de los pueblos indígenas en particular
abriendo, así, la participación en los procesos de decisión política a diversas
minorías hasta antes excluidas política y socialmente.
De esta
manera, frente a los saldos sociales y económicos negativos del neoliberalismo,
las izquierdas han logrado restituir la posibilidad de pensar una sociedad
distinta a la neoliberal, logrando con ello ampliar las opciones de los mundos
pensables y posibles para América Latina. Lo cual no ha sido un logro menor.
Lo
anterior obliga a tratar de responder a la pregunta de ¿qué es la izquierda?
Dice el sociólogo portugués Boaventura de Sousa, que: “la izquierda es un
conjunto de posiciones políticas que comparten el ideal de que todos los seres
humanos tienen el mismo valor y constituyen el valor supremo”, y concluye que
ese ideal es puesto en duda cuando hay relaciones sociales de poder desigual,
es decir cuando algunos dominan a otros. En este tipo de relaciones de dominación,
la satisfacción las necesidades de los dominadores se logra sometiendo a otros
llevándolos a la condición de dominados. Esto es, con exactitud, los que ocurre
en el capitalismo.
En este
modo de producción, los dueños de los medios de producción se apropian de la
fuerza de trabajo –que venden los trabajadores como su único medio de
sobrevivencia– por el tiempo de duración de la jornada laboral, de esta manera
todo lo que su produce en ese lapso es apropiado por el capitalista por la
sencilla razón de que es dueño tanto de los medios de producción como de la
fuerza de trabajo durante la jornada laboral. La producción se socializa y se
la apropiación de lo producido se privatiza. Los menos explotan a los más; los
trabajadores son sometidos por los patrones para satisfacer éstos su necesidad
de acumulación, de ganancia, de poder.
Para la
izquierda que enfrenta esta situación, la pregunta a responder es si el
capitalismo puede ser reformado para mejorar las condiciones de vida de los
dominados o si esto último sólo puede hacerse más allá del capitalismo. Pero
además, la izquierda se ha enfrentado a la necesidad de responder a ¿quién debe
dirigir la lucha social?, o si ¿la lucha debe darse en el marco de las
instituciones democráticas o fuera de ellas?
Las
respuestas a estas cuestiones, han sido muchas y muy variadas y eso ha
provocado fuertes y violentas divisiones. Hoy la respuesta debe darse país por
país, considerando sus características específicas, no sólo las materiales sino
también las que forman parte de la subjetividad, del nivel de conciencia de
cada pueblo.
En
México, las izquierdas se han planteado la unidad popular para frenar al
neoliberalismo y continuar la transformación nacional, que ya inició el
movimiento social organizándose para enfrentar el proceso electoral.
En todo
caso, la construcción de una sociedad posneoliberal no se inicia al ganarse la
presidencia, como la crítica al capitalismo tampoco comienza al asumir el
pueblo el poder, sino desde antes, desde el momento en que se reivindica el
respeto de la dignidad humana que el capitalismo no comprende. De la misma
manera, luchar hoy contra la dominación que se expresa como racismo, sexismo y
clasismo, es minar las bases del poder del capital.
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