domingo, mayo 13, 2012

Espartaco siempre regresa : María Teresa Jardí


Espartaco siempre regresa
María Teresa Jardí

Volveré y seremos muchos. Palabras más palabras menos es a lo que nos remite la lucha del esclavo romano asesinado por Pompeyo. Punta de lanza en el inicio del fin de la esclavitud fue el levantamiento en busca de liberar de la esclavitud a los humanos. Inicio del fin de un imperio que también se soñaba eterno.
El PRI pudo y debió hacer un alto en el camino cuando perdió la contienda electoral que lo sacó de Los Pinos. No lo hizo porque no perdía la derecha incrustada en ese partido para imponer el sistema que acaba con los mexicanos aplicando recetas impuestas --por otro imperio al que también se le van apareciendo de a poco sus propios Espartacos— como sistema político al servicio de las mafias políticas adueñadas de un poder que ya sólo sirve para enriquecer a unos cuantos, a base de condenar a la miseria a millones, que además van siendo limpiados de manera violenta, aunque tampoco se pueda decir que la condena al hambre no sea otra forma violenta de exterminio, como lo es la condena a pagar con cárcel la pobreza o la condena a morir por falta de agua a los niños aquejados por una simple diarrea.
El PRI pudo y debió hacer un alto en camino y entender el mandato del voto ciudadano al votar por el frustrante cambio que llevó a Fox a una presidencia dejada en manos de la corrupta mujer que lo eligiera como mal necesario para enriquecer hasta la nausea a sus hijos y a su anterior marido, además de enriquecerse de igual manera también esa representante perversa de la maldad que aqueja a las mujeres cuando eligen ubicarse del lado incorrecto de la moral personal y actuar al margen de la ética como valor universal.

No lo hizo el PRI porque desde la llegada de los tecnócratas había empezado el gobierno del PRIAN que hoy tiene dos exponente igual de perversos. Muchos piensan que lo peor que nos puede pasar es que la telebasura logre imponer a Peña Nieto. Lo que está resultando difícil incluso para ese poder siniestro que es el enemigo número uno a combatir en este momento, como bien señala AMLO. Muy difícil les va a resultar imponer a Peña, porque sus propios Espartacos, como Alexis Benhumea, se le aparecen ya hasta en la Ibero a ese exponente de la perversión de la clase política dispuesta a tener incluso por ama a la telecracia, a cambio de que se le permita continuar enriqueciéndose hasta la nausea con la impunidad garante de la corrupción impuesta como pilar del sistema que se aplica a la mexicana.
Pero yo estoy convencida de que no sería ni un ápice mejor la historia si se deja que “haiga sido como haiga sido”, sienten, de nuevo, legalizando otro fraude, a la representante ya de plano descarada del El Yunque en la silla del Ejecutivo federal. A la telecracia le da igual que sea uno o que sea la otra. Con la otra o con el uno igual se convierte a ese poder de facto en el poder político que va a dictar del todo, todas las reglas. Lo que se empieza a entender de a poco incluso por estudiantes hijos de padres favorecidos con la derrama de la limosna que para algunos ha sabido dar la derecha.
Estoy convencida de que nadie tendría que perder de vista que son dos los que no deben llegar, de los tres que están en la contienda con posibilidades de llegar.
Los priístas —deben quedar muchos que no estén de acuerdo con los neoliberales que buscan imponer a Peña— deberían apostar en masa por la llegada de AMLO, por cuestiones incluso de elemental inteligencia. Y también tendrían que hacerlo los panistas que recuerdan el origen tercamente democrático y fincado en el bien común de todos que tuvo ese partido.
Lo que nos jugamos en la elección en puerta es el futuro de México como país que de a poco pueda volver a construir la civilidad social necesaria para no permitir diez mil desaparecidos ni cien mil ejecutados nunca más en la vida o el continuismo de las ejecuciones y las desapariciones como forma de gobierno aplicada por entreguistas.


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