Ricardo Rocha
Debate: ganadores y
perdedores
La
nación no se conmovió. No hubo un solo discurso deslumbrante. Ningún
candidato
que emergiera y se elevara muy por encima de los demás. Vaya,
ni
siquiera alguno que hubiera vapuleado por nocaut, contundentemente,
al
menos a otro de sus adversarios.
A esas
penumbras añádase un formato tan rígido como ridículo y el
resultado
es un debate que sólo se salvó por el entusiasmo de sus
televidentes
y por las reglas rotas por los propios participantes. Que
se
supone debían responder a determinadas preguntas y prefirieron
dedicarse
al bonito deporte de golpearse los unos a los otros al tiempo
de
intentar eludir los mandarriazos y contragolpear al otro en cuanto
bajaba
tantito la guardia. Lo que más alienta es que, pese a las
tentaciones
panboleras, hubo una entusiasta respuesta de millones de
mexicanos
que siguieron el debate y continúan metidos en la discusión.
Porque
ya se ha dicho que, en gran medida, durante el debate cada quien
mira lo
que quiere ver y escucha lo que le conviene oír. Por eso es más
difícil
decretar un claro ganador. De tal suerte que, según los
expertos,
lo que realmente determina el resultado es el posdebate.
Y en
eso andamos todos; en una miradita al debate mismo y una miradota a
lo que
vendrá en las próximas semanas y días para cada uno de los
candidatos
a la Presidencia de este atribulado país.
Enrique
Peña gana, porque no pierde. Contra el ferviente deseo de sus
malquerientes
a ultranza no se quedó pasmado ni sus ojos buscaron la
línea
siguiente en el lente de la cámara: en pocas palabras acabó con el
mito
genial del telempromter; y eso para él es una ganancia formidable,
sobre
todo de cara a los indecisos. Es cierto que Josefina lo incomodó
con lo
de sus promesas no cumplidas y que AMLO lo tundió por sus
relaciones
peligrosas con personajes siniestros y poderes fácticos, pero
tampoco
pudo arrinconarlo. Enrique salió de las cuerdas casi sin
despeinarse
y todavía logró colocar dos o tres uppers y ganchos a
quienes
le echaron montón. Sale golpeado, ni duda cabe. Pero no lo
hicieron
visitar la lona, también es cierto. En consecuencia es probable
que
baje dos o tres puntos. Nada o casi nada, para los 20 que trae de
ventaja.
Andrés
Manuel López Obrador para mí que ya anda en segundo. A pesar de
las
veleidades de algunas encuestas, otras más ya lo ubican ahí en las
semanas
recientes. Me parece que el debate lo reafirma en ese propósito.
Yo no
sé si por asesoría o por instinto retomó su naturaleza, hizo a un
lado el
discurso amoroso y se revistió con el traje que mejor le va: el
de un
esforzado luchador social que le da voz a los sin voz con sus
señalamientos
flamígeros. Lo que podría reconciliarlo con cierto sector
de sus
radicales que ya lo andaban dudando. La incógnita en su caso es
si el
despegue de Josefina pudiera ser de al menos seis puntos que le
permitieran
llegar a fines de mayo al rango de los treintas para hacerlo
competitivo
frente a los cuarentas de Peña Nieto. Así que las próximas
dos
semanas serán cruciales para el candidato de la izquierda.
Josefina
Vázquez Mota es la gran perdedora del debate. Nadie la ha
asesorado
o ella no ha querido deshacerse del tono monocorde de sus
intervenciones
orales. Dice que es diferente, pero la pregunta es ¿a
quién?,
si se resiste a deslindarse de dos indefendibles gobiernos
panistas
—donde ella ha jugado roles importantes— que han arrojado
cifras
catastróficas en millones de pobres, de desempleados, de ninis y
una
carga atroz de miles de muertos. Así, parece condenada al tercer lugar.
Gabriel
Quadri de la Torre es, en cambio, el gran ganador. Es cierto que
hay una
natural simpatía por el más débil; pero incluso así habrá que
reconocerle
su apostura en un trance con el que ni soñaba hace apenas
cuatro
meses. Libre de presiones, fue a lo suyo, a insistir en que es un
candidato
ciudadano muy diferente a los políticos. Como nadie le
cuestionó
nada, se fue de frente con sus propuestas audaces o hasta
insensatas.
Habrá que ver hasta dónde llega y a quién le quita puntos.
ddn_rocha@hotmail.com
@RicardoRocha_MX
Periodista
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