jueves, mayo 10, 2012

Jaime Ornelas Delgado : Sólo dos proyectos


Sólo dos proyectos

Por: Jaime Ornelas Delgado


El debate sostenido entre los cuatro candidatos a la presidencia de la República el domingo pasado, mostró que para el país sólo se ofrecen dos proyectos: el de la derecha –propuesto con diversos matices pero igual, por Peña Nieto desde el centro–derecha; Josefina Vázquez, desde la derecha y Gabriel Quadri desde la extrema derecha– y el de Andrés Manuel López Obrador, que recoge muchas demandas populares y plantea soluciones distintas a los graves problemas nacionales provocados, en buena medida, por la errática conducción política de los gobiernos neoliberales que desde la década de los 80 han impuesto al mercado autorregulado como la forma de funcionamiento de la economía y que, ahora, con pocas variantes en el caso de Peña Nieto y sin imaginación en el de Vázquez Mota, y agregando el toque de la tecnocracia pinochetista con Quadri, pretenden continuar las fuerzas políticas y económicas que se han beneficiado –porque las hay, sin duda– de la pobreza de millones de mexicanos.
Frente a ellos se plantó un proyecto alternativo que no les gusta nada a quienes lucran con la deteriorada situación en la que vive buena parte de la sociedad mexicana. No les gusta, porque López Obrador se ha propuesto combatir uno de los mecanismos con el que en mayor medida se ha beneficiado la mafia que está detrás de la propuesta de continuar con el modelo neoliberal ahora con más autoritarismo: la corrupción. Esa corrupción que va desde la mordida hasta el diezmo y las coimas para evadir el cumplimiento de la ley; por supuesto, no les gusta porque imagínese propone Andrés Manuel disminuir los sueldos de la burocracia dorada, esa que según ella misma acude a trabajar al sector público como un mero favor y a la cual, dicen, si no se le otorgan los altos ingresos que obtienen estarían en el sector privado. Pues ni modo ¡que se vayan todos! Seguramente habrá mexicanos comprometidos con un proyecto nacional que no se sustenta en el beneficio personal, sino en el bienestar colectivo.   

Le preocupa también a la derecha y a sus corifeos que un gobierno diferente que atienda al interés popular –palabra que tanto les preocupa– proponga que la violencia no se resuelva con más violencia ni con el Ejército en las calles ni “policías con disciplina militar”, y menos fortaleciendo el Estado autoritario con carabineros eficientes para dar golpes de Estado o para perseguir estudiantes e indignados, y si en cambio se impulse la creación de empleos bien remunerados, paralelamente a la ampliación de la cobertura a toda la población de la seguridad social, haciendo eficaz y eficiente la impartición de justicia, además de asegurar la honestidad en la impartición de justicia y mejorar el desempeño de los cuerpos policiacos que no deben servir para criminalizar al movimiento social sino para combatir a la delincuencia, organizada o no.
Les aterroriza, por supuesto a las derechas de toda laya, como no, la idea de combatir a los monopolios privados y restringir sus prácticas en las finanzas privadas, la industria, el comercio y los servicios; o reducir el precio de las gasolinas, el diesel y la electricidad, que se deben producir aquí y por el Estado mexicano; les molesta saber que alguien proponga elevar la recaudación fiscal sin crear impuestos que afecten el ingreso de los más pobres sino evitando a evasión y reduciendo los privilegios fiscales a las grandes empresas.
Ciertamente, no les atrae a los quadri, motas y peñas, un proyecto nacional alternativo donde haya otras prioridades que no sean el exclusivo beneficio a los grandes empresarios y sí convertir en política pública el otorgamiento de crédito suficiente, oportuno y barato a las pequeñas y medianas empresas; para crear el millón 200 mil puestos de trabajo que demanda la población que anualmente se incorpora al mercado laboral; o que se haga efectiva la educación laica y gratuita en todos sus niveles y logre elevar la cobertura a 100 por ciento en todos los niveles educativos; o que dé prioridad al transporte público haciéndolo seguro, cómodo y eficiente; impulse el desarrollo económico para eliminar la desigualdad social, ofreciendo a los mexicanos mayores y mejores posibilidades de empleo, estudio y ocio; o que se sustente en una democracia participativa basada en diferentes formas de consulta popular como el referéndum y plebiscito o que permita a la población revocar el mandato de quienes siendo funcionarios públicos se comporten como empresarios haciendo negocios privados con los recursos fiscales que son de todos.
Eso es lo que no quieren, pero cada vez más mexicanos marchan ya por los caminos del cambio verdadero y están dispuestos a construir esa sociedad posible donde se impongan la convivencia democrática que aliente el desarrollo de todas las capacidades colectivas e individuales que poseemos. Ese es el único cambio, el verdadero, el que se construye con el esfuerzo de todos.

Duda que mata

Se pregunta el contador García y Zapata: si el IFE reconoce que no cuidó el “detalle” de la edecán, ¿será capaz de cuidar los votos?

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