domingo, mayo 06, 2012

Grandezas y delirios : Jorge Lara Rivera


Grandezas y delirios
Jorge Lara Rivera

La efeméride que conmemora la Batalla del Puebla (5 de mayo de 1862), no obstante su incuestionable lustre, fue signada esta vez por el contrasentido. Y es que mientras la discreción y la mesura fueron los signos de esa gesta gloriosa del Gral. Ignacio Zaragoza, comandante de la plaza nombrado por el austero Benito Juárez, el más grande presidente que ha tenido México, su recuerdo fue presidido el sábado por dos simas de la negación de esos valores republicanos.
Dispendioso y megalómano, pagado de sí mismo, al jefe del Ejecutivo federal casi sangra la boca al pedir a los jóvenes que juraron bandera, con ocasión de la gloriosa efeméride, servir y anteponer los intereses nacionales a su propio interés personal. Y es que el régimen vendepatrias que encabeza y sus cómplices en la PANdilla con la cual desfalca a México constituyen una vergüenza nacional por sus latrocinios y una decepción sin precedente con su ineptitud. En el usual modo de confundir grandeza con grandote, encubriendo sus desatinos despilfarrando recursos como cuando, ansiosos de una legitimidad que no podrán conseguir nunca con su despreciable conducción de los asuntos públicos, éstos se entregaron al derroche del erario en la celebración 11 años anticipada del bicentenario de la Independencia y cerca de entre 7 y 14 años a la del centenario de la Revolución, buscando más bien meter mano a la masa de recursos públicos a tal fin interesadamente dedicada, tal lo evidenció el fraude multimillonario del inflado presupuesto de la Estela de Luz y el dispendio de millones que significó el distractor desfile, la evasión del espectáculo de luces y el Coloso, ese adefesio sin razón que en el olvido terminó tirado en cualquier patio, mientras Alonso Lujambio Irazábal en SEP y con participación de TURISSSTE administraban el desfalco y la burla a un país empobrecido y anegado de sangre inocente derramada con criminal irresponsabilidad e imprevisión del Ejecutivo federal.

No otra cosa cabe esperar generen los delirios de grandeza de un régimen decepcionante y traidor a la Patria a cuyo pueblo pretende despojar de sus derechos laborales y de su riqueza petrolera entregándola servil y mezquino a intereses ajenos.
Por su parte el cuestionado (en más de un sentido) gobernador poblano corresponde que ni mandado a hacer a esa vertiente de infamias. En unos cuantos meses ha decepcionado de modo mayúsculo a quienes, ilusos y en una rabieta contra el legado de su predecesor Mario Marín, le dieron su confianza en las urnas. Ignorancia supina e incuria de éste con el patrimonio cultural tangible e intagible poblano son sólo parte de los reclamos que se le formulan. Adjudicaciones amañadas y obras que por grosero lucro atentan sin escrúpulo contra la arquitectura de la capital le señalan ya como uno de los regímenes más depredadores que esa entidad ha conocido.
Sin duda Juárez y el Gral. Zaragoza hallarían en tanto y tan banal fasto ocasión de sonrojo y rabia habiendo tantos millones de mexicanos cuya vida transcurre en situación precaria.
Por encima de tiranuelos, arribistas delirantes desprovistos de humanitarismo, fraudes y carnavales, de gestos acartonados y voces engoladas pero fementidas, la gloria de México necesita no a manirrotos, sino las buenas manos y mejor corazón de líderes como los de entonces, firmes y dispuestos a la defensa de una Nación fiel, noble, que insiste en seguir creyendo que la libertad y la dignidad son también posibles para ella.


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