Carlos
Fernández-Vega
México SA
CNBV, peón de la banca
Visto bueno a la ordeña
Incertidumbre bárbara
No es para presumirlo, pero el organismo
gubernamental legalmente responsable de regular y vigilar el sano
comportamiento del sistema financiero que opera en el país y, se supone, de
velar por los intereses nacionales, tomó partido en lo que aparenta ser una
suerte de guerra entre instituciones privadas foráneas y la única
mexicana sobreviviente del proceso privatizador del salinato. Así, el
presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Guillermo Babatz,
brincó a la palestra para defender, espada en mano, el voraz comportamiento de
las trasnacionales del ramo que de México han hecho su paraíso, y justificar el
permanente cuan creciente traspaso de utilidades a sus respectivas
matrices (70 por ciento del total).
Para el funcionario,
“limitar el pago de los dividendos que las filiales de bancos extranjeros
realizan a sus casas matrices sería sujetar a sus dueños a una incertidumbre
bárbara… En México existe una regulación muy clara sobre la transferencia de
dividendos, (y) no entiendo bien por qué razón pretendiéramos cambiar esa regla
y ser caprichosos con la forma en que la subsidiaria paga dividendos a la
matriz… Si por alguna razón, que en mi opinión sería equivocada, se limitara el
monto de dividendos que una subsidiaria puede pagar a su matriz, se ocasionaría
que los bancos que operan en México con excedentes importantes de capital
dejaran de tener esos excedentes de capital” (La Jornada, Roberto
González Amador).
Ese es el mensaje, por
si hubiera dudas y más claro que el agua, que envía el gobierno calderonista a
la sacrosanta banca trasnacional que opera en el país, justo en la víspera de
su convención anual. Para Babatz, lo importante es que, de todas las
utilidades, una parte se reinvierte y otra se paga en dividendos. Pero además
hay inyecciones de capital. Se ha hablado mucho del pago de dividendos pero no
se ha hablado de las aportaciones frescas de capital. En los últimos 10 años el
capital de los bancos, que concentra la reinversión de utilidades y aumentos de
capital, ha crecido en forma importante. El de Banamex ha crecido 10 por ciento
en promedio anual; el de Bancomer, 14 por ciento; Santander, 26; Banorte, 22;
Scotia, 22; HSBC, 17; Inbursa, 9 por ciento, en todos los casos en promedio
anual. Sin embargo, laexportación de ganancias representa el 70 por ciento
de las utilidades totales.
A la vuelta de dos
décadas (desde el fin de la reprivatización bancaria salinista, en 1992, a la
fecha), la única institución bancaria –de 18 en total– que se mantiene en manos
mexicanas es Banorte, y sus principales funcionarios han denunciado que el
negocio bancario en este país ha sido increíblemente rentable para las
trasnacionales financieras que aquí hallaron su paraíso; que el ahorro
interno se utiliza para recapitalizar a los bancos extranjeros, privando a
México de recursos; que “tan sólo entre 2003 y 2011 esas trasnacionales
remitieron a sus países de origen alrededor de 20 mil millones de dólares por
concepto de dividendos (tres cuartas partes de las utilidades anuales); que es
urgente aplicar medidas “para limitar la expansión de la banca global
(Guillermo Ortiz, presidente del consejo de administración de ese grupo
financiero), y que, en síntesis los bancos extranjeros con actividades en
México están ordeñando al país, porque las filiales de bancos extranjeros en
México pagan a sus accionistas un dividendo por el equivalente, en promedio, a
70 por ciento de las ganancias que obtienen aquí, aunque en algún caso el
dividendo equivale a 130 por ciento de las ganancias (Alejandro Valenzuela
del Río, director general del propio corporativo).
Pero el presidente de la
CNBV (organismo dedicado, según reza su propaganda, asalvaguardar la
estabilidad e integridad del sistema financiero mexicano y fomentar su
eficiencia y desarrollo incluyente en beneficio de la sociedad, y con ganas de ser
reconocido a nivel nacional e internacional como una autoridad financiera
confiable e innovadora) considera que tal ordeña es correcta, porque
las trasnacionales financieras reinvierten lo menos y exportan lo
más, de tal suerte que, con guerra o sin ella, el ahorro de los
mexicanos se utiliza para cualquier cosa, menos para promover el crecimiento
económico y el desarrollo nacional.
Como se ha comentado en
este espacio, lo primero que llama la atención al documentar lo increíblemente
rentable que para las trasnacionales financieras ha resultado el negocio
bancario en México es el grueso cuan creciente volumen de utilidades obtenidas
(libres de polvo y paja, y sin considerar los pagarés Fobaproa) en un país con
un crecimiento económico verdaderamente raquítico (2 por ciento como
promedio anual en las últimos tres décadas). Para dar una idea, en el periodo
2001-2011 la totalidad del sistema bancario que opera en México reportó
utilidades netas por poco más de 517 mil millones de pesos, de los que cerca de
400 mil millones se quedaron en las alforjas de la española BBVA-Bancomer (151
mil millones), la estadunidense Citi-Banamex (116 mil millones), la también
española Santander (82 mil millones), la canadiense Scotiabank (27 mil millones)
y, desde 2003, la británica HSBC (23 mil millones). Así, la ordeña denunciada
se traduce en lo siguiente: de los 400 mil millones de pesos que en utilidades
netas obtuvieron esas cinco trasnacionales financieras, alrededor de 280 mil
millones (algo así como 21 mil millones de dólares al tipo de cambio actual)
fueron remitidos a sus respectivas casas matrices. Y de ellos, 67 por ciento
corresponden al BBVA (que, a precio de ganga, se quedó con seis de los bancos
reprivatizados en el salinato) y Citigroup (con dos; entre ambos, el 50 por
ciento de las ex sociedades nacionales de crédito pasaron a formar parte de sus
haberes).
El balance resulta
terrible para los intereses nacionales y no hay visos de que la situación se
modifique, pero el presidente de la CNBV considera que modificar el paradisiaco
trato otorgado a las trasnacionales financieras sujetaría a sus dueños a
una incertidumbre bárbara, amén de que sus dueños no se van a sentir
cómodos. Pobrecitos barones del dinero, pero ¿y México? Entonces, bárbara, lo
que se llama bárbara, resulta la ingravidez del gobierno presuntamente
mexicano, el cual no sólo ha promovido la extranjerización e impunidad del
sistema financiero que opera en el país, sino que de plano presume y aplaude el
saqueo.
Las rebanadas del pastel
Pues nada, que Ixca Cienfuegos ya tiene
compañía permanente.
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