Gobierno corrupto... pueblo pobre
Por: Virginia González Melgarejo
Uno de los peores males del país es la corrupción. Es sabido que el Índice de Percepción de la Corrupción se encuentra estrechamente vinculado con el grado de corrupción en el sector público. Ahora bien, con una medición elaborada por el Portal de Transparencia, que va del cero –corrupción absoluta– al 10 –nada de corrupción–, la lista mundial la encabeza Nueva Zelanda (9.5) como el país menos corrupto, mientras que México se ubica en el nada honroso lugar número 100 de 182 países con una calificación de 3. La cosa empeora cuando se compara a México con los países integrantes del G–20. Ahí ocupamos el lugar 16, y la cosa se pone todavía peor cuando se compara a México con los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde de 34 países miembros, México ocupa el puesto 34, es decir, es el más corrupto.
El fenómeno de la corrupción va estrechamente ligado con el desarrollo de un país. En los países de menor corrupción, se presentan los indicadores más altos en los niveles de bienestar de la población. Por eso en México el abatimiento del nivel general de vida, se acompaña de mayor corrupción.
En efecto, los gobiernos que hemos padecidos por décadas son cada vez más corruptos y más cínicos; el abuso y el dispendio de los recursos públicos, quedó evidenciado en la revisión de la Cuenta Pública de 2010 realizada por la Auditoria Superior de la Federación (ASF). Lo que se encuentra en este documento, es vergonzoso. Por ejemplo, al fiscalizar a la propia Cámara de Diputados se encontraron irregularidades como, vales para gasolina cuya distribución es libre y poco transparente, vehículos abandonados que están asegurados; también se encontraron adquisiciones adjudicadas en forma directa y cuyo gasto no se pudo comprobar; tampoco hubo documentos que sustentaran el destino de cuantiosos de recursos. En resumen, las observaciones de la ASF dicen que en el gasto de la Cámara de Diputados existe opacidad, hay recursos utilizados sin fiscalización, existen pasivos no registrados contablemente, saldos de cuentas pendientes de depurar, gastos que no contribuyen a la racionalización de los recursos puestos a su disposición, adquisición de bienes y contratación de servicios de los cuales se desconoce si se realizaron o no.
Finalmente, la ASF logró recuperar como consecuencia de dicha revisión, 7 mil 826 millones de pesos. Pero con todo esto, nos es extraño que ocupemos esos lugares materia de corrupción. De las dependencias fiscalizadas ninguna se salva de observaciones, la semana próxima le informaré de los gastos en la Presidencia de la República para que vea usted lo que hacen las “manos limpias” de los “gobiernos del cambio.”
Acabar con la corrupción como se barren las escaleras, de arriba hacia abajo, es uno de los compromisos con el país establecidos por Andrés Manuel López Obrador, a quien su trayectoria como servidor público y el haber manejado de manera impecable el presupuesto de la ciudad más grande del mundo sin haberse robado un solo centavo, lo avalan, sin duda. El cambio verdadero, no lo dude, esta por venir.
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