lunes, febrero 20, 2012
Ricardo Raphael : Quadri, candidato inexplicable
Ricardo Raphael
Quadri, candidato inexplicable
A Gabriel Quadri lo conocí hacia finales de la década de los 90; junto con Francisco Gil Villegas los tres somos los comentaristas más antiguos del noticiario matutino Enfoque, conducido por Leonardo Curzio Gutiérrez, prácticamente desde entonces.
He escuchado sus puntos de vista, casi siempre con admiración. Me consta que la inteligencia de Quadri es excepcional. No importa el problema, en pocos minutos establece un fino diagnóstico, exhibe las posiciones y ofrecer una ruta de salida.
Si bien el medio ambiente es la materia a partir de la cual ha construido su reputación, el polemista Quadri cuenta con opiniones sedimentadas en casi cualquier asunto de interés público.
Hombre de razones, ha ido haciendo escuela y construyendo una larga lista de seguidores, quienes difícilmente nos atreveríamos a disentir con sus puntos de vista, al menos en cuanto a la ecología.
Hace un par de años, cuando emitió un reporte de impacto ambiental que favorecía la construcción de la Supervía en el DF, tuve que enfrentar a los amigos activistas que aún combaten la obra, asegurándoles que Quadri es un hombre honesto y solvente.
Lo he oído disertar contra la corrupción, los intereses torcidos y los políticos abusivos; como pocos, ha puesto el dedo en la llaga cuando el espacio público intenta ser secuestrado o cuando la democracia mexicana sucumbe ante las fuerzas retardatarias.
Por lo anterior debo decir que me sorprendió que Gabriel Quadri aceptara la candidatura del Partido Nueva Alianza para la Presidencia de la República. He buscado en entrevistas y declaraciones que ofreció a la prensa las razones que le llevaron a esta decisión, desde mi punto de
vista, tan cuestionable.
Mi curiosidad quiere encontrarse con el Quadri de los grandes argumentos y quizá por ello, hasta ahora, se halla maltrecha y decepcionada. Nos debe a sus amigos, seguidores y radioescuchas una explicación coherente. ¿Sabe Gabriel Quadri que no fue la base militante del Panal quien lo
eligió como candidato porque en ese partido la democracia es valor inexistente? ¿Sabe que buena parte de los promotores electorales que operarán su campaña se hallan financiados con dinero que es público y que ha sido arrebatado al presupuesto educativo? ¿Va a avalar que, según cifras de la ASF, más de 25% de los profesores de educación básica reciben sueldo y sin embargo permanecen alejados de las aulas? ¿Tiene conciencia de que la cúpula del SNTE —la misma que dirige al Panal— controla buena parte de la estructura educativa en el país, precisamente gracias a que vende favores irregulares en las urnas?
¿Por qué Quadri ha puesto su reputación al servicio de uno de los liderazgos políticos más desacreditados? ¿Tiene este hombre una propuesta educativa propia o va a hacer apología del discurso que el SNTE nos ha impuesto durante tantos años?
El rompimiento de la alianza entre el Panal y el PRI, la candidatura panista de Josefina Vázquez Mota y el pleito viejo entre Elba Esther Gordillo y Andrés Manuel López Obrador son hechos que, por coincidencia afortunada, han colocado al poderío de la cúpula magisterial en franca
debilidad.
Acaso como no había ocurrido desde principios de los años 90, la oportunidad para que las cosas cambien en la política educativa no había sido tan grande: esa fuerza (SNTE-Panal) no tiene boleto para la siguiente ronda y, en consecuencia, por un tiempo, el liderazgo de la profesora no va a imponer veto sobre la reforma educativa que otros actores impulsen.
La circunstancia es extraordinaria si se busca quebrar los intereses conservadores, deshonestos, antidemocráticos y abusivos que controlan la política más importante para el desarrollo mexicano.
Justo en este contexto resulta incomprensible que un hombre de la talla de Gabriel Quadri se preste a servir como aval de cuanto pecado él ha señalado como inadmisible en la política mexicana. Puedo meter la mano al fuego y afirmar que no aceptó esta candidatura a cambio de dinero, aunque dudo si la vanidad no terminó tentándolo.
Me queda una última línea de reflexión y la voy a usar para pedirle a Gabriel, con amistad y responsabilidad, que recapacite. Aún puede retractarse y no jugar de cómplice ante una circunstancia que ni el mejor argumentador del mundo podría justificar.
Analista político
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