Desvanecida ilusión
SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ
De los tres últimos sexenios, el presente es el peor cuarto año de gestión pública. No es para menos; el presidente del empleo, el de las manos limpias, ha sido el menos eficiente y probo: tres de cada cuatro ciudadanos del municipio de Puebla consideran que Felipe Calderón no ha estado a la altura de los retos, carece de liderazgo, capacidad, credibilidad y de atributos para gobernar. No es para menos. Cuando fue ungido con la banda presidencial había 9.5 millones de desocupados, subocupados y disponibles en el país; tres años después eran ya 12.2 millones los que tenían esa condición; la tasa de desempleo abierto había pasado de 19 a 23 por ciento. El producto interno bruto por habitante será, a diciembre del año en curso, de 6 mil 828 dólares a precios constantes del año 2000; en diciembre de 2006 dicho producto era de 6 mil 912; la tasa de crecimiento observada en cuatro años ha sido de –0.31 por ciento; si la economía creciera en los dos próximos años a las tasas proyectadas por el Banco de México, al concluir el sexenio de Felipe Calderón la tasa de crecimiento anual del producto por habitante habría sido de 0.8 por ciento, la más baja de los últimos cuatro sexenios. No hay mucho que informar, entregar el escrito del IV Informe de gobierno es lo más decoroso para quien ha traicionado a quienes en él confiaron alguna vez.
SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ
De los tres últimos sexenios, el presente es el peor cuarto año de gestión pública. No es para menos; el presidente del empleo, el de las manos limpias, ha sido el menos eficiente y probo: tres de cada cuatro ciudadanos del municipio de Puebla consideran que Felipe Calderón no ha estado a la altura de los retos, carece de liderazgo, capacidad, credibilidad y de atributos para gobernar. No es para menos. Cuando fue ungido con la banda presidencial había 9.5 millones de desocupados, subocupados y disponibles en el país; tres años después eran ya 12.2 millones los que tenían esa condición; la tasa de desempleo abierto había pasado de 19 a 23 por ciento. El producto interno bruto por habitante será, a diciembre del año en curso, de 6 mil 828 dólares a precios constantes del año 2000; en diciembre de 2006 dicho producto era de 6 mil 912; la tasa de crecimiento observada en cuatro años ha sido de –0.31 por ciento; si la economía creciera en los dos próximos años a las tasas proyectadas por el Banco de México, al concluir el sexenio de Felipe Calderón la tasa de crecimiento anual del producto por habitante habría sido de 0.8 por ciento, la más baja de los últimos cuatro sexenios. No hay mucho que informar, entregar el escrito del IV Informe de gobierno es lo más decoroso para quien ha traicionado a quienes en él confiaron alguna vez.
En el municipio de Puebla la percepción de inseguridad pública es similar a la corrupción imperante en la administración pública, de 8.2 puntos medida en una escala del uno al 10, y el desempeño del presidente de la República es similar a la valoración de su gestión, 6.1 puntos en la misma escala, esta ultima calificación es la menor de todo el sexenio de Calderón, y también la más baja de los tres últimos sexenios. La ineficiencia para cumplir con las tareas propias del cargo (educación, salud, pobreza, campo, empleo, resolución de conflictos, lucha contra la corrupción y el narcotráfico y lucha contra la inseguridad pública ) es casi el doble que la eficiencia demostrada; el resultado final es una nota reprobatoria de 4.2 puntos. La relación del presidente con los otros niveles de gobierno y los otros poderes de la Unión también es percibida como deficiente: hace tres años, 74 por ciento de los ciudadanos decía que dicha relación era buena, y 26 por ciento manifestó lo contrario; hoy, es de 56 y 44 por ciento respectivamente.
Entre el primer y el cuarto año de gobierno, la capacidad de Felipe Calderón para enfrentar adecuadamente los problemas nacionales pasó de 48 a 25 por ciento, y su incapacidad de 52 a 75 por ciento. Lo mismo sucedió con la credibilidad en la institución presidencial, entre agosto de 2007 y el mismo mes del año en curso, los que decían que tenía mucha o bastante credibilidad bajaron de 44 a 38 por ciento y, en sentido inverso, los que decían que poco o nada creían pasaron de 45 a 62 por ciento. A la pregunta expresa sobre la capacidad de Felipe Calderón para atender la presidencia, tres de cada cinco ciudadanos creen que no la tiene, en tanto que dos ciudadanos consideran que sí. Sumados cuatro atributos de gestión (honradez, credibilidad, liderazgo y cercanía con la gente), los que consideran que los posee son casi los mismos que los que dicen que carece de ellas; la caída de la percepción de atributos ha sido de 30 por ciento.
En lo social, la gestión presidencial es percibida como favorable sólo para los empresarios y desfavorable para todos aquellos que no tienen esa condición, en especial los más excluidos han sido los pobres y los migrantes. Sumadas los apoyos otorgados a las mujeres, niños, ancianos, indígenas, campesinos, estudiantes, deportistas, migrantes, pobres y empresarios, tres de cada cuatro ciudadanos del municipio de Puebla que poseen teléfono en casa consideran que los apoyos gubernamentales han sido pocos o nulos y uno de cada cuatro cree que han sido muchos o bastantes. En lo que va del sexenio, la caída en la percepción de ayuda ha sido de 21 por ciento. Una ineficiente gestión, niveles mayores de inseguridad pública y de corrupción gubernamental y nulo o inexistente apoyo a grupos vulnerables se traducen en una valoración negativa de la gestión: en el primer año de gobierno, 56 por ciento tuvo una opinión buena de Calderón, y 18 por ciento se expresó mal; hoy están empatadas, en 32 por ciento, ambas posiciones.
En el municipio de Puebla, la primera mayoría electoral le corresponde al PAN, partido que ganó las seis diputaciones y la presidencia municipal en el pasado mes de julio; en dicho municipio, los ciudadanos que desaprueban la gestión de Felipe Calderón son mayoría absoluta, pasaron de ser 26 por ciento en agosto de 2007 a 55 por ciento en este mes. Una crisis económica muy profunda, una política económica pro cíclica y una gestión deshonesta e ineficiente convalidan esa percepción.
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