LA IZQUIERDA COMBATIENTE
Jorge Chávez Palma
Desde las hondonadas de la historia y el socavón del tiempo, viene naciendo la izquierda, gota a gota va creciendo hasta alcanzar una estatura desmesurada, a través de ideas, concepciones del mundo y de la vida, interpretaciones abstractas, reflexiones de gran complejidad teórica que se les fueron presentando a los seres humanos, barruntos ideológicos que fueron madurando con la experiencia cada vez más nutrida y apabullante con el correr de la evolución, para conformar una posición frente al discurrir. Si todo cambio significaba progreso y avance hacia adelante y, todo ello ofrecía una revolución de las cosas, en contraposición, estaba la actitud contraria, y adversa, de quienes se oponían y postulaban el retroceso, el estancamiento, la involución. Es aquí donde se perfilan las dos grandes corrientes de pensamiento, expresadas filosóficamente, materialismo versus idealismo, que se viene expresando durante el gran trecho de la civilización humana.
Quizá sea Espartaco quien enarbola la actitud del progreso, cuando encabeza la liberación de sus compañeros ilotas del Circo Romano que servían para solazar a la plebe en plena sociedad esclavista; pudieron ser las raíces anchurosas de la izquierda en la saga viril de un individuo que asume su papel libertario gracias a la intuición y la sensibilidad natural que lo impele a expresar entre los fulgores de su causa una decisión intachable, donde la acción de las masas es la que impone este acontecimiento.
Jorge Chávez Palma
Desde las hondonadas de la historia y el socavón del tiempo, viene naciendo la izquierda, gota a gota va creciendo hasta alcanzar una estatura desmesurada, a través de ideas, concepciones del mundo y de la vida, interpretaciones abstractas, reflexiones de gran complejidad teórica que se les fueron presentando a los seres humanos, barruntos ideológicos que fueron madurando con la experiencia cada vez más nutrida y apabullante con el correr de la evolución, para conformar una posición frente al discurrir. Si todo cambio significaba progreso y avance hacia adelante y, todo ello ofrecía una revolución de las cosas, en contraposición, estaba la actitud contraria, y adversa, de quienes se oponían y postulaban el retroceso, el estancamiento, la involución. Es aquí donde se perfilan las dos grandes corrientes de pensamiento, expresadas filosóficamente, materialismo versus idealismo, que se viene expresando durante el gran trecho de la civilización humana.
Quizá sea Espartaco quien enarbola la actitud del progreso, cuando encabeza la liberación de sus compañeros ilotas del Circo Romano que servían para solazar a la plebe en plena sociedad esclavista; pudieron ser las raíces anchurosas de la izquierda en la saga viril de un individuo que asume su papel libertario gracias a la intuición y la sensibilidad natural que lo impele a expresar entre los fulgores de su causa una decisión intachable, donde la acción de las masas es la que impone este acontecimiento.
En Alejandría llega a estar presente la izquierda con Hipatia, la guardiana del saber y del conocimiento de la antigua edad, matemática de grandes saberes y estoica defensora de la Biblioteca. Fue atacada por las hordas de pueblos nómadas y el templo de libros que habían sido atesorados con el esfuerzo de generaciones enteras fue, igualmente, destruido.
Las grandes zancadas del conocimiento, durante el renacimiento, hicieron surgir a figuras como Giordano Bruno, estudioso de la astronomía, impulsor del conocimiento sideral, promotor de enormes avances con el telescopio y descubridor de los movimientos de la Tierra, acusado de Herejía por el Santo Oficio. Fue llevado a la hoguera, allí estaba vivo el carácter de echar adelante las reflexiones de avanzada, en la lucha incansable por reivindicar el entendimiento y empujarlo entre el estercolero de sotanas que desde entonces inunda nuestro mundo.
La izquierda atraviesa por senderos de la campiña francesa y se pasea airosa por los habitáculos de la Bastilla donde adquiere su nombre propio, teniendo enfrente a la Gironda que representan a la derecha libertina. Reanuda su paso hasta llegar a ocupar muchos otros bastiones que se van perfilando ente la conmoción de acontecimientos estruendosos de la crónica. En la Revolución Francesa, los jacobinos visten a la izquierda de colores que tiñen el ánimo y el vigor de la clase obrera, ondeando el negro y el rojo hacia el combate contra la burguesía, causante de todos los males de nuestra civilización devastada.
Casi un siglo después, en la Comuna de París brilló en lo alto del cenit la estrella de los proletarios cuando le arrebataron el poder a los potentados de Francia y durante tres meses fueron capaces de demostrar la forma de organizar al Estado en beneficio de las grandes masas depauperadas para construir nuevas formas de producción antes de ser aplastados por la sevicia imperial.
La izquierda reivindica el grito ensordecedor de todos los movimientos y las fuerzas de independencia de pueblos ultrajados por el colonialismo depredador y va cargando la lápida del Pípila, en la Alhóndiga de Granaditas, Hidalgo con sus decenas de miles de andrajosos de la historia escribe las páginas de una izquierda que va pergeñando con su estandarte, caminos de libertad y Juárez fue abrazado por la izquierda del liberalismo mexicano.
Con la generación del medio siglo XIX la izquierda estampa su sesgo proletario y se escribe con el horizonte del Manifiesto Comunista la rúbrica estentórea de Marx y Engels, los que inventaron las categorías de la lucha de clases, la dialéctica y la concepción materialista de la historia.
Se ufana la izquierda con los versos de Martí, arrulla los campos de las cinco repúblicas sostenidas con la espada de Bolívar, recoge en cada escenario el valor de sus protagonistas y se pinta del negro de los haitianos en la primera liberación de nuestra América saqueada y va compartiendo derrotas y victorias en cada continente.
Los destacamentos campesinos de Villa y Zapata se echan al hombro sus cananas para defender el ideal del progreso y el cambio que con urgencia exigían sus huestes y arrasan con los restos de la dictadura más dilatada en nuestros anales, se ven agitados con el anarquismo de Ricardo flores Magón con una nueva visión de la realidad.
La izquierda es la insignia de nuestra Rosa Luxemburgo y sus camaradas alemanes con una moral sublime como para dar la vida por sus convicciones y principios que llevaron pegados a su conciencia hasta caer asesinados por las balas del fascismo en ciernes. También estuvo entre las barricadas del asalto al cielo que los bolcheviques culminaron en 1917, la izquierda arañó los vestigios de una utopía, la del socialismo científico cuando pusieron pedruscos para edificar un mundo nuevo, con Lenin a la cabeza de una pléyade de revolucionarios.
En el Vietnam heroico resonaron los tambores de la victoria contra el imperialismo depredador y las masas encabezadas por el ilustre Ho Chi Minh pasaron lista de presentes en esta historia.
Lumumba ilumina los caminos en África que llegaron hasta Mandela para incursionar en el techo de la negritud acrisolada y pudieron volcar sus esfuerzos hacia su independencia respecto del imperio y con arrojo expulsan al colonialismo a sus lugares de origen y es la izquierda quien les otorga su condición de ciudadanos del mundo.
En el 68, la izquierda circunda las barriadas de París, México, Tiananmen y ya se escucha el murmullo del fantasma que recorre el mundo la protesta encabezada por el Che Guevara contra los opresores, protesta de nuestra izquierda que decora con la entrega de su vida.
¡Insensatos! Quienes intentan dilapidar este legado en beneficio personal y de familia a cambio de unos denarios convertidos en puestos que van a engrosar las talegas. Aunque se autonombren de izquierda, la historia no les otorgará su aval. Esta historia que no terminará, que construye su futuro a cada momento, que alumbra los caminos insondables de cada generación, que la izquierda mantiene encendida con la tea impregnada de dignidad y que ciudadanos cabales recogen con humildad para retomarla en sus acciones.
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