La educación según Lujambio. Un nuevo proyecto de nación
Enrique Calderón Alzati
Enrique Calderón Alzati
En una singular ceremonia realizada el jueves de la semana pasada, para revisar y festejar los logros del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), en la que se dieron reconocimientos a diversas empresas por sus significativos apoyos a la educación del país, entre las que destacan Televisa y Televisión Azteca por sus aportaciones para mejorar el nivel educativo de nuestros estudiantes, el maestro Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública, afirmó: “Yo he dicho muchas veces en privado, y lo digo en público, que la televisión, que muchas veces se le llama la ‘caja tonta’, puede también ser la ‘caja más lista’, el instrumento más poderoso para la educación de millones y millones de personas”. Su entusiasta reconocimiento a las cadenas televisoras y de manera particular a sus telenovelas constituye sin duda una declaración sin precedente, por sus posibles implicaciones para el futuro de México, en las que seguramente el secretario de Educación estaba pensando.
La afirmación me permitió descubrir con asombro, como seguramente a muchos otros compatriotas, que el maestro, además de ser un gran educador, es realmente un estadista capaz de redefinir el rumbo de la economía y de la nación misma, con ideas profundamente innovadoras y brillantes. Consideremos, por ejemplo, las implicaciones que tendría de inmediato considerar los enormes presupuestos de estas dos empresas, como parte del dinero que nuestro país gasta en educación. Este incremento presupuestal nos colocaría entre las naciones de la OCDE con mayores niveles de gasto educativo, y todo ello sin tener que crear nuevos impuestos o incrementar los existentes.
El paso sería decisivo para subir de inmediato las calificaciones de nuestro país ante la comunidad internacional, así como para atraer la atención de empresas interesadas en establecer plantas de alta tecnología, el cual traería aparejada una reducción drástica de la actual fuga de cerebros y un incremento en los niveles de salario de los trabajadores mexicanos que sin duda serían contratados por ellas. Al leer con cuidado la crónica del acto pude percatarme de la visión de este funcionario, descubriendo que por primera vez en varias décadas nos encontramos ante un hombre visionario, que a diferencia de los demás personajes de los círculos políticos realmente tiene un proyecto de nación, inspirado en este caso en un libro maravilloso de Aldous Huxley. Ello me llevó a pensar que con su discurso, Lujambio estaba señalando su intención de pasar a la historia como el hombre que logró consolidar el proyecto del “Mundo Feliz”, síntesis de la perfección a la que la humanidad debiera orientar sus esfuerzos. Nuestro país podría convertirse así en el líder del nuevo orden mundial.
Por otra parte, la idea es además no sólo viable, sino de instrumentación inmediata y con costos relativamente marginales, en virtud de la gran experiencia que las televisoras podrían aportar al sistema educativo, que se vería beneficiado de inmediato con la incorporación de los brillantes educadores que hoy laboran en esas empresas. Hombres de ciencia de talla internacional y literatos de primer orden coordinarían el diseño de los nuevos programas educativos para llevarlos luego a grandes sectores de la población, aboliendo de golpe los aburridos –por no decir insufribles– libros de texto, la trivialidad sería de un golpe eliminada de las mentes desorientadas de nuestros estudiantes, para sustituirla por la información detallada de los constructores del mundo virtual de las telenovelas.
Los intensos conocimientos en torno a las ideas y la filosofía escenificadas en los reality shows podrían ser utilizados para las pruebas de Tenlace, complementándolos con reactivos que permitiesen determinar el nivel de comprensión de los diferentes mensajes comerciales transmitidos sistemáticamente, mejorando de paso la posibilidad de realizar estudios de mercado que podrían ser exportados a otras naciones. Las matemáticas podrán ser ejercitadas con los datos estadísticos de los deportes o bien con las cifras reportadas de manera cotidiana en torno a las gloriosas guerras contra el crimen organizado.
En la reunión del INEA se habló del rezago que aún persiste en materia de educación, el cual podría ser erradicado en unos cuantos años de forma sencilla, simplemente “erradicándolo”; la propuesta del maestro es desde luego clara: el analfabetismo dejaría de ser problema si ya nadie necesitará leer, gracias a la televisión que lo ha hecho obsoleto e innecesario; seguramente el mejor ejemplo de esto es el propio secretario de Educación, que como él mismo dice, “no se avergüenza en afirmarlo una y otra vez”. Pero no sólo se resolverían los problemas de lectura, el interés por la ciencia sería incrementado con los programas de horóscopos y las recomendaciones en torno al cuidado de la salud que los televidentes vienen disfrutando de tiempo atrás con la información vertida durante los cortes comerciales.
La parte central de la propuesta está en las telenovelas, con su temática profundamente ética y humana, en la que hombres y mujeres ejemplares muestran constantemente cómo el camino del trabajo, del comportamiento responsable y la búsqueda del conocimiento constituye no el mejor, sino la única vía a seguir, todo esto dicho a través de historias de heroísmo, lealtad, desinterés y sobre todo de concordia y de colaboración en busca de un futuro predecible y mejor. Lo más loable del proyecto es el alto grado de congruencia que se lograría con todo lo que se ha venido realizando por los diferentes gobiernos de las últimas décadas, sin que pudiésemos saber hacia dónde apuntaban sus acciones, como lo podemos ver en este significativo mensaje.
Alguien me ha dicho que no le busque tanto, que en realidad el discurso no era otra cosa que un coqueteo más con las televisoras, que hoy dedican sus atenciones hacia Peña Nieto, pero esto me parecería que no va con las pretensiones y la estatura intelectual del maestro.
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