Un AMLO triunfal en equinoccio de primavera
Jane de la Selva
2011-03-21
Jane de la Selva
2011-03-21
Con el influjo juarista que anuncia el alumbramiento de la primavera, AMLO y sus colaboradores presentan al pueblo de México desde el auditorio nacional de la capital el proyecto alternativo de nación que promete un futuro mejor para nuestros hijos. La luna llena de Marzo, que oculta es en la luz, también los acompaña, junto con los miles de militantes regados por el campo mexicano que despiertan al cantar de los gallos y que aguardan a la expectativa la oficialización de las tendencias provenientes de un nuevo escenario revolucionario que se percibe con la esperanza renacida, celebrando un nueva relación moral con la Madre Tierra. Una nueva corriente de pensamiento apoyada en la inmensa bondad de nuestra gente en pos de una existencia donde las satisfacciones provengan del bien actuar y no de la codicia o deseo inculcado de alcanzar la posesión material. Una idea que ante la potencia de hacerse realidad aviva nuestra esperanza.
Para nosotros, la revalorización del campo y el campesino es el principio de la transformación. Porque un pueblo mal alimentado no podría dar lo mejor de sí, resultaría debilitado para ser propiamente educado. Un territorio pródigo pero abandonado o cedido al control de las transnacionales que lo dilapidan, no logrará jamás su auto sustento. Esclavo de las producciones exclusivas para la exportación que han enriquecido a particulares, o a expensas de la importación de lo que se consume, se ha denigrando la noble actividad de generar el alimento sano que nos merecemos. Ha empobrecido a los pequeños productores criollos que ante el abandono y el alejamiento de sus técnicas limpias para sembrar fueron orillados a huir con sus vidas atadas a un bulto a poblar insensatamente las ciudades. A la deriva sus manos recias que nostálgicas se preguntaron un día, ¿y ahora qué?
A casi cien años de éxodo no han logrado desarraigar el dolor de aquella pérdida obligada por el hambre y aposentados en una tierra que se les entregó como símbolo de una libertad que pronto se percataron no fue sino un engaño que no significó progreso sino retroceso. El ejido que poseían eventualmente canjeado en trueque por papelitos impresos con números que no tardaron en esfumarse tras el producto producido por compañías internacionales, capado por la manipulación genética que no volvió a producir semillas germinadoras. El único propósito: monopolizar el mercado, que no se pudiera reproducir sin comprarles a ellos la semilla.
Pero en este pueblo de la sierra alta, del México profundo, subsisten algunos que han insistido en vivir y sembrar como antaño. Doña Elena de ochenta y tantos atiende la tienda surtidora de semillas orgánicas. Nadie como ella conoce cada una y su proceso de crecimiento, de almacigado y cuidado. El maíz blanco y morado que se da de un tierno que las futuras generaciones ya no conocerían de no ser por nuestra insistencia. El café recién molido y tostado lo produce y sube de sierra abajo otro anciano que lo despacha a una sola abarrotera de esquina, donde resguardan con silencioso orgullo el secreto de poseerlo. Así es aquí, nadie le quiere vender nada a uno. Hace años Doña Elena al ver mi frustración de no conseguir en el pueblo más que Nescafé, y negada a consumirlo, por fin se apiadó y me develó el secreto del magnífico tesoro sembrado en las laderas bajas y escondido bajo aquella vieja caja registradora.
Que el campo pródigo es nuestra esperanza, creámoslo. Aquel que amenaza con desaparecer. Que debe florear con sus copiosas espigas plenas de nuevas semillas para dar continuación a la vida sin haber sido contaminadas con la falacia de la superproducción. Que encierran su germen preciado en la pulpa de sus frutos. El auge de plantar lo que se da en cada región libre de alteración genética, sin inhibiciones malignas en su sabia naturaleza. La reestructuración y reinstalación de estos valores perdidos y enterrados en la globalización frenética lo que destruye nuestra originalidad, nuestra esencia más honorable y ancestral. Todo esto es lo que aquí se espera recuperar con el proyecto alternativo de nación que implementaremos juntos con AMLO y su equipo. Esta fue en su momento una ilusión que nos orilló a unirnos al movimiento de regeneración nacional que impulsamos para la presidencia de la nueva república en 2012, su particular amor al campo. Para comenzar el retorno a lo nuestro, a lo autóctono. Para encaminar a México hacia la autosuficiencia, hacia la salud, hacia la meta de un renovado ánimo para rescatar los valores de un pueblo que hoy se rehúsa a continuar siendo esclavizado y sufrido. Que viva la fuerza primaveral, que viva Juárez, que viva la propuesta de una regeneración nacional que para nosotros habitantes de los valles despoblados, significará el retorno al campo productivo para el beneficio de las mayorías, a la finalización de las políticas excluyentes y amorales que vilmente separó a nuestro pueblo de él.
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