CARPETA
Los días maravillosos
SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ
Los primeros días de las gestiones públicas generan desbordado optimismo: propios y extraños quieren creer que la entrante administración será diferente a la anterior, y en caso de tener una valoración positiva de los relevados, la nueva gestión, de probos superhéroes será mucho mejor. Los cambios, en esa concepción lineal de la historia, sólo pueden ser positivos y para beneficio colectivo. Así se creyó durante los primeros meses de los ediles Enrique Doger y Blanca Alcalá; en los primeros 100 días de los gobernadores Melquiades Morales y de Mario Marín; también en los de Vicente Fox y Felipe Calderón, y lo vuelve a ser con Rafael Moreno y Eduardo Rivera. Mención aparte merece Ernesto Zedillo, quien asumió el cargo bajo la protesta del fiel de la balanza, en medio de una fuerte crisis económica y terminó muy bien valorado cuando entregó el cargo a Vicente Fox; tales son algunos de los resultados de 11 encuestas de opinión pública aplicadas telefónicamente en el municipio de Puebla entre los años de 1999 y 2011.
Las demandas ciudadanas en el municipio de Puebla son prácticamente las mismas desde hace tres gestiones: la inseguridad pública es considerada el problema central de las colonias y del municipio. Un mejor sistema de vigilancia y de administración de justicia ayudaría en algo a resolver ese problema, y mucho mejor si los jóvenes estuvieran en las escuelas; los adultos en el trabajo; hubiera seguridad alimentaria para todos y la administración pública tuviera un desempeño eficiente y honrado. Los servicios públicos y la obra pública son ubicados como el segundo y tercer problema de las colonias, en tanto que la mala administración pública y la obra pública se visualizan como el segundo y tercer problema del municipio. Las personas de 18 años o más que radican en Puebla desean que el presidente municipal logré conformar un gobierno eficiente, honesto e incluyente (32 por ciento); que combata la inseguridad (32 por ciento) y que atienda los problemas económicos (25 por ciento): si pudieran hablarle, le dirían que gobierne con honestidad, eficiencia y respetando la pluralidad (39 por ciento); que se aplique en fomentar el empleo (27 por ciento) y enfrente al crimen organizado (20 por ciento).
La valoración de la presidencia municipal de Eduardo Rivera es más o menos similar a las dos anteriores: los insatisfechos con la obra pública (guarniciones, banquetas, pavimento, puentes, pasos peatonales, alcantarillas) son más que los satisfechos (Blanca Alcalá y Eduardo Rivera); en cambio, con Enrique Doger sucedió lo contrario. Con relación a la prestación de servicios (recolección de basura, mantenimiento de parques y jardines, limpieza de calles, señalización vial, vigilancia y alumbrado público), la calificación promedio otorgada al actual presidente fue de 6.4; la de Enrique Doger de 6.6 y la de Blanca Alcalá de 6.2 puntos, siempre en una escala del 1 al 10.
Eduardo Rivera registra una valoración favorable; los ciudadanos que asocian a ese político con atributos positivos son más que lo que lo hacen con atributos negativos; su aceptación es alta, pero no tanto como la que en sus primeros meses registró Blanca Alcalá. Comparada la forma en que se desempeñan el presidente municipal y el gobernador, Doger y Alcalá tuvieron luz propia y mejor desempeño que el gobernador Mario Marín; en cambio, Eduardo Rivera es opacado por Rafael Moreno; quizá por ello busca el milagro en Navarra con la beatificación Juan de Palafox y Mendoza.
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