Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Es muy claro que el operativo anticrimen de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), tiene tan sólo una finalidad mediática. En los hechos nada habrá de influir para que se reduzca la incidencia de crímenes a lo largo y ancho del país. Se dio el lamentable caso de que en pleno operativo incluso aumentó la cifra de asesinatos, como en Monterrey, con una saña aún mayor para que no quedara duda de que por allí no se va a conseguir frenar la violencia. Menos todavía cuando Felipe Calderón sigue insistiendo en mantener su estrategia de combatir a las bandas criminales con más violencia, lo que a su vez ha traído consecuencias nefastas de las que los únicos beneficiados son los traficantes de armas largas y cortas.
Cabía esperar que al menos durante la semana del operativo la delincuencia organizada tomara unas vacaciones, a fin de regresar con nuevos bríos al finalizar dicha maniobra de alcances nacionales, pero ni siquiera sirvió para eso. Es evidente que las bandas delictivas han perdido el respeto a las autoridades, del nivel que sean, incluidas tropas del Ejército y la Armada. Tal es el saldo más lamentable de la “guerra” de Calderón, el desprestigio al que condujo a las fuerzas armadas, que será muy difícil y costoso volver a recuperar en los años venideros después del 2012, sin que siquiera hubiera valido la pena, al poder decir que se ganó tan absurda lucha. Ni siquiera eso.
Ahora la Conago pasó a ser coadyuvante en la “guerra” de Calderón, favor que le habrán de cobrar seguramente con más recursos fiscales. Esto será positivo para las finanzas estatales, pero será lo único favorable que dejará el operativo anticrimen de la Conago. De ahí que se vea como inacabable, larguísimo, el trecho que falta para que termine el sexenio más infortunado en la historia del país. Si al menos la Conago hubiera sacado algún acuerdo que favoreciera a los habitantes de las treinta y una entidades federativas, hubiera valido la pena el despliegue mediático, pero la verdad es que habrá de concluir tal como empezó: sin pena ni gloria.
De ahí que recuperar la paz social, después del 2012, será el principal reto para quien se saque la rifa del tigre y vaya a despachar en Los Pinos. Como están las cosas, un tecnócrata no podría enfrentar semejante reto, menos todavía si fuera un ultraconservador panista, o igualmente uno del PRI. El país no está ya para que quien despache en la casa presidencial lo haga con mentalidad de negociante, de “general manager” muy disciplinado a los designios de la oligarquía. Eso sería impensable por las terribles consecuencias que acarrearía seguir actuando con la irresponsabilidad que ha caracterizado al actual inquilino de Los Pinos, más firme aún que la que distinguió a Vicente Fox.
Es preciso insistir, cuantas veces sea necesario, que la violencia no se combate con más violencia, sino modificando integralmente las causas profundas que la provocan. México es hoy por hoy el país más dividido de América Latina, donde más del 50 por ciento de su población carece de empleo fijo y de salario justo, según lo refirió hace unos cuantos días la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico (OCDE). Llevamos ya casi tres décadas de estar alimentando a la economía informal, hecho que ha tenido repercusiones muy lamentables en toda la economía nacional. Sin embargo, Calderón y sus corifeos insisten que “vamos por el camino correcto”. Si así lo creen, su absurdo triunfalismo tendrá necesariamente fatales consecuencias, la principal de ellas, una más acelerada descomposición social, si es que todavía eso es posible.
Habrá de finalizar el operativo de la Conago, podrán continuar operativos permanentes, con todo el problema de la violencia seguirá incrementándose, porque finalmente siguen intocadas las causas estructurales que la provocan, entre ellas la pérdida de perspectivas por parte de millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que como única salida a su problemática les ofrecen ser carne de cañón en la Policía Federal. De ahí que no quede más opción que corregir el rumbo, con una finalidad eminentemente social, a efecto de que la sociedad recobre su confianza en el futuro de la patria.
Por eso es vital que quien llegue a Los Pinos lo haga con una mentalidad de servicio, con la suficiente humildad y honestidad para enfrentar una realidad que se vislumbra inmanejable. No lo será en la medida que quien asuma la máxima responsabilidad ciudadana, lo haga con la idea precisa de romper con el pasado y todo lo que ello representa. Con la convicción plena de que la violencia tiene causas muy concretas que se deben corregir, con el apoyo de la sociedad, más que de las fuerzas armadas y de las distintas policías. Acabar con la delincuencia organizada es un asunto de inteligencia y negociación política, más que de tirar balazos sin ton ni son.
(gmofavela2012@hotmail.com)
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