Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones
Los motivos de la terquedad
Mientras la Comisión Global de Políticas sobre Drogas afirma en Nueva York que fracasó la guerra global contra el tráfico de estupefacientes, Felipe Calderón sigue terco en mantener una estrategia a todas luces fallida, que ha favorecido el aumento de la inseguridad y la violencia en el país, como lo confirman las cifras de muertos y desaparecidos por causa de esa lucha sin sentido. Por esta razón, de acuerdo con una encuesta del Banco de México, realizada a solicitud del organismo México Unido contra la Delincuencia, la criminalidad ha venido creciendo y va ganando la guerra, según la convicción del 58 por ciento de los encuestados.
En respuesta a los clamores ciudadanos de que modifique su estrategia, Calderón puso en el calendario “cívico” el Día de la Policía Federal, el que incluso quería formalizar mediante un decreto. Así, en vez de remover de su cargo al secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, lo premia y deja claro ante la opinión pública que cuenta con un apoyo irrestricto que nada ni nadie podrá minimizar. De este modo deja ver que no tiene la menor intención de salirse de su esquema, independientemente de lo que diga y reclame la ciudadanía y de los llamamientos de personajes y de organismos internacionales.
Los datos duros ejemplifican el fracaso de la guerra de Calderón, pues en sólo un año aumentó de 30 a 58 por ciento la cantidad de personas que consideran que el crimen organizado va ganando la lucha que ha enlutado a la mayor parte del país. La encuesta del Banco de México, a cargo de Consulta Mitofsky, revela que ahora 28 por ciento de los encuestados cree que la inseguridad pública es el principal obstáculo para un avance económico real, mientras que hace un año tal porcentaje era de 15 por ciento, y en el 2009 apenas llegaba a 3 por ciento.
Guillermo Fabela Quiñones
Los motivos de la terquedad
Mientras la Comisión Global de Políticas sobre Drogas afirma en Nueva York que fracasó la guerra global contra el tráfico de estupefacientes, Felipe Calderón sigue terco en mantener una estrategia a todas luces fallida, que ha favorecido el aumento de la inseguridad y la violencia en el país, como lo confirman las cifras de muertos y desaparecidos por causa de esa lucha sin sentido. Por esta razón, de acuerdo con una encuesta del Banco de México, realizada a solicitud del organismo México Unido contra la Delincuencia, la criminalidad ha venido creciendo y va ganando la guerra, según la convicción del 58 por ciento de los encuestados.
En respuesta a los clamores ciudadanos de que modifique su estrategia, Calderón puso en el calendario “cívico” el Día de la Policía Federal, el que incluso quería formalizar mediante un decreto. Así, en vez de remover de su cargo al secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, lo premia y deja claro ante la opinión pública que cuenta con un apoyo irrestricto que nada ni nadie podrá minimizar. De este modo deja ver que no tiene la menor intención de salirse de su esquema, independientemente de lo que diga y reclame la ciudadanía y de los llamamientos de personajes y de organismos internacionales.
Los datos duros ejemplifican el fracaso de la guerra de Calderón, pues en sólo un año aumentó de 30 a 58 por ciento la cantidad de personas que consideran que el crimen organizado va ganando la lucha que ha enlutado a la mayor parte del país. La encuesta del Banco de México, a cargo de Consulta Mitofsky, revela que ahora 28 por ciento de los encuestados cree que la inseguridad pública es el principal obstáculo para un avance económico real, mientras que hace un año tal porcentaje era de 15 por ciento, y en el 2009 apenas llegaba a 3 por ciento.
De ahí que mucha gente se pregunte porqué la terquedad de Calderón en continuar por una ruta que no lleva a ninguna parte, y además a un costo demasiado caro para los mexicanos que somos quienes lo pagamos. Una de las respuestas más sencillas y compleja a la vez, podría ser que no está en sus manos modificar ese rumbo, porque se trata de una orden no escrita proveniente de la Casa Blanca en Washington. Es del mayor interés para el gobierno estadounidense que México se encamine por la ruta de la desestabilización, con el propósito perverso de incrementar su control sobre nuestras instituciones. Esta parece la motivación a mantener una estrategia política que no nos favorece, y sí en cambio abre posibilidades para una más firme intervención directa de la Casa Blanca en México.
Si a ello contribuye la guerra de Calderón contra la delincuencia organizada, pues qué mejor, así mata el gobierno estadounidense dos pájaros de un solo tiro: encuentra una salida idónea a las armas que no tienen mercado, y es un buen pretexto para intervenir abiertamente en los asuntos internos de nuestro país, como así ha estado sucediendo a partir de que Calderón asumió la primera magistratura. Que esta situación política tenga costos muy elevados, no importa. A final de cuentas, si las cosas se complicaran demasiado para el grupo en el poder, queda el recurso de acelerar la desestabilización para instaurar un estado de sitio que haga inviables las elecciones en el 2012, pretexto idóneo para continuar en el poder de manera extra legal.
Bajo esta perspectiva, tiene razón Manlio Fabio Beltrones cuando afirma que es necesario blindar la política ante “las tentaciones autoritarias” de Calderón. Claro que no tiene cara para hacer tal señalamiento, pues él es uno de los principales responsables ante la historia de que Calderón haya podido protestar como presidente espurio, al haberle brindado la protección necesaria para poder participar en la ceremonia protocolaria en la Cámara de Diputados. Sin embargo, ahora Beltrones se desgarra las vestiduras y demanda que se le cierre el paso a Calderón ante la posibilidad de que quiera mantenerse en la Presidencia.
Vale decir que la catástrofe sobrevendría incluso si hubiera elecciones y otra vez quisieran imponerse mediante un fraude electoral, ya sea el PAN o el PRI. Otro conflicto postelectoral no lo aguanta el país, pues sería la gota que derramaría el vaso de la gran tragedia nacional que comenzó hace ya casi tres décadas. Sería suicida pretender un sexenio más de exclusión de un gran número de ciudadanos, cada vez en mayor volumen. Son ya demasiados los graves problemas estructurales que padece la nación por la imposición del neoliberalismo por una oligarquía apátrida y voraz, entre los que destacan la inseguridad pública y la economía subterránea. Seis años más de lo mismo son impensables; vamos, ni siquiera seis meses. Lo que está ocurriendo en Grecia, España y otros países afectados por el neoliberalismo, es poco comparado con lo que podría ocurrir en un México al borde de hambrunas y caos masivo.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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