miércoles, febrero 17, 2010

WULFRANO TORRES PÉREZ : Las alianzas: ¿exceso de cinismo o esquizofrenia política?



Las alianzas: ¿exceso de cinismo o esquizofrenia política?

WULFRANO TORRES PÉREZ*


¿Se puede llamar democracia a un sistema conformado por partidos políticos, que sin el menor respeto a sí mismos y a sus seguidores, abandonan sus principios, su proyecto de país y su programa de gobierno que dicen tener y defender, siempre que así convenga a los intereses de sus dirigentes? ¿Para qué le sirve al país este tipo de organizaciones que controlan y monopolizan la única vía de acceso al poder? Lejos de representarnos, estas agencias de colocación, mal llamadas partidos políticos, que son subsidiadas con nuestros impuestos sirven para que sus amigos ocupen cargos importantes con excelentes salarios y mejores privilegios. Basta con pertenecer al partido en el poder para obtener un jugoso hueso en el gobierno aunque no se tenga la capacidad suficiente para ejercerlo; así por ejemplo, para ser delegado de cualquier dependencia federal en los estados solo se requiere ser panista y contar con un buen padrino, lo mismo sucede en los gobiernos estatales y municipales. Así las instituciones suelen estar en manos de incompetentes amigos leales de la clase gobernante.


Más que institutos políticos interesados en promover el bien común y contribuir a la construcción de la democracia, se conducen como marcas comerciales cuyas patentes son monedas de intercambio en el mercado del ejercicio del poder. Concesiones que garantizan el monopolio político al servicio de una minoría rapaz y una forma segura de enriquecimiento a costa del interés público. ¿A quiénes representan realmente?


¿Qué los hace sustancialmente diferentes a estos partidos: su ideología, su proyecto de país, sus acciones, sus escandalosos privilegios, sus resultados, sus discursos, la solvencia ética e intelectual de sus integrantes? En realidad, son muchas más las cosas que comparten: todos luchan por el poder y lo usan en su beneficio, la corrupción e incompetencia son sus principales divisas, hacen lo contrario de lo que prometen en campaña, gobiernan en contra de los intereses de la mayoría y se esmeran en hacernos creer que son menos malos que los de enfrente.


En el fondo comparten la misma identidad, son tan similares que sin la menor vergüenza pueden compartir el mismo plato de lentejas y el mismo lecho si así conviene a sus intereses; es tal su visión mercantil de la democracia que llegan hasta presumir su perversión de travestismo político. ¿No sería menos deshonesto que hicieran un solo partido? y que siguiendo el ejemplo de la “democracia perfecta” en la UAP (impuesta por Doger), nos propusieran candidatos únicos para ahorrarnos elecciones tan costosas, ¿o qué sentido tiene elegir cuando no existen opciones realmente diferentes, excepto el color de la marca?


Sólo reconociendo esta especie de “identidad esquizoide” compartida por los partidos políticos mexicanos, podemos entender la facilidad con que varios de sus miembros saltan de un partido a otro sin la ayuda de ningún psicoanalista, (lo que les ayuda a mantener la “cordura”, es no quedar fuera del presupuesto); ¿o cómo entender que en su momento, los panistas al mando del “jefe” Diego, se pusieron al servicio del PRI para reconocer a Salinas?; así como los priistas, junto con el partido verde y el panal, facilitaron la imposición de Calderón. Amasiato del PRIAN que ha perdurado a lo largo de los últimos 30 años al compartir el mismo proyecto neoliberal, cuya paternidad ambos reclaman aunque de manera absurda, puesto que un hijo se hace entre dos. Sin embargo, para completar este circo de tres pistas llamada democracia mexicana, hacía falta que la “combativa izquierda” del “jefe” Chucho se sumara en una alianza “insurgente” con el PAN, nuevo amasiato que según este “pensador” perdedista “no requiere de compromisos ideológicos” (¿sólo sexuales?), “así como para cruzar una calle no se necesitan principios, sino dos piernas” reflexiona el “filósofo” de la “izquierda siniestra” (diría Benedetti).


Para comprobar que la esquizofrenia en política no es un asunto psiquiátrico sino de un simple intercambio mercantil o lucrativa prostitución, va otra brillante declaración del insigne “jefe” perdedista: “llegar a un arreglo con el PAN constituye una lucha progresista”. Su argumento: “es que ambos partidos impulsan proyectos comunes de gobierno. ¿La militarización del país, la privatización del petróleo, la alianza con los empresarios en perjuicio de los trabajadores, la criminalización y represión de la protesta social, el deterioro de la economía popular, el recorte a la educación? ¿En qué otras cosas son comunes ambos proyectos de gobierno, señor Chucho Calderón?; la cereza en el pastel de la “lucidez” política de este nuevo personero panista vestido de amarillo, es amenazar a los perderistas que operen a favor del PRI ¿y los que operen a favor del PAN? ¿Chucho, esta “coherencia” ideológica de la que ahora haces gala, ¿te permitió por fin salir del clóset político?


Mientras tanto, los panistas por lo menos tienen la vergüenza de guardar silencio, lo que no los hace menos incoherentes. ¿Si esa es la cordura de nuestros gobernantes, cuál será la suerte de los gobernados?


*Profesor–investigador Facultad de Psicología, UAP

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