viernes, febrero 26, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Preocupaciones muy justificadas

Preocupaciones muy justificadas

Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones


Es muy preocupante la situación que se vive en buena parte del territorio nacional, como consecuencia de la fallida estrategia de combate al crimen organizado por parte del gobierno federal. Luego de tres años y tres meses de actividad gubernamental con ese propósito, los resultados son a todas luces contraproducentes. Así lo aseguró Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna del gabinete de Barack Obama, al puntualizar que en Ciudad Juárez el imperio de la ley “se ha perdido efectivamente”. Según ella, los cárteles mexicanos “tienen las puntas de sus dedos en comunidades de Estados Unidos”. Tales palabras indican no sólo el desencanto de la Casa Blanca por el fracaso de una lucha fallida, sino una amenaza implícita ante el riesgo que implica tal realidad para la seguridad de Estados Unidos.

Desde luego, el peligro más evidente está en los más de 20 millones de adictos que deambulan por las calles estadounidenses, quienes bajo cualquier circunstancia deben contar con sus dosis diarias de enervantes, pésele a quien le pese. Son ellos el verdadero motor de una situación apocalíptica, no los cárteles mexicanos, los cuales sólo se aprovechan de una coyuntura muy favorable. Mientras el gobierno de Washington no haga esfuerzos serios por reducir ese millonario número de adictos, el problema seguirá aumentando y volviéndose más atractivo. Hasta el momento no existe una política oficial encaminada a ese propósito, ni tampoco una lucha a fondo contra los cárteles que mueven el gran mercado negro de la droga en las ciudades norteamericanas.
Tal pareciera que no hay un verdadero interés en modificar una realidad que sirve de magnífico pretexto a la Casa Blanca para intervenir abiertamente en México, tal como lo dejó ver el diario “The Washington Post”, al informar que los gobiernos de nuestro país y el de Estados Unidos analizan la posibilidad de incrustar agentes estadounidenses dentro de las unidades operativas en Ciudad Juárez, con el fin de reforzar la lucha contra los cárteles de la droga. Aun cuando ambos gobiernos rechazaron esta versión, es un hecho plenamente sabido que la cooperación de agentes de la DEA en esta actividad, va más allá de lo establecido en acuerdos específicos.
Cabe recordar que la señora Napolitano estuvo la semana pasada en la Ciudad de México, donde se entrevistó con los principales funcionarios del gabinete de seguridad del gobierno federal, y que a su regreso a Washington hizo declaraciones que demostraban su preocupación, sobre todo por lo que está ocurriendo en Ciudad Juárez. Sabe de lo que está hablando, así que también debe estar consciente de que la causa de fondo de esta triste realidad tiene mucho que ver con su propio país. No sólo por el alto número de adictos y la extraordinaria suma de miles de millones de dólares que representa el mercado negro de estupefacientes, sino por el interés de la Casa Blanca en imponer condiciones lesivas a un Estado, el mexicano, orientadas a mantenernos en calidad de patio trasero por secula seculorum.
Ciertamente, la culpa de esta situación no es sólo del gobierno estadounidense, sino de los malos gobernantes mexicanos, quienes en su afán de contar con el apoyo de la Casa Blanca son capaces de todo, como lo ejemplifica de manera paradigmática el presidente Álvaro Obregón, con la firma del Tratado de Bucareli, y muchos años después Carlos Salinas de Gortari con el Tratado de Libre Comercio, igualmente lesivo. Es claro que a lo largo de los años, la vecindad se ha convertido en una relación simbiótica de amor-odio donde la peor parte la llevamos los mexicanos. Ahora el pretexto es la lucha contra la delincuencia organizada, los “terroristas” del Sur de su frontera, cuando el verdadero móvil de la existencia de bandas delictivas sea la dramática descomposición social en ambos países.
De esto no se habla, ni aquí ni allá, porque no quieren reconocer lo fallido de una política económica irracional que urge liquidar. Pero sobre todo porque para la Casa Blanca es fundamental que siempre existan motivos para intervenir en los asuntos públicos de México. Al fin que a los gobernantes mexicanos, con muy pocas excepciones, les tiene sin cuidado el asunto de la soberanía. Y desde la llegada de la tecnocracia a Los Pinos, esta situación se volvió una cuestión intrascendente. Si para la Casa Blanca es preocupante la violencia en la franja fronteriza, para el pueblo mexicano lo es aún más una vecindad que sólo ha servido para alentar intervenciones estadounidenses, cada vez más firmes y cínicas. Con todo, esta realidad habrá de continuar, en tanto la oligarquía mexicana no tenga compromisos con su país y la plutocracia de la nación vecina siga teniendo apetitos expansionistas.

gmofavela@hotmail.com

No hay comentarios.: