miércoles, febrero 24, 2010

Julio Pimentel Ramírez: Década perdida

Década perdida

Por Julio Pimentel Ramírez


En momentos que Felipe Calderón realiza acrobacias mediáticas para montarse en los intentos serios de varias naciones por impulsar una comunidad de naciones latinoamericanas y caribeñas, sin Estados Unidos y Canadá, se oficializan informaciones que hacen patente la profunda crisis en que se encuentra sumido el país: en el 2009 se tuvo la mayor caída del Producto Interno Bruto (PIB) en casi ochenta años, del orden de 6.5 por ciento, con todo lo que eso significa en desempleo, subempleo, deterioro de la calidad de vida de los asalariados y la pobreza y desesperanza de millones de mexicanos.
A pesar de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) maquilla cifras, en su último boletín anota que la economía el año pasado tuvo una caída de 6.5 por ciento -aunque otras fuentes confiables proyectaban que alcanzaría incluso 8 puntos porcentuales-, lo que significa que la crisis en curso ha sido la más grave desde que se tiene registro del PIB, pues superó incluso a la causada por el llamado error de diciembre en 1994 y que se tradujo en un decrecimiento económico de 6.2 por ciento.
Con ese resultado, en el primer trienio de estancia en Los Pinos del espurio Felipe Calderón, se promedió una tasa negativa anual de -0.69 por ciento, el más negro resultado en ocho décadas. No solamente se dejaron de crear los empleos que el crecimiento de la población en edad de incorporarse al mercado de trabajo demanda, sino que se echó a la calle a millones de mexicanos, entre ellos a los 44 mil electricistas injustamente despedidos gracias a las medidas privatizadoras, que tienen como objetivo entregar a grandes empresas las riquezas de la nación.
Es sabido que muchas de las personas sin trabajos formales recurren a la economía subterránea, a la economía informal en la que no hay ningún tipo de seguridad social además de que no contribuyen con el pago de impuestos, es decir al gasto público (parte del cual se desvía criminalmente, ya sea por ineptitud o corrupción, por parte de la alta burocracia).
En la vida diaria de millones de mexicanos, esa caída de 6.5 por ciento se ha traducido en desempleo, en una merma generalizada de los de por sí deprimidos niveles de vida y bienestar, en esperanzas fallidas, en desintegración social y familiar, y en hambre. Sin embargo, el gobierno mantuvo una actitud triunfalista e insensible incluso cuando la recesión ya se manifestaba en toda su crudeza e impactaba en todos los rubros del quehacer económico.
Cabe anotar que mientras en otros países se impulsaron enérgicos programas contracíclicos, de reactivación económica, en México la administración federal panista insiste en continuar con políticas recesivas e incrementa impuestos que afectan a la economía familiar y a las empresas pequeñas y medianas.
Para dar una idea de lo exitoso que ha sido el panismo en el poder, más que suficiente resulta señalar que la tasa anual promedio de crecimiento económico de 2001 a 2009 a duras penas llega a 1.3 por ciento, la peor desde la gran depresión. Aunque ya es un lugar común señalarlo, se puede considerar que esta primera parte del siglo XXI es para el desarrollo mexicano una década perdida.
De 1991 a 1999, el mismo indicador fue de 3.16 por ciento (incluido el desplome de 1995 y su respectiva devaluación); la de 1981 a 1989, en otra llamada década perdida (con crisis de la deuda externa, expropiación de la banca, múltiples devaluaciones y desplome económico) de 1.57 por ciento, lo que confirma que el problema de la economía mexicana no es de coyuntura (como aseguran en Los Pinos), sino abierta y profundamente estructural, es la del neoliberalismo.
Esta realidad de trágico fracaso va en contracorriente de las palabras calderonistas que aseguran que lo peor ya pasó, en todo caso pasarán algunos años para recuperar lo perdido en el 2009 –algunos dicen que será hasta el 2012 cuando se volverá al precario nivel del 2008.
La crisis económica global desgastó más la calidad del empleo en el país. Al cierre del año pasado, la ocupación en el sector informal y la subocupación registraron incrementos con relación a 2008, pues si se suma a la población subempleada, la ocupada en el sector informal y la población desempleada, se tienen 19 millones de personas (40% de la fuerza laboral del país) en condiciones poco favorables para la economía.
A diciembre de 2009, cerca de 28 millones 678 mil personas laboraron sin tener acceso a instituciones de salud, lo que significa que 64% de los trabajadores del país laboró bajo estas condiciones. En 2008, 62% de los ocupados se encontraron en esta situación.
A la luz de esta contracción trágica de la economía nacional, hoy más que nunca resulta imperativo demandar al gobierno federal que emprenda un viraje en el manejo de las finanzas públicas, que deje de orientarlas al beneficio de los grandes capitales y las ponga al servicio del bienestar de la mayoría de la población. Claro que esto ni en defensa propia lo llevará adelante la administración ilegítima y neoliberal de Felipe Calderón.

No hay comentarios.: