jueves, febrero 25, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Una pareja inseparable

Una pareja inseparable

Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


Hoy es evidente que la tecnocracia neoliberal aceleró el colapso del sistema político mexicano, porque asumió el poder con la finalidad expresa de sacar el mayor provecho particular al proceso de desmantelamiento del Estado, el cual fue ordenado por la Casa Blanca, como lo acaba de reconocer abiertamente Carlos Salinas de Gortari, quien en su irrefrenable afán de culpar a su sucesor incómodo, Ernesto Zedillo Ponce de León, denunció que funcionarios estadounidenses visitaban en secreto la residencia oficial de Los Pinos, durante el sexenio de éste último, “para acordar los términos del rescate económico”, luego de la crisis surgida por el llamado “error de diciembre”. La consecuencia inmediata fue la quiebra de los bancos en 1995, que dio paso a su venta a grupos financieros del exterior.
Acusó Salinas a su sucesor de haber proporcionado información confidencial “a unos cuantos empresarios mexicanos sobre la inminente devaluación”, ocasionando con ello una gran fuga de capitales y que se acabaran las reservas internacionales “en unas cuantas horas”, generándose así lo que llamó “una crisis de insolvencia financiera”. Como ya es proverbial en Salinas, no hubo un solo mea culpa ni el más mínimo intento de autocrítica, teniendo en cuenta que durante su mandato se propiciaron las condiciones que condujeron al error de diciembre, como está ampliamente documentado. Con la permanencia de Pedro Aspe en la Secretaría de Hacienda, como quería Salinas para que le cubriera las espaldas, la situación habría sido la misma, si acaso más tarde y de manera menos abrupta, pero finalmente los resultados hubieran sido los mismos.
Cabe recordar que tanto el ex presidente Miguel de la Madrid como Luis Téllez, acusaron a Salinas de haber cometido una serie de graves actos ilegales, aun cuando después fueron obligados a desmentirse. El hecho histórico específico, por el que será recordado Salinas, es que durante su sexenio el Estado mexicano fue desmantelado casi en su totalidad, sin que ello reportara ningún beneficio a la nación, sino todo lo contrario, pues a partir de entonces fue imposible que el gobierno mexicano tuviera una mínima capacidad de negociación ante la Casa Blanca, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Y para asegurar que tal situación se mantuviera inalterable fue asesinado Luis Donaldo Colosio.
Al participar en el seminario “Privatización bancaria, crisis y resultados del sector financiero: reflexiones pendientes”, Salinas denunció que Zedillo transfirió a la sociedad el costo del rescate bancario, que duplicó la deuda pública de México que se va a seguir pagando durante siete décadas más. Esto es una verdad irreprochable, como también lo es igualmente que la privatización de empresas públicas durante el sexenio de Salinas no produjo ningún beneficio a la economía nacional. No se sabe dónde quedó ese dinero, aun cuando Jacques Rogozinski, el coordinador del proceso de desincorporación de empresas públicas, afirme lo contrario, pero sin aportar ningún dato concreto que avale su dicho.
Para Jesús Silva Herzog, ex secretario de Hacienda y ex embajador de México ante Estados Unidos, la privatización de la banca, “fue uno de los más grandes errores en la historia de México”. A partir de entonces el sistema financiero tomó un rumbo contrario a los intereses nacionales, situación que reconoce el propio Salinas, aun cuando demasiado tarde. ¿Tiene algún caso que ahora diga que el sistema bancario debe estar en manos nacionales para que responda a las directrices de los mexicanos? Tal convicción debió haberla tenido durante su mandato, no ahora cuando sufrimos las consecuencias de casi dos décadas de haber perdido la independencia financiera.
Lo más calamitoso de tal realidad es que Zedillo vino a profundizar los males causados por su antecesor en Los Pinos, agravando una realidad muy dramática que dio paso a una alternancia inconveniente para el país. Los hechos históricos concretos están saliendo a la luz, demostrando claramente que la tecnocracia se hizo del poder para servir a intereses extranjeros, como lo reconoce el propio Salinas, el más conspicuo de sus representantes. Cuánta razón tuvo José López Portillo cuando dijo que él era el último Presidente de la Revolución Mexicana. Sin embargo, nada hizo para evitar un colapso que no sólo puso fin a un periodo histórico esencial para los mexicanos, sino que abrió de par en par las puertas de la derechización extrema, realidad que ahora estamos viviendo con las consecuencias que saltan a la vista. Carlos Salinas de Gortari es el artífice indiscutible de la contrarrevolución mexicana, una leyenda viva para los oligarcas que lo siguen teniendo en un nicho. Zedillo fue un alumno ladino que salió igual de mañoso que su mentor. Ambos pasarán a la Historia como pareja inseparable.


gmofavela@hotmail.com

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