sábado, noviembre 10, 2012

¡No hemos reculado, carajo! : Laura Bolaños Cadena


¡No hemos reculado, carajo!
Laura Bolaños Cadena
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=203783

…gritó la diputada panista Esther Quintana ante las impugnaciones de los diputados perredistas que acusaron al PAN de haber reculado ante las presiones del PRI. Contra la farsa que venían representando los panistas al mostrarse como defensores de la democracia sindical, aceptaron en el último momento la exigencia del PRI de que se eliminen de la reforma laboral calderonista- peñista los artículos que habrían hecho obligatoria tal democracia. Esther levantó la voz y soltó un sonoro ¡carajo! justamente indignada por las acusaciones perredistas de “traición” a los acuerdos que impulsaban juntos. ¡No hemos reculado!”, protestó a gritos.

No, claro. El PAN no se rajó ni dio marcha atrás. Fue consecuente con su esencia reaccionaria y antiobrera al darle la espalda al PRD que avalaba lo poco bueno que hay en la mentada reforma. Entre el cúmulo de artículos lesivos para los trabajadores, en la reforma se proponían despropósitos como el que ellos tengan derecho a conocer el contrato colectivo que van a firmar, que elijan a sus líderes por votación directa y secreta, y ¡el colmo! Que puedan escoger el sindicato a cual van a afiliarse. Vaya sarta de insolencias y a dónde iríamos a dar si se despoja de su poder a los charros. Para el sistema sería tanto como darse un tiro en el pie. Si es que gente como la Gordillo, Rodríguez Alcaine y el resto de su calaña lo consienten.


¿Alguien se tragó el cuento de que uno de los dos partidos de la derecha iba a estar en desacuerdo con su compañero ideológico? Sí, por supuesto: los tontitos y muy buenas gentes del PRD chuchista, que no se cansan de recibir bofetones tras sus alianzas con el enemigo. Quien no haya advertido que semejantes propuestas se hicieron como moneda de cambio, es porque no sabe en qué país vive. Ya de inicio la alianza de los diputados lo había quitado, pero en el Senado volvieron a incluirlo. Y de nuevo en la Cámara lo volvieron a poner. Al cabo en la práctica así se han manejado las cosas, ya es parte de nuestra tradición y de nuestros “usos y costumbres”. Así lo ha aguantado la clase trabajadora pese a algunos momentos de rebeldía sofocados por “las fuerzas del orden”. 

Lo dejaron colgado de la brocha

Ingratos que son los gringos. Le han dado con el pie en salva sea la parte a Felipe Calderón, quien desde los inicios de su sexenio se ha dedicado con todas las fuerzas de que dispone a hacerles su guerrita sacrificando decenas de vidas de mexicanos, cargándonos de impuestos (IETU) y llevándonos a la peor inseguridad que hemos padecido desde los inicios del sistema; después de que no se ha cansado de portarse obsequioso con sus patrones, éstos le dan la espalda. 
En los estados de la Unión Americana Washington y Colorado, han despenalizado el consumo de la marihuana. Aunque sea un poquito tarde, tras embarcar a gobiernos sumisos como el mexicano en una lucha de antemano perdida, los vecinos del Norte llegan a la conclusión de que el mercado de la yerbita –ya después vendrán las otras drogas- es lo suficientemente productivo como para tomarlo en sus manos. Porqué van a dejarles a los mexicanos tan jugoso bisnes si puede ser para ellos. Competirán con productos de muchísimo mejor calidad, a menor precio y ya sin dificultades para comprarlos y disfrutarlos. Productores y consumidores no serán tratados como delincuentes. La marihuana quedará sujeta a las leyes del mercado. Y en ese terreno, como en todos, los empresarios gringos tienen las de ganar.
¿Cómo repercutirá en la economía mexicana, tan penetrada por el dinero del narco? Eso a quién le importa. Ni siquiera a los cárteles del crimen organizado que aprendieron desde no hace mucho a diversificar sus negocios. El secuestro, el robo, la extorsión, el tráfico de personas y otros ilícitos pueden cubrir las pérdidas. Y el resto de los mexicanos, fuck you. 

Delicias de vivir en el DF

Aunque ya no son los remansos de tranquilidad que eran, todavía la blanca Mérida y otras bellas ciudades de la república no disfrutan como nosotros los capitalinos de viajecitos hasta de dos y más horas para transportarse de un punto a otro de su hábitat. Aquí lo mismo si se utiliza automóvil propio o transporte público, hay que armarse de paciencia en beneficio de la vesícula biliar, pues los traslados pueden costar el doble del tiempo calculado o más. No digamos si usted viene, como se ven obligados a hacerlo un milloncito o más de asalariados que utilizan metro, metrobús y peseras para arribar al DF desde los estados aledaños. En sus lugares de origen simplemente no encuentran trabajo. Resígnese entonces a hacer dos o tres transbordos y a sufrir, en el más rápido de los transportes, el metro, paradas de cinco o diez minutos en cada estación, o esperas del siguiente tren hasta de quince o veinte minutos. Y luego a viajar como sardina en lata, eso sí, tomando un reconfortante baño de vapor, masaje incluido, que no tendrán costo extra. 
Si se trata del metrobús, tampoco tendrá queja de los servicios extra. No se sabe en cuál de los dos transportes viajará más reconfortado por el contacto humano. Si es chaparrito mejor absténgase de utilizar este medio, ya que necesitaría subirse a un banco para alcanzar a sostenerse del pasamanos. La ventaja es que no lo necesitará mucho, el apretado cerco de acompañantes no le permitirá caerse, cuando más sufrirá un fuerte vaivén con los enfrenones del vehículo. Para subir y bajar deberá salvar la apretada valla humana. Quienes lo disfrutan son los aficionados al faje, nomás que no piden permiso. 
Pero quizá tenga sus ventajas la densidad de viajantes por metro cuadrado, pues si el transporte va un poco despejado, en caso de que haya usted alcanzado a sentarse, sufrirá las consecuencias de que a alguien se le haya ocurrido poner asientos metálicos. Fácil puede el pasajero ir a dar con su humanidad al piso en algún frenazo, pues están más resbalosos que una pista de patinar. 
En el metro, a las horas en que la situación no es tan apretada, le proporcionan gratis otro disfrute a cargo de los vendedores de cedés, que suben a ofrecerlos reproduciéndolos a volumen ensordecedor con sus grabadoras portátiles. Y no acaba de bajar uno cuando ya subió el otro. 
No se crea que los conductores de auto lo pasan mucho mejor. Fuera de no tener que sufrir apachurrones y vendedores ambulantes, se padece la explosión demográfica de autos de todos tamaños entre los que se viaja menos que a vuelta de rueda, entre bocinazos, expuesto a dar o recibir un rayón, o a que le caiga un mordelón simpático que ante la infracción cometida insista en “cómo nos podemos arreglar” para que usted sea el que ofrezca la “mordida” y no pueda acusarlo de intento de cohecho. 
Hace pocos días, el jefe de Gobierno Marcelo Ebrard estrenó la flamante “línea dorada” del metrobús, obraza de su gobierno, que recorre en 45 minutos un trayecto que normalmente toma dos horas corridas. Sólo que al día siguiente de estrenarlo, el nuevo transporte colapsó a causa de sobresaturación de pasajeros, y quienes lo esperaban en las estaciones tuvieron que aguardar hasta 50 minutos para que pasara. 

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