14 de noviembre, un día crucial para la humanidad : María Teresa Jardí

14 de noviembre, un día crucial para la humanidad

María Teresa Jardí

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=204669

Un día importante el de hoy para los europeos. Un día que bien podría convertirse en punta de lanza para la humanidad, si tiene el éxito que es de esperarse la huelga general convocada por los sindicatos, de la mano de la sociedad, para realizarse en Portugal, España, Francia, Italia, Grecia... 
Sindicatos y sociedad que más temprano que tarde tendrán que enfrentarse, en todos los lugares, a los depredadores miembros de su raza y del resto de la flora y de la fauna que generosamente la naturaleza no ha dado para disfrute, y en algunos casos como control, a los humanos. Aunque el ser que goza de conciencia no haya querido ser consciente ni hacerse responsable del daño que produce con su inmisericorde depredación de todo lo que toca. 
Al animal humano sólo le interesa el dinero y la acumulación de bienes que lo hacen sentirse inmortal, aunque sea más mortal que las cucarachas y la hormigas, por poner dos ejemplos de las especies que quizá vayan a sobrevivir al hombre si la naturaleza logra deshacerse de esa especie atroz de la que podemos dar ejemplo los mexicanos de exponentes macabros entre los que se encuentra Calderón, aunque ahora quieran hacerle brotar defensores de lo indefendible. Calderón termina como genocida porque él decidió satisfacer su sangriento juego de organizarse una guerra infame que ha resultado además fratricida.
Aún no empieza y ya son cuestionables las declaraciones del general colombiano. El que Calderón haya negociado con Peña impunidad no le quita ni a Calderón lo genocida ni a Peña el haber sido impuesto como dictador a modo con un golpe de Estado dado en vivo y en directo por las televisoras el 1 de julio del peor de los años, hasta ahora, para los mexicanos. 

Un año sangriento, el 2012, como pocos a lo largo de la historia de la humanidad, que vaya que ha sufrido a otros personajes siniestros como Vlad Dracul, también cristiano, por cierto, a la manera en la que Calderón se reivindica católico. 
Si no recuerdo mal, uno de los mandamientos ordena no matar y no hay nada que justifique los crímenes de Calderón cometidos no sólo en contra de los mexicanos pobres, sino también de migrantes centroamericanos, al punto de haber convertido el territorio mexicano en un gran cementerio y lo que falta por salir. 
Mal continúa, lo que mal empieza y peor acaba. 
Impunidad negociada entre llegados “haiga sido como haiga sido”. Lo que bien podría evitar los onerosos gastos de las precampañas e incluso de las campañas y hasta podrían con ese dinero, tan inmoralmente tirado a la basura, engrosar más sus bolsillos las mafias políticas que, adueñadas del poder, acaban con México. 
Haría bien el general colombiano en callar lo que piensa, si lo piensa, o lo que lo obligan a decir, si es el probable caso, al menos para verse menos exhibido por la prensa. Cuestión de inteligencia. Y no es que sea perdonable el Ejército nacional que con desprestigio paga incluso el que a un colombiano le haya traído, el que ya casi llega como jefe de esa fuerza, probablemente, luego de Calderón, para siempre desprestigiada. Pero igual tendría que recordar el general Naranjo que en todo caso es con acciones parando la violencia y no con declaraciones amparando la impunidad con lo que va a ser reivindicado como decisión acertada de inicio tan polémica. 
La sociedad mexicana está harta de sentirse agraviada y al menos por lo que toca a las declaraciones tendrían que cuidarlas a efecto de no continuar agraviándola. 
Calderón es un genocida y convertirse en genocida fue su elección y debe ser juzgado por esa elección y castigado de manera implacable, aunque impecable, que es mucho más que lo que él ha hecho dejando a México convertido en el país donde la tortura vuelve a ser la reina a manera de llenar las cárceles de inocentes, también pobres, y que aún no han sido borrados con la limpia de mexicanos pobres, que es lo impulsó Calderón de manera siniestra a lo largo de sus seis interminables años de desgobierno atrozmente macabro.