Astillero
Felipe el pacífico
Nuevo amago a Pemex
Mover reflectores y oposición
FC: Margarita, candidata
De placentero viaje por Nueva York, el licenciado Felipe Calderón ha abierto un nuevo frente de guerra para que sus opositores no se concentren en el tema del narcotráfico, y así puedan dividir sus fuerzas. No es una ocurrencia de bajo cilindraje, sino un recurrente sueño de repartición empresarial de Pemex mediante venta de acciones, pero presentado a estas alturas del desfalleciente partido más como una treta para distraer a la tribuna que como una jugada con posibilidad de gol. Difícilmente pasará una iniciativa modernizadora” de tal calado privatizador en las aduanas camarales, sobre todo si se toma en cuenta que los partidos políticos van alejando posiciones a causa de los emplazamientos electorales rumbo a 2012 (a menos que Calderón esté dispuesto a hacer a los priístas una oferta que no puedan rechazar: Los Pinos por Pemex, por ejemplo).
Pero al lic. antes mencionado le conviene asustar con el petate de esa privatización petrolera, usando como parapeto el ejemplo brasileño, para sacar del centro de la discusión nacional el tema de la marcha encabezada por Javier Sicilia, la exigencia de renuncia del vicepresidente ejecutante, Genaro García Luna (ya desechada, pero que aún hará ruido mediático que al solícito Calderón le urge cancelar) y la demanda creciente de que frene su desquiciada política de exterminio civil y despilfarro de recursos públicos a título de una guerra de la que ahora ya no quiere ni acordarse como tal. Además, el comandante petrolero ha de confortarse con la consideración de que en una de esas y logra colar dicha suerte de homenaje póstumo al mouriñismo entre la maraña de imprecisiones, pifias y aberraciones que aún habrán de cometerse en la política mexicana antes de que entre en otra fase de locura y peligrosidad (la política, no el lic.), a fines de este año.
Ayer, por lo pronto, variada palabrería errática disparó en EU el accionista mayoritario de la firma de control social denominada Calderón-García (a pesar de las advertencias de este tecleador para que los curiosos se abstuvieran de formar acrónimo con las primeras letras de esos dos apellidos, hubo muchos atrevidos que desoyeron los astillados consejos y se toparon con una sorpresa escatológica de las que en este sexenio parecieran formar la heráldica gobernante). Para empezar, resintió el reproche que le hizo el dirigente de una asociación de migrantes, Joel Magallan, quien dijo al que en campaña electoral prometió ser el presidente del empleo que esa bandera no le había funcionado y había preferido tomar la de la guerra contra el narcotráfico.
El Héroe de la Guerra de los Cuarenta Mil Muertos (más los que se acumulen en lo que resta del velatorio sexenal) rechazó las medallas y negó que a él perteneciera el mérito de declarar las hostilidades bélicas. En realidad, dijo con sintaxis que rindió homenaje a Mario Moreno, Cantinflas, él ni siquiera tiene la política de andar declarando guerras o no, sino que las circunstancias le llevaron a cumplir con esa obligación patriótica, viendo al pueblo sufrir, dominado y vejado por delincuentes sin control a los que hubo de enfrentar para cumplir con el imperativo político de dar seguridad a los ciudadanos (chin, el autor de esta columna ya comienza a escribir como boletín de prensa de Los Pinos).
Decidido a desmarcarse de sí mismo, casi aspirante al Nobel de la Paz (sobre todo ahora que tanto lustre le ha dado Obama a ese premio con el asesinato de Bin Laden, tan humanitariamente festejado en la Casa Blanca), el lic. Calderón (quien no desea anunciar el acribillamiento de El Chapo, sino su apresamiento, privilegio de sobrevivencia que no han tenido otros jefes de cárteles que han sido abatidos de la misma manera que Osama en Pakistán) dijo ante el migrante remolón: “Tampoco quiero decir que yo estoy o enarbolo la bandera de lucha o de guerra contra el narcotráfico, como usted lo ha mencionado”. En realidad, las continuas acciones bélicas no las ha decidido por sus pistolas, sino (oh, fanfarrias y desfiles, por favor) “por México”, pues, “no es una guerra contra el narcotráfico por sí mismo. Mi problema no es lo que la gente por su propia voluntad quiera usar o no de drogas. Mi asunto es que esos criminales afectan la seguridad de la gente en muchas regiones del país”.
El súbito pero falso despenalizador del consumo de drogas generó otra frase digna de sujeción a un tribunal gramático: “no es política pública que diga uno me da la gana ahora dedicarme a hacer o no hacer guerras; no se trata de ir a Irak y mandar soldados allá a miles de kilómetros a pelear por una causa, es nuestra tierra, nuestra gente. Nuestro deber es defenderlas”. Luego de ese gratuito raspón al gobierno gringo y sus incursiones en el extranjero, el Viajero Frecuente le echó flores a Obama por su “esfuerzo personal” en favor de la reforma migratoria. El presidente gringo, por cierto, estuvo en El Paso y, dando paso electoral con huarache, convocó a presionar a los legisladores de EU para que aprueben esas modificaciones, todo hecho en indudable búsqueda del voto “hispano”.
Astillas
En la reciente edición de la revista Quién, la actriz Ana de la Reguera entrevistó a Felipe Calderón, quien considera que su esposa tiene futuro como candidata, “no ahora”, pero “sí en el futuro”, según quedó consignado en estas lineas: De la Reguera: “He tenido la oportunidad de pasar un tiempo con Margarita, creo que ha realizado un excelente trabajo como primera dama, muy discreta. ¿La ve usted como futura candidata? Porque le queda chico todo su rol tradicional”. Calderón: “Margarita es una persona muy inteligente, muy buena persona, noble, sencilla, tiene todos los atributos… y la verdad sí la veo como candidata. No ahora, evidentemente, hemos hablado de eso, pero sí en el futuro”... Y, mientras ha sido detenido quien era delegado del IMSS en Sonora durante el caso ABC, y en el sur de Tamaulipas el Ejército toma un control que pone en alerta al casi inexistente gobernador, ¡hasta mañana, con Bono celebrando su cumpleaños en México!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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