Unidad para transformar
Julio Pimentel Ramírez
Al fin arrancaron las campañas electorales en el Estado de México, entidad que por su peso específico en el panorama nacional es considerado la antesala ineludible, el laboratorio imprescindible, de la disputa por la presidencia de la República en el 2012, etapa de la historia nacional a la que llegamos sumidos en una profunda crisis integral que nos tiene al borde de estallidos sociales de impredecibles consecuencias.
La estrategia del PRI combina el uso de su aparato partidario tradicional, con un candidato, Eruviel Avila, al que se presenta como “producto del esfuerzo” y no un “junior” o alguien venido de otra entidad, con la utilización del aparato mediático que en realidad se encuentra comprometido con Enrique Peña Nieto y el proyecto que representa: sacar de Los Pinos a los ineficientes panistas no solamente para que las cosas sigan igual sino para acelerar el proceso neoliberal y ajustar, que no modificar de fondo, la estrategia de seguridad.
Después del fracaso de la alianza PAN-PRD, promovida desde la presidencia ilegítima y la dirigencia “chuchista” del sol azteca, los panistas no tuvieron más remedio que impulsar la candidatura de Luis Felipe Bravo Mena, desgastado yunquista que a pesar de contar con el respaldo del aparato de Estado, que no es poca cosa, parece estar destinado irremediablemente a la derrota el próximo tres de julio.
Julio Pimentel Ramírez
Al fin arrancaron las campañas electorales en el Estado de México, entidad que por su peso específico en el panorama nacional es considerado la antesala ineludible, el laboratorio imprescindible, de la disputa por la presidencia de la República en el 2012, etapa de la historia nacional a la que llegamos sumidos en una profunda crisis integral que nos tiene al borde de estallidos sociales de impredecibles consecuencias.
La estrategia del PRI combina el uso de su aparato partidario tradicional, con un candidato, Eruviel Avila, al que se presenta como “producto del esfuerzo” y no un “junior” o alguien venido de otra entidad, con la utilización del aparato mediático que en realidad se encuentra comprometido con Enrique Peña Nieto y el proyecto que representa: sacar de Los Pinos a los ineficientes panistas no solamente para que las cosas sigan igual sino para acelerar el proceso neoliberal y ajustar, que no modificar de fondo, la estrategia de seguridad.
Después del fracaso de la alianza PAN-PRD, promovida desde la presidencia ilegítima y la dirigencia “chuchista” del sol azteca, los panistas no tuvieron más remedio que impulsar la candidatura de Luis Felipe Bravo Mena, desgastado yunquista que a pesar de contar con el respaldo del aparato de Estado, que no es poca cosa, parece estar destinado irremediablemente a la derrota el próximo tres de julio.
Tras un largo proceso de alejamiento, incomprensiones, egoísmos y defensa de intereses válidos y mezquinos, iniciado desde el nacimiento mismo del PRD, sus principales corrientes, tribus las llama la sabiduría popular, parecen llamadas a la cordura y cierran filas en torno a la candidatura de Alejandro Encinas, personaje capaz de lograr lo que se asemeja un milagro. Esperemos que no sea una ilusión que se rompa a los primeros choques con la realidad.
Las imágenes muestran al llamado líder moral, histórico del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, al lado Alejandro Encinas, Jesús Zambrano, Dolores Padierna, Manuel Camacho, Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, y por supuesto destaca la presencia de Andrés Manuel López Obrador, indiscutible dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional llamado a despertar conciencias, organizar voluntades y trazar estrategias adecuadas para impedir un nuevo fraude electoral el 2012.
La contienda no será fácil en el Estado de México, entidad en donde si bien el PRI mantiene el gobierno estatal desde la posrevolución, existe un amplio voto que pasa de un partido a otro dependiendo de diversas circunstancias. EL PAN ha controlado cierto tiempo municipios importantes, con muchos habitantes y poder económico, tales como Naucalpan, Tlanepantla, Ecatepec; aunque los errores cometidos por Calderón y otros panistas los tiene en bajos niveles de aceptación.
Al PRD le sucede algo similar. Después de gobernar importantes ayuntamientos como Ciudad Nezahualcóyotl y Ecatepec, en los últimos años retrocedió y parte de un nivel precario que no le facilita las cosas a Alejandro Encinas a pesar de ser un político de reconocida honestidad y capacidad.
Algo novedoso en el panorama, positivo para las fuerzas progresistas y de izquierda, es la irrupción de un movimiento social (MORENA), que en su momento se traducirá en una fuerza electoral de consideración, construido con paciencia y perseverantes esfuerzos, durante varios años, que puede significar que el próximo tres de julio no sea un paseo para el monstruoso aparato electoral de Enrique Peña Nieto, su candidato y aliados.
Por eso es de especial significado que la izquierda electoral entienda que si de verdad se compromete con la necesidad de iniciar un proceso de transformación social que salve a la nación y transforme a la sociedad, debe de dejar atrás la lucha intestina por cuotas de poder, debe desterrar de sus filas el oportunismo y la corrupción, entre otras prácticas que la alejan de la ciudadanía y en particular de los movimientos populares.
En el Estado de México se vivirá un capítulo más, de esencial importancia de cara a la disputa presidencial del 2012, en el que los partidos del actual espectro político en crisis tienen la oportunidad de mostrar que todavía es posible dirimir contradicciones en el ámbito electoral, que son capaces de disputar el poder gubernamental respetando las reglas del juego.
Sin embargo no hay que perder de vista la realidad de las cosas. En la entidad más poblada del país se confrontarán dos alianzas (PRI-PVEM-NA y PRD-PT-Convergencia) y un partido (PAN), es decir tres fuerzas electorales, pero en realidad se trata de dos alternativas: una representada por el PRI y el PAN, que disputan el poder pero comparten el mismo proyecto social y de nación, y la otra la del PRD y aliados que deberán mostrar que están a la altura de su compromiso histórico o de lo contrario serán dejados de lado por la insurgencia popular.
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