sábado, mayo 28, 2011

Quién demuele el ánimo nacional : Guillermo Fabela Quiñones

Quién demuele el ánimo nacional
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


En una inconcebible actitud que revela no sólo total falta de autocrítica, sino un absoluto desconocimiento de la realidad nacional, Felipe Calderón lanzó una diatriba contra quienes acusa de ser “demoledores del ánimo nacional”. No es la primera vez que se asume como símbolo patrio, al considerar que las críticas que se hacen a su labor de “gobierno”, son una ofensa al país. Según él, “parece concurso de demolición del ánimo nacional, a ver quién lo tira más fuerte, a ver quién apachurra más a alguien anímicamente”. ¿Acaso no son sus políticas públicas las que tienen al país al borde de un abismo? ¿No son sus acciones antidemocráticas, como el virtual estado de sitio en que mantiene a la nación, las que han hundido en el desánimo y la desesperanza a las clases mayoritarias?


Es falso su dicho de que “no nos permitimos pensar que en México se hacen cosas bien; no nos permitimos a nosotros mismos descubrir la inmensa maravilla que implica toda una sociedad en movimiento haciendo bien”. Claro que la inmensa mayoría de la población está consciente de que con su esfuerzo, que no es recompensado por el grupo en el poder, el país no se ha hundido en el nihilismo pleno, tal como sí lo quiere Calderón para decretar que no hay condiciones para realizar comicios, como lo pretende en Michoacán a fin de imponer a su hermana en el gobierno estatal. ¿Acaso no quiere la oligarquía, por conducto de Calderón, una reforma laboral abiertamente fascista? ¿No es absolutamente demoledora una política laboral que cancela toda posibilidad de un mínimo mejoramiento social a los trabajadores?


¿De dónde saca Calderón que criticar sus políticas antidemocráticas es una ofensa a México? Hacerlo es un elemental derecho de quienes no tienen posibilidades de defender sus intereses de clase, aunque queda claro que para el inquilino de Los Pinos esa mínima actitud defensiva es un “atentado” al país, y por tal motivo es un deber de su “gobierno” callar a los críticos. Sería bueno que enumerara las cosas que se reconocen de México en el extranjero, y que “nosotros encontramos la manera de que se vea mal y se arruine”. Porque lo que se dice sobre México en el exterior, es un testimonio objetivo de la regresión que sigue el país desde que los tecnócratas neoliberales se hicieron del poder, situación que en los últimos diez años se agravó de manera dramática, porque los dos gobiernos del PAN han sido más voraces y obvios para saquear a la nación.
Por eso causa escalofrío y profundo desánimo que Ernesto Cordero sea el candidato que Calderón, seguramente con el aval de la oligarquía más reaccionaria, quiere imponer como sucesor en el 2012. (Por supuesto, todos los posibles abanderados panistas están cortados por la misma tijera, así que da lo mismo uno que otro, sólo que el secretario de Hacienda cuenta con más herramientas que los otros para apuntalar el proyecto fascista que construye Calderón con firmeza.) Según sus promotores, lo quieren porque “tiene la experiencia y la visión para seguir gobernando con decisión, enfrentar con éxito los retos del país, trabajar con sensibilidad social para apoyar a las familias que menos tienen y seguir fortaleciendo la seguridad de todos los mexicanos”.
¿No es el mismo lenguaje que usaba Carlos Salinas de Gortari, mismo que se sigue utilizando machaconamente para “justificar” la continuidad neoliberal? ¿No es el secretario de Hacienda quien el 21 de febrero dijo, en clara demostración de su sensibilidad social, que 6 mil pesos mensuales eran suficientes para que familias enteras costearan un nivel de vida a todas luces impensable, pues ese dinero les alcanzaría hasta para pagar la colegiatura de sus hijos en escuelas particulares? Y aun así Calderón se molesta porque hay cada vez más críticas a su labor “gubernamental”, que en realidad no ha sido otra cosa que aprovechar de la oportunidad para hacer negocios con los bienes de la nación.
Es por demás ilustrativo que Raúl Garciadiego, ganador de Iniciativa México, quien acompañaba en la mesa a Calderón y a Emilio Azcárraga Jean, haya aprovechado el momento para lamentar que se estén otorgando permisos para siembra de maíz transgénico, hecho que “constituye un atentado contra la soberanía alimentaria”, además de ser un “despojo monopólico” realizado por empresas trasnacionales a través de “inaceptables mecanismos jurídicos”. Así que por más que Calderón quiera atribuirse la calidad de patriota por antonomasia, los hechos lo desmienten. Criticar esos hechos significa un legítimo y verdaderamente patriótico acto de defensa de la patria ante quienes se afanan en destruirla, sin pensar que así están cancelando el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos. Dentro de cien años, si acaso las cosas cambiaran para bien del país, se estará recordando a Calderón no por patriota, sino todo lo contrario.
(gmofavela2010@hotmail.com)

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