jueves, mayo 26, 2011

Jaime Ornelas Delgado : En México sí hay opción

TENDAJÓN MIXTO
En México sí hay opción
Jaime Ornelas Delgado


Si usted escuchara lo siguiente: “es preciso un discurso político capaz de reconstruir el tejido social, sistemáticamente vulnerado por años de mentira y corrupción. Los ciudadanos hemos perdido el respeto a los partidos políticos mayoritarios, pero ello no equivale a perder nuestro sentido crítico. Antes bien, no tememos a la política. Tomar la palabra es política. Buscar alternativas de participación ciudadana es política”, bien podría decir que esta demanda, y la decisión de hacer política, la levantan mexicanos indignados y prestos a una insurrección ciudadana. Pero no, no son mexicanos quienes así hablan, sino españoles de todas las edades que dicen “buscar una verdadera regeneración democrática [...] cambiar un sistema que condena a los más jóvenes al desempleo y que beneficia a los grandes banqueros y empresarios” y que aseguran estar hartos y no van a parar, pues “Ahora es tiempo de la acción”.

Las expresiones que guían el M15 (que alude a la fecha de su primera reunión masiva: el 15 de mayo), tan cercanas a lo que podríamos decir millones de ciudadanos en México, habla de la similitud de situaciones entre España y nuestro país. Pero si bien la situación es similar en ambos, las diferencias son notables y apuntan a seguir caminos diferentes. En España, los electores se volcaron a fortalecer a la derecha en la mayor parte de las presidencias autonómicas en juego y de los 8 mil municipios.


La desilusión provocada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que enfrentó la crisis con las recetas neoliberales sustentadas en severos ajustes estructurales que afectan al empleo y los salarios, precarizando ambos y provocando un notorio aumento del desempleo, que en España llega a casi 20 por ciento de la población económicamente activa, hizo que importantes núcleos de trabajadores se alejaran de ese partido, de ahí que alejados del PSOE y sabiendo de los riesgos que trae consigo la asunción de la derecha al poder (difícil olvidar la larga noche del franquismo), una buena parte de la población “sin casa, ni curro, ni empleo”, inició un intenso proceso social autonombrado “la revolución de los indignados”, que logró movilizar a miles que demandaban cambiar el sistema.

El movimiento recibió una enorme cobertura mediática. La reaccionaria prensa escrita española y la televisión durante los días previos al 22 de mayo, el día de las elecciones municipales y autonómicas, dieron amplios espacios dedicados a difundir la “revolución de los indignados”, considerando tal vez que su rápido crecimiento alejaría a muchos ciudadanos progresistas de las urnas, tal como ocurrió, lo que haría más profunda la derrota del PSOE, lo que también finalmente sucedió. Hoy, la derecha ha sido la más votada haciendo añicos la memoria histórica, olvido fortalecido por la nostalgia del franquismo donde los rojos no tenían cabida, franquismo que ahora reivindica la lucha contra los inmigrantes árabes, africanos y latinoamericanos “para devolver España a los españoles”.

En México, la solución a la problemática social, similar a la española, puede ser distinta. Aquí, desde hace algún tiempo se ha organizado y fortalecido el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que puede ser el sitio donde se agrupen las fuerzas progresistas del país para derrotar, nuevamente y esta vez de manera definitiva, a la mafia que se apoderó del poder arrebatando al pueblo de México una victoria electoral legítima en 2006. De lograrlo, en 2012 se habrá constituido una fuerza ciudadana capaz no sólo ganar la elección presidencial, sino de construir una democracia crecientemente participativa en la que se sustente un gobierno democrático alejado de los principios de Consenso de Washington y cercano a las necesidades y soluciones que señale la población. Un gobierno donde la política económica tenga como objetivo prioritario el bienestar de la población y no sólo la solución a los problemas del proceso de acumulación del capital.

Para eso habrá que reconocer que un nuevo país es posible y absolutamente necesario. Ya tenemos la experiencia de cómo el PRI gobierna al margen de la democracia y a favor de las élites, a lo que los gobiernos panistas han agregado múltiples perversiones políticas y económicas. Nada debe ni puede hacernos tropezar con las mismas piedras.

En España la población dio un voto de castigo al PSOE. En México el giro es a la izquierda, sin duda.

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