Julio Hernández López
Astillero
Cortinillas musicales
Prohibiciones efectistas
Silenciar periodismo
Bravo Mena y el purgatorio
El gobernador de Sinaloa se ha construido una cortina no de humo sino de música. No puede meter orden ni en su gabinete; ha permitido que se consolide cada vez más el enchapado poder fáctico dominante y mantiene a la población en un estado de permanente amago e indefensión, pero aun así ha lanzado una llamativa campaña contra la ejecución de piezas musicales relacionadas con el narcotráfico, en lugares de reunión donde se surtan bebidas con alcohol (es decir, con una droga permitida).
La cortina musical se sustenta en buenas razones, pero es insuficiente, efectista y sólo temporalmente sostenible. Pretende combatir la apología del delito, pero sin impedir que se sigan produciendo las mismas infracciones que dan cuerpo a formas culturales que corresponden a una realidad social y económica, que podrá ser moral y jurídicamente condenada, pero a fin de cuentas es un reflejo de lo que se ha hecho y permitido en el país entero y, en especial, en regiones norteñas.
Aparte de los famosos narcocorridos en sí, el destinatario específico de la cruzada sonora de Mario López Valdez (conocido como Malova) es el Movimiento Alterado, que es una vía de expresión (por fuera de los canales tradicionales, que explicablemente le cierran las puertas a sus letras explícitas) de los grupos y cantantes que de manera abierta glorifican a jefes de cárteles y a las tareas de salvajismo que les son encomendadas a sus tropas. Mediante costosa producción “independiente” de discos y videos, presentaciones de gala en ciudades de Estados Unidos y conciertos y bailes en plazas calientes de México, el Movimiento Alterado es simplemente una cara más de la descomposición creciente del país ante el poder económico, político, social y cultural del narcotráfico.
Una de sus canciones más representativas, casi un himno, es la de los Sanguinarios del M1, producida por Safari Films, que a la hora de redactar esta columna llevaba más de ocho millones 582 mil reproducciones en You Tube. De entrada, los cantores establecen: Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca/ Volando cabezas a quien se atraviesa/ Somos sanguinarios, locos bien ondeados/ Nos gusta matar. El resto se desarrolla en similares términos.
La guerra de Malova contra la narcomúsica puede ser compartida hasta por razones de simple gusto artístico, pero en las circunstancias actuales de Sinaloa pareciera constituir una distracción que endereza baterías ínfimas contra una realidad apabullante. En esa entidad se vive una violencia social sin freno, que el nuevo gobierno estatal sólo ha enfrentado a golpe de declaraciones, mientras grupos internos se pelean el control que el mandatario no logra asumir, y mientras el cártel históricamente gobernante afianza el control de cuerpos policiacos y oficinas de mando, usándolos con tal parcialidad que va generando reacciones desesperadas de los perseguidos bandos carentes de sello oficial, con riesgo de incrementar las cuotas sangrientas en las calles y contra ciudadanos inocentes.
El presunto gobernador del cambio en Sinaloa (proveniente de uno de los grupos del PRI, el de Juan S. Millán) busca, por lo demás, acallar no solamente la música repudiable, sino también las voces periodísticas que señalan sus incesantes errores. Llegado al poder bajo el signo de las alianzas entre PRD y PAN, Malova usa el presupuesto de publicidad como zanahoria y garrote, según sus conveniencias, en busca de ahorcar económicamente a los medios que le son incómodos. Veleidades auditivas del poder sordo: hacer como que silencia musicalmente a quienes reconoce el derecho a gritar, y callar por enojo a los que periodísticamente dicen la verdad. Gobiernos del cambio.
Astillas
¡Santos Yunques! Aun cuando la veleidad vaticana ha declarado inexistente el purgatorio, en tales terrenos de sufriente indefinición sobrelleva su campaña electoral el candidato panista a la gubernatura del estado de México, Luis Felipe Bravo Mena, a quien el alto mando pinolero parece empeñado en exhibirlo desamparado, inviable, acaso destinado a un sacrificio de última hora, a una nueva alianza fáctica que no permitiendo ni promoviendo el crecimiento de la opción del PAN estaría ayudando a la del encinismo multívoco, siempre con la calderónica mira puesta en el copete tricolor. Resulta que el ex embajador de México en la Santa Sede y ex secretario particular de Los Pinos no fue acompañado en el arranque de su campaña por el presidente nacional del partido de blanco y azul (a diferencia de la foto de insólita unidad en torno a Encinas, en la que el menos importante fue Jesús Zambrano, que sí asistió). Bravo Mena, por su parte, dijo que “no necesitamos que estén todos los días y a toda hora dirigentes y personas que no son parte fundamental del diálogo con los ciudadanos”, y se preguntó (evidentemente sin ver los buenos resultados en encuestas que generó la actuación de Los tres tenores junto a Encinas) “cuántos votos aporta que venga un alto personaje, cuántos votos aporta o cuánto convencimiento aporta”. Como en otros casos, el asunto mexiquense huele a negociaciones para alianzas de facto (el PAN estatal no impugnará la residencia de Encinas para “no distraerse”). Habrá de verse, en caso de ser cierta la hipótesis del purgatorio y el posterior infierno para LFBM, si habrá contraprestación a pagar por el encinismo... El sicólogo Mauricio García Cedillo escribe: “Criticas que los problemas de tiempo completo se deben ajustar al horario burocrático. En sociedades más organizadas, los horarios son así, organizados, y se trabaja el tiempo asignado para ello. Seguramente siempre hay problemas, pero no por ello los funcionarios dejan de dormir. Que Ebrard designe un horario para atender los problemas de la ciudad, me parece que es justo. El problema es que en nuestra sociedad es mal visto, sobre todo, si van a utilizar el otro tiempo para hacer campaña. En esta sociedad capitalista, el tiempo también nos aliena”... ¡Hasta mañana, con los jóvenes españoles que sostienen su protesta en la Puerta del Sol de Madrid!
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