TENDAJÓN MIXTO
España en riesgo
Jaime Ornelas Delgado
Si se atiende a la mayor parte de los diarios españoles y a todos los canales de televisión, el próximo día 22 de mayo, cuando se realicen las elecciones para elegir a los alcaldes de sus 8 mil municipios y los presidentes de 13 de las 17 regiones autonómicas existentes, España sufriría un dramático vuelco a la derecha que favorecerá al Partido Popular (PP), excepto en el país Vasco donde gobierna el Partido Nacionalista Vasco (PNV) de centro izquierda y que, al parecer, mantendrá su hegemonía. Nada ganaría el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y si, por el contrario, perdería entre otras ciudades importantes Sevilla y Barcelona. Las pérdidas serían inconmensurables, por lo menos esos dicen los diarios, los noticieros y las encuestas.
Y no es que la derecha gane terreno (gana en arrogancia y xenofobia), sino que sectores importantes de la población trabajadora y de la clase media que padecen el desempleo, la pérdida de sus viviendas y de un fuerte deterioro de su nivel de vida y que tradicionalmente han formado el caudal de los sufragios socialistas, están dispuestos a no votar, a abstenerse como la única forma de mostrar su molestia con el PSOE que hace algunos años no sólo renunció al marxismo, sino que también se alejó de la socialdemocracia y asumió la responsabilidad de gobernar con los lineamientos del Consenso de Washington, actitud que, por lo menos, significa una enorme traición a la clase trabajadora y ahora está apunto de ser barrido, como justo castigo, en las próximas elecciones municipales y autonómicas, que todo mundo acepta como un avance de las elecciones de 2012 donde los españoles acudirán a las urnas para elegir al presidente del gobierno.
España en riesgo
Jaime Ornelas Delgado
Si se atiende a la mayor parte de los diarios españoles y a todos los canales de televisión, el próximo día 22 de mayo, cuando se realicen las elecciones para elegir a los alcaldes de sus 8 mil municipios y los presidentes de 13 de las 17 regiones autonómicas existentes, España sufriría un dramático vuelco a la derecha que favorecerá al Partido Popular (PP), excepto en el país Vasco donde gobierna el Partido Nacionalista Vasco (PNV) de centro izquierda y que, al parecer, mantendrá su hegemonía. Nada ganaría el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y si, por el contrario, perdería entre otras ciudades importantes Sevilla y Barcelona. Las pérdidas serían inconmensurables, por lo menos esos dicen los diarios, los noticieros y las encuestas.
Y no es que la derecha gane terreno (gana en arrogancia y xenofobia), sino que sectores importantes de la población trabajadora y de la clase media que padecen el desempleo, la pérdida de sus viviendas y de un fuerte deterioro de su nivel de vida y que tradicionalmente han formado el caudal de los sufragios socialistas, están dispuestos a no votar, a abstenerse como la única forma de mostrar su molestia con el PSOE que hace algunos años no sólo renunció al marxismo, sino que también se alejó de la socialdemocracia y asumió la responsabilidad de gobernar con los lineamientos del Consenso de Washington, actitud que, por lo menos, significa una enorme traición a la clase trabajadora y ahora está apunto de ser barrido, como justo castigo, en las próximas elecciones municipales y autonómicas, que todo mundo acepta como un avance de las elecciones de 2012 donde los españoles acudirán a las urnas para elegir al presidente del gobierno.
Ese sector de desempleados (hay en este momento en España casi 5 millones de trabajadores sin empleo), los deudores de préstamos hipotecarios; los universitarios que rechazan el “Pacto de Bolonia” que introduce los principios neoliberales en la educación universitaria; los miles de jóvenes que no estudian ni trabajan y los trabajadores cuyas condiciones laborales, salario y prestaciones son cada vez más precarios así como otros miles de “desempleados, mal remunerados, subcontratados en precario e hipotecados”, como ellos mismos se dicen, salieron a las calles del domingo 15 de mayo en 52 ciudades en toda España bajo las consignas “Democracia real, ¡ya!” y “ No somos mercancías en manos de banqueros y empresarios” para exigir “un cambio de rumbo y un futuro digno” y contra las “reformas antisociales” auspiciadas por gobiernos de “manos de banqueros que imponen recortes de las condiciones laborales y no son capaces de crear empleos”.
Las marchas de ciudadanos “sin casa, sin curro y sin miedo”, tuvieron un éxito inusitado que sorprendió a propios y extraños; pocos creyeron que, mediante las redes sociales, miles y miles atendieran la convocatoria a marchas en rechazo a todos los políticos y a todos los partidos políticos, que han dejado de representar los intereses de los españoles pobres, de los trabajadores, de los jóvenes, de las amas de casa y los excluidos, marginados y ofendidos por la demagogia del derechista PP y las desviaciones del PSOE.
A ese sector abstencionista que ya no se siente representado por el PSOE, se ha dirigido un desesperado José Luis Rodríguez Zapatero pidiendo su voto para impedir que “la derecha más derechista” se haga gobierno, por ejemplo, en Barcelona, donde el PP ha tenido ganas durante mucho tiempo de “poner su banderita azul”, según dijo Jordi Hereu, alcalde socialista de Barcelona que aspira a la reelección.
En España el hecho de que la derecha se haga gobierno es absolutamente real y puede ser inminente. Será la versión más xenófoba y racista, la que tiene sus ojos y su corazón en el franquismo y es una pena porque buena parte de esta posible restauración la tiene el gobierno del PSOE, que ha sido incapaz de gobernar desde la izquierda.
La esperanza para muchos hombres y mujeres de toda España, se acerca un poco más a Izquierda Unida (IU), cuya presencia electoral no se ha podido consolidar pero cuya influencia social, y en particular dentro de movimiento obrero a través de las Comisiones Obreras, una de las dos centrales obreras más importantes de España, resulta muy superior a su reducida fuerza electoral. Esperemos que IU y CCOO sean capaces de evitar el desplome de España.
No es lo mismo
El director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss–Kahn, creyó que podía hacer a una recamarera lo que acostumbraba hacer a los países pobres.
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