Astillero
Julio Hernández López
Benditas historias
Púlpito panista
Acólito pinolero
Templetes laborales
¡Santa grilla desatada! El beato Gustavo Madero invitó ayer a siete de los diez miembros de la congregación de blanco y azul que aspiran a subir al altar político de Los Pinos a usar el púlpito de la avenida Coyoacán, en la colonia del Valle, para desgranar su catecismo electoral. La insoportable levedad de los precandidatos del PAN: nada digno de recuerdo en sus sermones dominicales, salvo la declaratoria de Peña Nieto como copetón hereje del momento. Presuntos aspirantes necesitados de levadura y vitaminas: los secretarios Lujambio, Lozano y Félix Guerra (éste, ciudadano”, pues no es militante del PAN aunque está casado con una hija del difunto Clouthier y tiene una especie de cordón umbilical inmobiliario con Felipe Calderón y Margarita Zavala, en cuanto les paga renta por vivir en la casa particular, en la ciudad de México, de la pareja gobernante). Además, el persistente Santiago Creel, la desobediente Josefina Vázquez Mota, que no quiso irse al estado de México y por ello desde Los Pinos le ponen tache para la “grande”, y el espirituoso gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, obstinado en montarse en el foro para aspirar a ganar más delante aunque sea un premiecillo de consolación. Y, desde luego, el secretario plus, el presunto delfín pinolero, el héroe del bartolismo que vive requete bien con seis mil pesos al mes, Ernesto Cordero.
Panismo presuntamente en el poder que ni siquiera hilvana frases o textos sobre sí mismo para ganar espacios destacados de los medios de comunicación sino que, cual si fuera oposición, mejor se dedica a denunciar los errores ajenos, las estrategias de quienes así parecieran estar avasallándolo: leña verde al PRI, pero especialmente al malvado Quique Gaviotón, culpable de frenar en San Lázaro las propuestas legislativas anheladas por el calderonismo para barnizarse de reformista: Tucope: todos unidos contra el copete. Eso sí: el soñador Madero se permite augurar que su partido ganará los comicios venideros, los de 2012, y los de 2018.
Decidido a ganar votos para la cruzada de 2012, así sea doblegando y torturando la legislación vigente para justificar sus andanzas religiosas desde un cargo público que exige laicitud plena, exenta de sospechas y retorcimientos, el ocupante de Los Pinos se convirtió en acólito testimonial en el Vaticano, con la vista puesta en los réditos electorales que puede suministrarle el asistir a la ceremonia religiosa de declaratoria papal de beatitud de Juan Pablo Segundo, listo el oportunismo pinolero a organizar en México cuanto acto sea necesario para asociar la imagen del polémico pontífice (que, entre otras cosas, protegió a pederastas mexicanos, principalmente a Marcial Maciel) con el interés electoral panista.
Convertidos en feroces defensores de sus enormes privilegios personales, enriquecidos hasta la ofensa, culpables de frenar, prostituir y reprimir la organización laboral auténtica, corresponsables del atraso cívico generalizado, los líderes charros se pusieron ayer la careta de mártires defensores de los derechos de los trabajadores y lanzaron arengas contra el calderonismo que, con el ahora congelado proyecto de Ley Lozano, estaría dañando muchas “conquistas del proletariado”. Triste destino de los mexicanos: que de los labios moralmente menos autorizados, más despreciables por sus resultados reales, surjan alegatos válidos en contra de la locura calderonista generalizada. Uno de esos próceres de la democracia y la justicia es el dizque dirigente de lo que queda del sindicato de ferrocarrileros, el impresentable Víctor Flores cuyos guaruras generaron ayer una gresca con vigilantes del templete al que subiría el mencionado “líder”.
En otro templete hubo caídas y confusión. El sindicalismo denominado “independiente” celebró por su lado (cual ha sido natural) el Día del Trabajo, pero una parte de la estructura metálica en que estaban montados algunos dirigentes se desarmó (aunque Ciro Pérez y Patricia Muñoz reportaron en la página de Internet de La Jornada que lo que se había desplomado era una estructura metálica, ciertamente, pero que sostenía una manta y estaba detrás del templete), y algunas personas cayeron o fueron afectadas por lo caído: once heridos, según los reportes vespertinos. Entre otros gremios participantes en esa recordación, ajena al cetemismo y demás membretes abiertamente explotadores del interés obrero, estuvieron los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas, a quienes parece perseguir el fantasma de la confrontación con periodistas asistentes a sus actos. En esta ocasión hubo golpes e insultos contra algunos representantes de medios de comunicación, sin que se tenga hasta ahora un posicionamiento público del SME para precisar los términos de la relación que busca tener con quienes cubren periodísticamente ese tipo de actividades o sin que haya un deslinde de la directiva respecto de esos actos violentos y, de ser necesario, la presentación de una disculpa a los afectados.
Astillas
Otra historia del horror cotidiano. Ésta en Iztacalco, colonia Pantitlán, según narra un lector cuyos datos serán guardados: “El martes 22 de febrero, a las 22 horas, nos encontrábamos en mi domicilio mi mamá, mi hermana, mi esposa, mi bebé, y uno de mis hermanos, cuando tocaron en la puerta de la casa; yo fui a abrir y me topé con un par de personas trepadas en una moto; uno de los individuos se bajó y me empezó a saludar como si fuéramos amigos. Ya que estaba posicionado en la puerta, de tal manera que yo no pudiera cerrar, sacó una pistola con la cual me amenazó, y al mismo tiempo me decía que teníamos en el patio un coche robado. Yo no supe qué hacer, con muchísimo miedo le contesté que le habláramos a la policía, y él me dijo que ellos eran la policía, mostrándome el escudo de la SSP del DF; ya para entonces se acercaron como ocho presuntos policías, uno de ellos me dijo que tenían que revisar la casa y la de todos los vecinos. Por ésta ocasión no pasó nada; así como llegaron los supuestos policías, se fueron”... ¡Hasta mañana!
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