miércoles, octubre 10, 2012

Alejandro Gertz Manero : Endeudamiento público y saqueo


Alejandro Gertz Manero
Endeudamiento público y saqueo

Más de 400 mil millones de pesos han generado como deuda todos los estados del país. Los principales son el DF, Nuevo León, el Estado de México y ahora Chiapas, donde la dictadura de Macondo acumuló más de 40 mil millones de deuda, superando las que adquirieron Coahuila y Nuevo León.
Algo peor está ocurriendo con los municipios nacionales, como Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque, que superan los 5 mil 600 millones de pesos de deuda, seguidos por Monterrey, Cancún, Nuevo Laredo y León, mientras 90% de los municipios de Michoacán se encuentra en riesgo de quiebra y 80 ayuntamientos de Jalisco no cuentan con recursos para el pago de aguinaldos. 
A la catástrofe financiera de los estados y municipios hay que agregar el crecimiento de la deuda externa e interna federal, que se multiplicó en seis años pasando de un billón 800 mil millones a 4.2 billones, sin contar en estas cifras los adeudos y compromisos financieros por las jubilaciones del IMSS y del ISSSTE que son inmensos, más los créditos por Pidiregas, y del Fobaproa, que ya alcanza cifras mayores a los 70 mil millones de pesos, que unos cuantos se robaron para que ahora todos los paguemos. Esta herencia maldita a nivel nacional se asemeja y puede superar proporcionalmente al desastre que se está viviendo a nivel mundial y que ya explotó en Europa, llevando a la población a enfrentarse a sus gobiernos para exigirles responsabilidades por coludirse, promover y autorizar esta debacle, que ahora debe pagar la comunidad, con más impuestos, desempleo, hambre.
Es increíble que durante 10 años las enérgicas e impolutas autoridades del FMI y de todos los organismos económicos multinacionales no se hubieran enterado del megafraude organizado por los petroleros, la banca internacional y los gobiernos de casi todos los países, con objeto de generar una explosión descomunal del crédito, para con ello fingir un crecimiento económico que no existía y que se financió con los petrodólares, que permitieron a los tiburones del petróleo llevar sus precios de 15 dólares por barril a más de 100, sin importarles que ese fraude financiero le costara al mundo la quiebra y sin que haya castigo para esos irresponsables.
En una versión vernácula y doméstica de ese saqueo, durante los últimos 12 años estados y municipios organizaron una juerga financiera que no tiene paralelo en la historia del país, contrayendo deuda para supuestas obras y servicios, pero que se utilizó para fondear un desfalco crediticio implacable, con objeto de enriquecerse brutalmente y para fondear la compra de votos y el fraude electoral a todos los niveles.
Esta situación tuvo que haber sido conocida a detalle por las autoridades hacendarias del país, por los bancos que prestaron, por el gobierno federal, por la Auditoría Superior de la Federación, por la Función Pública, las contralorías municipales y estatales, y por todas las autoridades que conocieron este inmenso fraude, del que mucho hablaron y criticaron, pero que nada hicieron para impedir, hasta ahora que fingen sorpresa e indignación, mientras el gobierno federal manda “a toro pasado” algunas reformas legislativas de “transparencia” para contener ese endeudamiento catastrófico, que ya no puede seguir creciendo porque nadie les va a prestar en razón de que no tienen con qué pagar, y no por una “leyecita” que únicamente viene a taparle el ojo al macho. En este nuevo escándalo, nuestras autoridades demuestran su compromiso con la globalización, pero en los trinquetes, en la quiebra de las finanzas públicas y en el derroche más cínico y criminal en materia financiera, siguiendo así los pasos de sus mentores internacionales.
Frente a esta catástrofe en todos los niveles de gobierno, la única opción que aparece a la vista es la de pignorar, malbaratar o entregar las reservas de Pemex en aguas profundas, y el monopolio de su explotación, disfrazando todo ello mediante una supuesta privatización que no será más que otro escalón en el saqueo inmisericorde de los bienes que nos pertenecen a todos los mexicanos, y que deberíamos defender con más entereza y compromiso.
editorial2003@terra.com.mx

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