viernes, octubre 26, 2012

La libertad también ha sido ejecutada : María Teresa Jardí


La libertad también ha sido ejecutada
María Teresa Jardí
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=200596

Me siento entre madres de hijos adolescentes en una fiesta infantil y me dedico a escucharlas contar lo preocupadas que están por sus vástagos, a los que tienen que llevar a todos los lugares e incluso una explica el caso de un padre que se queda dentro del coche a esperar a su hija quinceañera cuando no hay más remedio que llevarla a una fiesta.
La libertad, efectivamente, se encuentra perdida para las jóvenes.
La libertad ejecutada es el saldo que resume el atroz sexenio encabezado por el panista Felipe Calderón.
Ejecutada la libertad como la posibilidad inherente como compañera para que la vida pueda llamarse civilizada. La libertad asesinada por el manejo criminal de la cosa pública hecho por el último exponente de la derecha panista. La libertad cancelada para todos los mexicanos.
Porque tampoco es que los ricos sean libres y, al contrario, a lo mejor son menos libres viviendo en bunkers y en manos de guardias personales, que saben que pueden convertirse en sus verdugos. Los que de hecho se han convertido ya, en el caso de más de uno, por más entrenados que hayan sido por los infames sionistas que mandan en Jerusalén y en el imperio yanqui. 


Los padres suspiran por sus hijos con la esperanza de que regresen vivos a casa cada día. Con el “Jesús” en la boca, los que no tienen coche, que no es el caso de las madres que escucho, pero que son la inmensa mayoría.
Ejemplo del deterioro moral que impera, en particular entre los grupos mafiosos que controlan el poder e incluso entre los que en sus manos se encuentra el desempeño de la función pública, la constatación de que cuando el muerto es familiar de un personaje público sí se puede llegar a los autores, mientras que el resto ni como número figura en las instancias, que antes de ser desarmadas del todo en su estructura ética aspiraban a comportarse —y a veces se comportaban— como procuradoras de justicia.
Y conste que no es condena a los casos que se resuelven. Bien por esos padres que igual tendrían, todos, Humberto Moreira incluido, que estar encabezando un movimiento ciudadano exigiendo la resolución del resto, como hace Sicilia. El combate a la mafia que sólo en el caso de algunos resuelve los asesinatos de manera obligada por tratarse de personajes públicos, demostrando el desprecio a lo otros sin hacer ni siquiera el intento de dar la certeza que permite elaborar de mejor manera el triste duelo, es asunto prioritario para una sociedad que ha perdido la forma civilizada incluso de encarar la vida.
Convertidos en chóferes permanentes de los hijos, los padres y madres que sí tienen vehículos. ¿Hasta cuándo? Para siempre. Hasta que se casen o cuando conduzcan su propio auto, lo que tampoco garantiza la seguridad y en algunos casos la aumenta.
La mayoría de las madres reunidas se inclina por enviarlos al extranjero a estudiar con la esperanza, en el fondo, de que se casen en ese lugar y no regresen. Conscientes de que el futuro aquí no pinta para cambiar y sí en cambio para empeorar. Mujeres privilegiadas, tienen, ellas y sus maridos, trabajos bien remunerados, tienen coche ambos y los hijos mayores. Los menores asisten a caros colegios de paga.
Las historias que cuentan tienen que ver con hijos de familia, de familias con posibilidades de tener varios hijos en escuelas de pago. Pero igual el tema se generaliza y se acepta el hecho de que las otras madres, sin esas posibilidades, siendo todas víctimas, son aún más víctimas.
Una relata una fiesta de niños de secundaria que se emborrachan y la madre dueña de la casa los corre sin esperar la llegada de los padres a buscar a los hijos, y al denunciar el caso en la escuela se realiza una reunión con la madre anfitriona y los padres de los infantes puesto en la calle irresponsablemente y la anfitriona dice que ella no les dio el alcohol, que lo metieron los niños y que los padres de los niños son los responsables de lo que hacen sus hijos y no ella de cuidar que no entren bebidas a su casa. Un caso extremo que se va convirtiendo en generalizado conforme avanzan las conversaciones que alucinarían, si no se nos hubiera cancelado la capacidad de asombro también a los mexicanos. Y de lo que sucede aquí se salta a otros lados. Dos casos impresionantes ocurridos en estados norteños que hasta hace unos años eran tan vivibles como va dejando de ser Mérida.

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