domingo, enero 30, 2011

Julio Pimentel Ramírez : Porvenir sombrío


Porvenir sombrío
Por Julio Pimentel Ramírez


Mientras distintas voces, incluyendo personajes que no pueden ser considerados críticos acérrimos del actual gobierno panista espurio, alertan sobre el fracaso de la errada estrategia contra el narcotráfico y el crimen organizado, que Felipe Calderón aplica siguiendo órdenes del vecino imperial del Norte, todo indica que el empecinado inquilino de Los Pinos seguirá por el mismo camino que tiene al país al borde del abismo y que pone en peligro no solamente la perspectiva de una nación soberana, sino el futuro mismo de la sociedad al colocar a niños y adolescentes en condiciones sociales vulnerables y a merced del crimen organizado.
De los 6 millones de jornaleros agrícolas que se emplean en los campos de México 50% son niños y adolescentes que aportan cerca de 35% del ingreso familiar, en un entorno en el que son escasos los esfuerzos para evitar la explotación laboral de los menores, informó la Confederación Nacional Campesina (CNC).
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señaló por separado que la mayoría de los niños que trabajan —cerca de 70 %— lo hacen en la agricultura.
La FAO indicó que no toda la labor que realizan los niños puede ser definida como “trabajo infantil”.

Las tareas ligeras que no interfieren con su asistencia a la escuela son aceptables a partir de los 12 y 13 años de edad, al igual que sucede con los trabajos calificados de no peligrosos para los adolescentes de 15 y 16 años.
Trabajo infantil, según la convención de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se refiere específicamente al que perjudica la salud del niño, impide que asista a la escuela y puede poner en entredicho su desarrollo y crecimiento futuros.
En todo el mundo, más de 132 millones de niños y niñas de edades comprendidas entre los cinco y los 14 años trabajan en la producción y venta de cultivos, ganado, productos pesqueros y forestales. Esta situación debilita las estrategias encaminadas a reducir la pobreza y fomentar el desarrollo rural y agrícola, precisó.
Por demás está decir que las condiciones laborales de los jornaleros agrícolas mexicanos, entre ellos los tres millones de niños y adolescentes que no estudian pero sí trabajan, son precarias y en muchas ocasiones recuerdan la situación que prevalecía en tiempos de las haciendas porfiristas, con peones acasillados y tienda de raya incluida.
Originaria de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz e Hidalgo, a la niñez jornalera se le puede ver laborando en los campos de Baja California, Durango, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Puebla, Tamaulipas, San Luis Potosí, Sonora y Sinaloa, principalmente.
Se levantan en la madrugada, como toda la familia, porque arrancan su labor a las 6 ó 7. Se cubren la cabeza y la boca con trozos de tela, para protegerse del calor, del polvo y, afirman, para evitar que los agroquímicos los dañen.
Pero esta protección no es efectiva, pues muchos padecen dermatitis, intoxicaciones, quemaduras, anemias. Además de las insolaciones, deshidratación y accidentes, que no son raros y les llegan a ocasionar mutilaciones o la muerte.
Enfatizó que para las niñas el riesgo por estas sustancias es grave, pues a largo plazo, cuando lleguen a ser madres, el producto tiene la posibilidad de nacer con algún tipo de malformación genética, debido al contacto con los venenos de los plaguicidas. Incluso los niños podrían sufrir trastornos reproductivos, como esterilidad.
Aunque los datos oficiales al respecto son escasos y no reflejan con fidelidad la realidad, hay indicadores que nos alertan sobre la situación nacional de los menores: 350 mil abandonan cada año sus comunidades; 50 por ciento son indígenas; 45% registran desnutrición y 90 de cada 100 no asisten a la escuela.
Sin abordar información adicional sobre los 8 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan y las condiciones de vida de las familias mexicanas, incluyendo situación económico-social y ambiente “cultural” en que prevalece el individualismo y los “valores” difundidos por las grandes televisoras, no es de extrañar que el crimen organizado en México ha reclutado, a base de amenazas o con el atractivo del dinero fácil, a unos 30,000 niños que realizan una veintena de actividades delictivas, desde tráfico de droga hasta homicidio, pasando por el tráfico de inmigrantes, revela el informe “Infancia y conflicto armado en México”, elaborado por la Red por los Derechos de la Infancia de México (RDIM).

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