jueves, enero 20, 2011

JAIME ORNELAS DELGADO : Sube el precio de los alimentos y aumenta la pobreza

TENDAJÓN MIXTO
Sube el precio de los alimentos y aumenta la pobreza
JAIME ORNELAS DELGADO


La espiral al alza en los precios de diversos productos básicos, es ya un hecho. De momento, los focos rojos están prendidos en el precio de los principales granos como el trigo y el maíz en el mercado internacional. Información reciente indica que en México el precio del trigo pasó de 3 mil 500 pesos la tonelada en enero de 2010 a 4 mil 700 pesos en el mismo mes de 2011, lo que significa un incremento de 34.3 por ciento; sin embargo, la Asociación de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo (ANEC) que agrupa a 60 mil pequeños y medianos productores de granos, advierte que su cotización podría llegara a los 5 mil ó 5 mil 500 pesos durante este año.

Por su parte, el precio del maíz en el valle de México pasó de 3 mil a 3 mil 500 pesos y podría llegar a los 4 mil, resultado del alza en el costo de estos granos a nivel internacional y a la reducción de la producción en México, política ésta que ha hecho al país cada vez más dependiente del exterior. A la fecha, el precio pagado a los productores directos en este producto pasó de 2 mil 400 a 2 mil 900 pesos la tonelada y se pronostica que el importe aumente para la cosecha de Sinaloa, que inicia en mayo–junio a 3 mil 200 pesos. Con todo esto, la ANEC estima que el impacto del aumento de los precios agrícolas en el costo de la canasta básica de alimentos sea entre 10 y 15 por ciento para mediados del año.


A su vez, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Sergio Cervantes Rodiles, anunció alzas de entre 2 por ciento y 3 por ciento en productos como frituras que dependen del maíz y trigo; además, dijo que el sector de bebidas y alimentos depende del comportamiento en el precio de los commodities, así como al de la gasolina, gas y electricidad, “Todo en conjunto –dijo Rodiles–, afecta a los precios y hemos llegado a un punto donde no se puede aguantar más. Por ende, tenemos que incrementar el costo de venta, que recae en el consumidor”.

En una economía como la mexicana, dependiente y agroimportadora, es decir, donde el gobierno ha decidido no intervenir directamente controlando los precios, se tiene que recurrir a la sobrevaluación del peso –aumentando la tasa de interés para atraer capitales del exterior, incrementando el monto de las divisas o contratando créditos con el Fondo Monetario Internacional, para aumentar la oferta de dólares y bajar su cotización– con el propósito de importar alimentos baratos y evitar que la inflación se desboque. Sin embargo, la apreciación de nuestra moneda no ha sido suficiente como para evitar el alza en los precios tanto del pan como de la tortilla (que en algunas partes alcanza precios de hasta 15 pesos el kilo), y otros productos básicos, que se han encarecido apresuradamente. De esta manera, se sabe que el crecimiento del precio de los artículos de la canasta básica triplica el índice general de la inflación, aumentando la elevada carga de pobreza que afecta ya a millones de hogares en el país.

No estaría por demás pensar en una solución radical al empobrecimiento de la población vía el incremento en los precios de la canasta básica: un aumento de emergencia a los sueldos y salarios, acompañado de un estricto control de precios de los productos de primera necesidad, incluyendo los de las gasolinas. De otra manera, de seguir sosteniendo el gobierno de Felipe Calderón la estrategia de mantenerse alejado del mercado, con el pretexto de su capacidad de autorregulación, el mercado interno no se recuperará y no podrá ser el motor fundamental del crecimiento de la economía nacional.

Hoy, la economía se muestra tambaleante, y su crecimiento depende lo que ocurra en la Estados Unidos, el salario está pulverizado debido a la inflación que afecta a la canasta básica y el tejido social de la sociedad mexicana se ha roto, a veces pareciera que irreparablemente. No le falta razón al Banco Mundial cuando afirma que México fue uno de los pocos países de América Latina que en 2010 no logró recuperarse totalmente de la crisis económica que se inició desde 2007.

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