martes, octubre 02, 2012

Vaya manera de dialogar : Guillermo Fabela Quiñones

Por Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Vaya manera de dialogar

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=195482

No es diálogo, sino sumisión, lo que demanda a la oposición el grupo en el poder. Así lo deja ver el regaño que dio, a los legisladores de la coalición de izquierda, el coordinador de la bancada de PRI en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, porque un grupo de ellos tuvo el atrevimiento de tomar la tribuna antes de la votación por la que finalmente se aprobaría la contrarreforma a la Ley Federal del Trabajo. Llamó violentos a quienes en uso de su derecho recurrieron a un hecho desesperado, con el fin de tratar de contrarrestar la fuerza reaccionaria del binomio partidista mayoritario.
Es evidente que la camarilla en el poder acepta el “diálogo” sólo si es bajo las reglas que le impone a la oposición, de ninguna manera si no existe la disposición de los disidentes a mostrar abiertamente la aceptación de los argumentos de las fuerzas al servicio de la oligarquía. Beltrones se mostró muy molesto con la “violencia” de los legisladores de izquierda que tomaron la tribuna, sin ponerse a pensar en la brutal violencia de que ha sido objeto el pueblo mexicano desde hace tres décadas, que ha diezmado familias enteras, ha dejado en la orfandad a miles de menores de edad, ha despoblado regiones antes muy productivas, que ahora se encuentran sumidas en la miseria y en la ingobernabilidad.

El grupo en el poder dice estar siempre dispuesto al diálogo, lo ha venido repitiendo hace mucho tiempo, pero sin haber demostrado una sola vez aceptar los argumentos en contra de sus programas y estrategias. Se tiene un diálogo cuando las partes enarbolan ideas con absoluto respeto unos y otros, sin que una de ellas trate de imponerse a las demás, a sabiendas de que tiene más fuerza y puede imponerla al contrario. Esto no sucede en México desde hace mucho tiempo, posiblemente desde que se debatió en el Congreso Constituyente de 1917 el articulado de nuestra Carta Magna. Allí, en el Teatro de la República en Querétaro sí hubo diálogo, no imposición ni mucho menos sumisión.
Lo que Beltrones exige a sus adversarios en la Cámara Baja es absoluta sumisión, no diálogo. En su regaño está implícita esta postura, así como la amenaza de que de no aceptar esta regla la minoría opositora será apabullada sin miramientos, al fin y al cabo el binomio PRI-PAN hace mayoría y puede darse el lujo de ningunear y amenazar cuantas veces sea necesario. Máxime que el pueblo mexicano está tan abatido por sus problemas cotidianos, y tan enajenado por la televisión, que se puede hacer en su contra todo lo que se le ocurra a la oligarquía.
Si Beltrones se asusta e indigna porque la oposición hace un tímido uso de sus derechos, entonces cabe imaginar cuál sería su actitud si los legisladores comprometidos con la sociedad mayoritaria, actuaran como lo hacen en otras naciones incluso civilizadas, como Corea del Sur y Ucrania, donde los legisladores han llegado a los golpes con tal de imponer sus convicciones. De hecho, la toma de la tribuna es un mecanismo que demuestra la madurez de quienes la llevan a cabo, pues podrían proceder de otra manera, acorde con la violencia que ejerce la clase en el poder contra la sociedad mayoritaria. Esta sí digna de estudio, pues patentiza un odio visceral, de corte aristocrático, contra el pueblo que trabaja y lucha por sobrevivir, sin dar muestras de hartura por tanto sufrimiento de que es víctima.
De ahí lo improcedente de la actitud asumida por el coordinador de la bancada del PRD, Silvano Aureoles Conejo, de apoyar a Beltrones en vez de hacerlo con sus correligionarios. Dijo: “Es un espectáculo que no le deberíamos dar a la nación. Quienes votaron por nosotros se van a sentir defraudados”. Desde luego que no es así, pues lo que defraudaría a quienes votaron por la izquierda sería que siguieran imitando el comportamiento de Los Chuchos quienes ahora están en el Congreso. Esto sí sería muy mal visto por el pueblo, que espera una actitud digna y responsable de quienes se dicen sus representantes.
Nunca en la historia de la humanidad los avances de los pueblos se han llevado a cabo con la sumisión de los humillados y ofendidos. Si las relaciones sociales en México se caracterizan por la soberbia de la oligarquía, como en ninguna otra nación latinoamericana, es porque la clase política se ha mostrado sumisa y obediente a los dictados del todopoderoso, luego de 70 años de operar una estructura orientada a mantener inmovilizada a la sociedad mayoritaria. Esto no puede seguir así, mucho menos cuando el PRI regresó a Los Pinos sin otra finalidad que asegurar el regreso a un pasado que cancelaría toda posibilidad de progreso social.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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