La confianza, pieza clave para la gobernabilidad
Por: Virginia González Melgarejo
“Sin agentes
(policiacos) confiables el país no podrá tener seguridad”. Esta frase,
pronunciada en la ceremonia de inauguración de un parque allá en su tierra
natal Michoacán el domingo pasado por quién, desde 2006, ha usurpado la
presidencia de México, tiene mucho de verdad y por primera ocasión en algo
estoy de acuerdo con Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa: la
confianza es indispensable, pero no sólo en los policías, yo iría más allá, la
confianza en todas las autoridades, empezando por quién es el titular del Poder
Ejecutivo.
Ahora resulta, después de seis años y más de 70 mil
muertos, que el señor se da cuenta de que una policía confiable es lo que
necesita el país, pues por ahí hubiera empezado, no que ansioso por lograr una
legitimidad que las urnas no le dieron, inició en el país esta absurda guerra
que ha sembrado muerte, miedo y dolor en miles de familias mexicanas. Antes
“daños colaterales”, hoy las víctimas son reconocidas como “muertos por
presunta rivalidad delincuencial”. Según cifras oficiales, hasta septiembre de 2011
se contaban 47 mil 515 asesinatos, que en su mayoría han quedado en completa
impunidad, una huella más de este nefasto sexenio.
El individuo que se robó la elección presidencial en
2006, “haiga sido como haiga sido”, sostuvo a pesar de todo al frente de la
Secretaria de Seguridad Pública Federal a un oscuro personaje, Genaro García
Luna, con lo que sumó un desatino más, pues los malos resultados de la
dependencia saltan a la vista. El propio García Luna no se ha sometido a la
evaluación permanente a la que deberían someterse todas las policías, y siendo
la cabeza de esa dependencia esa evaluación sería indispensable dada su
reputación tan oscura como los resultados de su única certificación que hasta
hoy se desconocen.
Lo que mal empieza, mal termina
El gobernador Fausto Vallejo en el mismo acto del domingoen
Michoacán, llamó a esa entidad un “oasis de paz y tranquilidad” lo que
pareciera una burla, pues ese mismo fin de semana ese estado se vio nuevamente
agraviado en el municipio de Apatzingan y Ciudad Hidalgo por terribles
enfrentamientos, en los que en medio de balaceras se secuestraron
vehículos de carga para luego incendiarlos y atravesarlos en las carreteras, lo
que derivó en el envió de más de 15 mil soldados y policías a la zona. La ola
de muertes no cesa, aunque los discursos llenos de cinismo quieran tapar el sol
con un dedo.
Lo más lamentable es que en el país la desconfianza de
los ciudadanos hacia las autoridades va en aumento. Muy caro nos costó a los
mexicanos la usurpación de Felipe Calderón, pero más caro aun nos va a costar
la pretensión de imponer a Peña Nieto, quien carga tras de sí escandalosas
sumas de dinero, cuya procedencia no ha podido ser explicada, que lo impulsan y
tratan de imponer como presidente de México, y que más temprano que tarde
habrán de cobrarle las facturas sin importar para ello el agravió a
un país entero y el destino de la nación, cuando la confianza en las
autoridades debería ser la pieza clave para establecer la gobernabilidad en
cualquier país que se diga medianamente demócrata.
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