Sostener la esperanza
Por: Jaime Ornelas Delgado
Aún son muchos mexicanos que, encabezados por Andrés
Manuel López Obrador, sostienen la esperanza de construir en México una
verdadera democracia.
La pretendida normalidad, basada en el fraude cotidiano y
los abusos del poder como esencia del funcionamiento de las instituciones, no
ha logrado vencer la resistencia de un movimiento social acosado por los medios
y por quienes se pretenden vencedores en una sociedad donde las conductas
fraudulentas se premian con el “éxito”.
En medio de la euforia por la medalla de oro obtenida por
el equipo de futbol en Londres, el movimiento social que acompaña a López
Obrador no ha sucumbido a la indiferencia social promovida por las dolosas
campañas de desprestigio en contra de quienes sólo piden el cumplimiento de la
Constitución.
Los mexicanos, muchos millones, han sido testigos del
desastroso gobierno de Felipe Calderón y sus más de 70 mil muertos, los miles
de desaparecidos y otros tantos desplazados como resultado de una guerra
interminable contra el narco; a lo que se suman los elevados índices de
desempleo y el aumento constante de los pobres; a esos mexicanos también
preocupa la posibilidad del regreso del viejo PRI, el de la intolerancia y el
autoritarismo, de la persecución a la disidencia y la represión masiva y selectiva,
esos millones de ciudadanos, en el ejercicio legítimo de sus derechos,
mantienen vivo el mensaje de quien representa la esperanza de otro país
posible.
La estrategia mediática, utilizando las encuestas que se
decían creíbles pues las hacían pasar como sustentadas en metodologías
“científicas”, no logró vulnerar el prestigio de quien ha logrado un gran
arraigo entre los diferentes sectores de la sociedad mexicana y que
fueron capaces de diferenciar entre esa estrategia y el sustento de candidatura
en un proyecto viable, atractivo y capaz de entusiasmar a millones de mexicanos
que lo hicieron suyo y lo siguen creyendo posible.
No es difícil comprender que en un país donde existen más
de 52 millones de personas en condiciones de pobreza, sea posible comprar el
voto a cinco o seis millones de ciudadanos. Para quienes niegan esa
posibilidad, puede ser que 500 ó mil pesos no signifiquen nada, pero para los
millones de mexicanos en pobreza extrema significan mucho, demasiado, a veces
todo. Por eso resulta factible y creíble el uso de las tarjetas Monex y/o las
de Soriana para comprar voluntades y votos, tanto como los movimientos ilícitos
en cuentas bancarias de gobiernos accionadas por funcionarios de la campaña
priísta. Todo esto forma parte de una realidad evidente que el IFE se niega a
reconocer con el argumento de que no tienen facultades de fiscalización –por lo
menos eso dicen algunos consejeros–, lo cual significa que no habrá delito que
perseguir. Como siempre, en México hay delitos pero no delincuentes y mucha
impunidad.
Hoy más que nunca, Andrés Manuel López Obrador mantiene
viva la esperanza de que México comience a cambiar y evitar otra oportunidad
perdida para los mexicanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario