lunes, agosto 06, 2012

Lydia Cacho, se va

Lydia Cacho, se va
Por: Sanjuana Martínez
Daños colaterales


Escribo desde el corazón. No puedo hacerlo de otra forma. Mi compañera Lydia Cacho no solo es mi colega periodista, es también mi amiga desde hace años. Nos une la pasión por la profesión, el compromiso social por la causa de las mujeres y los derechos humanos y por supuesto el vínculo de una amistad llena cariño y solidaridad. El trabajo de Lydia Cacho es tan indispensable en México como el aire que respiramos. Sus investigaciones periodísticas intentan cambiar los estamentos anquilosados de la corrupción del poder político, empresarial y gubernamental. Sabemos que hacer periodismo independiente y crítico en estos tiempos, se ha convertido en una profesión de alto riesgo; pero Lydia lleva siete años bajo la amenaza latente de los poderosos señalados en sus trabajos con nombres y apellidos, de manera valiente. Allí están sus libros para demostrarlo. El último “Esclavas del Poder: un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo”, editado por Grijalbo es una profunda investigación en diferentes países no solo sobre el tráfico humanos con fines de explotación sexual, sino también sobre los hombres poderosos que se benefician del mismo.
También están sus columnas, convertidas en lectura obligada por la cantidad de información y datos que ofrecen luz a temas generalmente ocultos por los intereses de los diversos poderes. A lo largo de una carrera periodística marcada por la crítica y la denuncia es normal convertirse en un comunicador incómodo y muchas veces perseguido o prohibido para algunos espacios. Lo que no es normal, es que el Estado permanezca impávido ante las amenazas de muerte que Cacho y muchos otros periodistas han recibido. Y lo que resulta más vergonzoso aún, es que una periodista amenazada de muerte como Lydia Cacho se tenga que exiliar temporalmente para salvaguardar su vida y su trabajo. Ella no es la única, un grupo de comunicadores se ha visto obligado a permanecer en otros países debido a la indolencia del gobierno de Felipe Calderón frente a los más de 100 crímenes impunes de periodistas. En el caso de Lydia es particularmente llamativo la falta de acción gubernamental. Desde el 2009 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió al gobierno adoptar medidas cautelares para protegerla, pero Calderón y sus funcionarios negligentes de la Secretaría de Gobernación y de la fallida Fiscalía para la atención de delitos contra periodistas, hicieron caso omiso de la urgencia de dichas medidas. Es evidente que prefieren  no cuidar a una voz critica. Desde entonces, la periodista ha vivido acosada y perseguida por unos o por otros. Específicamente en esta ocasión el mensaje fue concreto: “Ya te lo dijimos, pinche puta, no te metas con nosotros, se ve que no aprendiste con la vueltecita que te dieron. La que te va a tocar va ser en pedacitos, así te vamos a mandar a casa, en pedacitos, pendeja”. No es difícil adivinar de dónde viene la amenaza. Proviene del crimen organizado vinculado al poder político. Ultimamente Lydia ha escrito duras critícas a los gobiernos priistas de los distintos estados de la República y de todos los partidos; aunque su trabajo sobre las redes de trata con fines de explotación sexual han desvelado las cochinadas de ilustres corruptos priistas como Emilio Gamboa, Mario Marín, Miguel Ángel Yunes Linares (ahora converso panista), el hermano del ex gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás y el ex gobernador de Quintana Roo, Félix Arturo González Canto, entre tantos otros. México se ha convertido en la segunda Tailandia en términos de trata sexual. Es un paraíso para tratantes aliados con gobernadores a fin de incrementar sus jugosas ganancias y luego repartirlas a costa de la explotación de miles de niñas y mujeres. Nada ha cambiado a pesar del encarcelamiento de Succar Kuri, el famoso pederasta encarcelado gracias a las investigaciones de Cacho, a quien intentan beneficiar en la prisión, bajo el argumento de grave enfermedad de próstata. La periodista siempre ha diversificado su trabajo: denuncia a los pederastas, pero también a los políticos corruptos, a miembros del Estado que abusan de los derechos humanos; a las autoridades que explotan a los migrantes, a los legisladores que se niegan a revisar la agenda a favor de los derechos de las mujeres. Con su pluma defiende las causas mas justas: indígenas, niños, homosexuales, migrantes, trabajadoras sexuales y un largo etcétera de grupos vulnerables. Sus fuentes de información le han permitido tener un amplio archivo de depredadores en todos los ámbitos. Los periodistas independientes sabemos que se aproximan tiempos difíciles en cuanto a libertad de expresión. El PRI nunca ha sido un modelo de respeto al gremio ni al oficio. La historia es reveladora. Y ahora solo hay que ver los acontecimientos en el último mes en cuanto a ataques a medios como “El Norte” en Monterrey y a varios comunicadores. La censura, ese monstruo de mil cabezas que nunca aparece bajo su verdadera apariencia, se pasea por algunas redacciones como la de MVS en torno al editorialista John Ackerman, quien decidió renunciar antes que someterse al silencio cómplice. La persecución solo acaba de empezar. Los sables intimidatorios que pretenden callar las voces criticas se mueven de manera sigilosa. El mutismo  de los compañeros beneficiados por el poder en turno es patético. Los amagos por esconder las corruptelas, los crímenes y delitos, van más allá de la vida de un periodista que en México no vale nada. Seguramente habrá muchos que sueñan con un país sin periodistas independientes; otros más respiraran aliviados con el exilio de los comunicadores critícos y el resto de los indecentes se alegrarán con la desaparición del periodismo investigativo, pero no se equivoquen, es imposible. Algunos hemos decidido seguir dando la batalla. Lydia Cacho volverá pronto. No está dispuesta a dejar su hogar, sus amores, ni sus amigos. Tampoco abandonará su país. Este es un compás para delinear sus condiciones de seguridad que le permitirán en un futuro seguir trabajando sus temas. A quienes sueñan con un México periodísticamente sometido al próximo poder político, les advierto, no alucinen. Jamás sucederá. Siempre habrá voces dispuestas a defender la verdad, a luchar por desvelar las zonas oscuras del poder, para exhibir la podredumbre de sus cloacas. Todo a su tiempo. Solo la mentira tiene prisa. Desde la libertad, los periodistas independientes estamos comprometidos únicamente con las fuentes, con los seres humanos que confían en uno para contar sus historias; no con los gobernantes, ni los políticos de ningún signo. Nos debemos a la búsqueda de la verdad, a la conquista del bien común y la justicia. Sentir el fétido aliento del mal sobre nuestras espaldas, solo nos da más alas para seguir volando. A los agoreros del mal; a quienes desde los gobiernos prefieren el silencio, les pido que no se entusiasmen demasiado y les recuerdo lo que dijo Bertolt Brecht: “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”. Así será.

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