miércoles, abril 28, 2010

Virginia González Melgarejo : Derechos humanos en México

Derechos humanos en México

Virginia González Melgarejo


En la Cámara alta recientemente se discutió la posibilidad de enviar un exhorto al presidente Raúl Castro para pedirle iniciar un dialogo con disidentes políticos y liberar a todos los presos de conciencia encarcelados en la isla, por un solo voto de diferencia la posibilidad de llamar la atención al gobierno cubano no prosperó.

Ciertamente se rompe el principio de no intervención acreditado en la Doctrina Estrada, y por el cual el nuestro país es ampliamente reconocido, pero además siendo autocríticos hubiera valido la pena que se revisara el estado de los derechos humanos en territorio nacional, y si se habla de presos de conciencia aun más, pues como dice el refrán popular “miran la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio”


Efectivamente para los señores senadores debería ser una prioridad y motivo de preocupación el desproporcionado aumento a las denuncias documentadas sobre violaciones a los derechos humanos que se han presentado en este triste sexenio, cuando se habla de presos de conciencia, el gobierno mexicano lo niega, y mire usted le daré sólo algunos ejemplos, Ignacio del Valle, hombre honesto, campesino, carnicero y padre de familia, condenado a 112 años y medio de prisión por defender las tierras de su pueblo de unos cuantos que las codiciaban para hacer negocio con ellas. Casos como éste, lamentablemente, hay muchos, por ejemplo están los indígenas ecologistas de Guerrero, Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, o la bárbara sentencia contra las indígenas Teresa González Cornelio y Alberta Alcántara Juan, que llevan más de tres años en prisión en San José el Alto Querétaro, y condenadas a 23 años de prisión –la PGR había pedido para estas “peligrosas” mujeres 43 años de castigo– por “secuestrar” a seis agentes armados de la entonces AFI. Alberta y Teresa han sido declaradas presas de conciencia por Amnistía Internacional, que son aquellas personas encarceladas a causa de sus ideas políticas, creencias religiosas, origen étnico, sexo, idioma, situación económica, nacimiento u otras circunstancias, y que no han recurrido a la violencia ni escudado en ella y sólo han tenido el valor de defender lo que considera suyo y oponerse a las ideas del grupo en el poder. Igual que ellas, muchas otras personas que, valientes, resisten al poder, están sendo acosadas e intimidadas y, en los últimos años, han aumentado la persecución contra los periodistas y defensores de los derechos humanos en nuestro país.

Si el gobierno de México se quiere erigir como defensor internacional de los derechos humanos debería empezar, como todo buen juez, por cuidar su casa que se derrumba.

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