viernes, abril 16, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Llegó la hora de abandonar el barco

Apuntes

Llegó la hora de abandonar el barco
Por Guillermo Fabela Quiñones


Los hechos cotidianos patentizan el fracaso de un “gobierno” que asumió su responsabilidad sin contar con una estrategia básica, únicamente con un objetivo muy simple pero al mismo tiempo de graves consecuencias para el país: servirse del poder para apuntalar intereses minoritarios. Pero también demuestran la crisis profunda de un sistema político en total decadencia, por años de abusos, simulación y demagogia, además de la corrupción sistémica que ha sido su principal fuerza impulsora.

Esto justifica plenamente que la ciudadanía no tenga un gramo de confianza en la clase política, perdida como está en un laberinto de profundo descrédito. Esto quedó en evidencia durante la comparecencia del titular de la Secretaría de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, a quien ahora diputados del PRI cuestionaron severamente, mientras que gracias a su apoyo, cuantas veces lo ha requerido, ha sido posible que el “gobierno” de Felipe Calderón lleve a cabo una política económica antidemocrática y más neoliberal que la de sus antecesores.
Si criticable es la terquedad de Calderón en seguir una ruta económica que nos lleva a la bancarrota como sociedad, también lo es la de sus aliados priístas por su hipocresía e inconsistencia. Ahora que están viendo las terribles consecuencias de la desfachatez del panista, pretenden hacer creer a la opinión pública que desaprueban acciones en materia económica, abiertamente impopulares, como los incrementos a las gasolinas y el diesel.
La verdad de las cosas es que sin el apoyo de los legisladores del PRI, el “gobierno” de Calderón estaría liquidado, debido a su desmedida corrupción, a su proclividad a favorecer intereses espurios, a su terquedad en no atacar las causas que apuntalan la inseguridad pública y la violencia que prevalecen en México. Sin el apoyo del partido tricolor, a estas alturas del sexenio Calderón habría tenido que renunciar a seguir en Los Pinos o renunciar a sus políticas fundamentales, profundamente reaccionarias.
Como el PRI lo ha seguido apoyando cuando así ha convenido, Cordero puede darse el lujo de afirmar, con un cinismo increíble, que actualmente existe “la mitad de los mexicanos pobres que había a la mitad de la década de los noventa”. Tal vez creyó que los priístas se iban a sumar al coro de aduladores del PAN, y que podría mentir a la nación sin tapujos, como si estuviera dirigiéndose a retrasados mentales, como seguramente debe considerar a los más de cincuenta millones de pobres que hay actualmente en México, de acuerdo con cifras oficiales y de organismos internacionales como la CEPAL.
Sin embargo, como el barco blanquiazul comienza a irse a pique en aguas turbulentas, los diputados del tricolor buscan ya la manera de no ser arrastrados en ese inevitable hundimiento. De ahí sus críticas a Cordero, incluso más virulentas que las de sus correligionarios de izquierda, con la excepción de Mario Di Constanzo, diputado del PT siempre congruente y que habla con “los pelos de la burra en la mano”.
Como ya es indefendible el “gobierno” de Calderón, los legisladores del PRI buscan la manera de deslindarse de una debacle anunciada. Ahora los miembros del grupo conocido como “Los Chuchos”, en el ala de la izquierda acomodaticia, también están viendo que su estrategia oportunista y convenenciera, es ya un estorbo muy pesado, por lo que en adelante no es de dudarse que arrecien sus críticas contra un régimen espurio, que asaltó el poder para complacer a una oligarquía desnacionalizada y sumamente voraz.
La dramática experiencia dejada por este “gobierno”, que agravó la de su antecesor y correligionario panista, debe ser aprovechada para no incurrir en los mismos errores de hace cuatro años. Es preciso tener una visión menos corta para tomar decisiones más acertadas. La izquierda estará sin rumbo ni destino, en la medida que sus integrantes pierdan de vista lo esencial: alcanzar el poder. Pero hacerlo con una visión de largo plazo, con un proyecto de nación visionario que permita instalar un régimen acorde con los grandes intereses del Estado y con metas progresistas que contribuyan a superar los graves problemas que dejará de herencia un régimen al servicio de una oligarquía profundamente reaccionaria. No hay duda que debe ser muy redituable acomodarse a los designios del grupo en el poder, pero a la larga tal modo de actuar deja de tener validez, pues quien ahora puede pedir millones por su “apoyo”, tiempo después no vale ni cinco pesos por el descrédito acumulado.

(gmofavela@hotmail.com)

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