viernes, junio 08, 2012

La quema de libros a 451 grados, más viva que nunca



La quema de libros a 451 grados, más viva que nunca
María Teresa Jardí

La chiquillada política creada a modo de la corrupción que impera en la clase política es la encargada de denunciar “el peligro” que entraña el que los estudiantes se radicalicen. Qué vergüenza da hoy en México la clase política. Salta a la vista que lo único que hacen los estudiantes agrupados en el Movimiento Yo soy # 132 es la tarea que renunciamos a hacer los mayores y que en particular se negaron a hacer lo partidos políticos. Partidos que a final de cuentas son los que deben hacer esa tarea. Pero los que tan ocupados han estado gozando de lo que la corrupción les deja —a sus jerarcas, representantes y achichincles— que hasta han renunciado a la ideología.
Y ahora que se ven y se saben rebasados por los jóvenes que se dan cuenta de que la corrupción para ellos significa la ejecución del futuro, que en el horizonte para ellos debería mostrarse pleno de realizaciones, pero en que el hoy sólo alcanzan a ver como un gran e interminable río lleno de la sangre de los jóvenes condenados, sí, también por ser jóvenes y peor aún los que además son pobres, los jerarcas de los partidos se asustan.
Lo dicho a la representante de la Gordillo, usada por ésta como candidata del partido de la “Maestra”, lo dicho por los jóvenes con relación a que no tiene autoridad moral quien representa el partido de esa mujer siniestra, es lo que sabemos también los mayores. 


Y tendrían que aplaudir, incluso los exhibidos, por esa juventud que por fin despierta de su largo letargo iniciado con la represión al Movimiento Estudiantil de 1968. Los candidatos, incluso cuestionados por su capacidad para decir lo que ellos callan porque eso es lo que conviene al sistema asesino que quieren los yanquis que aquí siga aplicándose, deberían felicitarlos. México se encuentra convertido en laboratorio de los yanquis para dar el salto, el imperio, a cancelar la libertad de todos los pueblos latinoamericanos hermanos del nuestro.
El imperio está quebrado y necesita dinero y el dinero lo proporcionan las guerras y no la toma de decisiones correctas, a pesar de que Estados Unidos ya se enfrenta con caníbales seriales que exhiben el daño que las drogas de confección producen. Pero las que dejan dólares a raudales y por eso las otras se mantienen como mercancías clandestinas cuando el dinero a la educación y a la prevención es lo que tendría que estar destinándose allá, aquí, en el mundo...
La farsa debe continuar y los pirados que regresan de Irak y de Afganistán necesitan drogarse, como lo van a necesitar los que regresen de México y de Guatemala, de Colombia y de Honduras y así bajando hasta que nada quede de nuestra América.
Los jóvenes no se van a dejar amilanar por los que los llaman radicales, que, sí, que deben ser. Dejarían de ser jóvenes si no lo fueran. Los rebeldes han encabezado los avances de la humanidad en materia de derechos humanos. Y por eso héroes son los que quemaron la Bastilla. Y los que desde la resistencia en Francia pusieron bombas en contra de los invasores fascistas.
La quema de libros a 451 grados, por parte del Gran Hermano, más viva que nunca, hoy que muere el genial Ray Bradbury, quien, como Verne, supo ver el futuro que venía y alertar en sus más que fantasiosos, premonitorios libros, con los que nos formamos muchos que dejamos la tarea a medias. Y qué bueno que llegó, por fin, el relevo. Ojalá y no se dejen presionar los jóvenes por los enemigos de siempre: los que quieren fingir que cambian, para que no cambie nada.
El neoliberalismo, como hijo imbécil del capitalismo exportado por los yanquis al resto del mundo, no sirve, no es la respuesta, es el enemigo a combatir si se aspira a que la humanidad prevalezca en la Tierra. En apagar los televisores está el inicio de la posibilidad de futuro y no en tener dos o más canales o incluso dos cadenas de telebasura a modo al servicio de los que imponen un sistema en el que no tienen cabida millones de personas.

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