De nuevo la guerra sucia
Arnaldo Córdova
Si tomamos como parámetro lo que en México se
ha dado en llamar guerra sucia, fácilmente se puede ver que todas las
luchas políticas en la historia moderna del mundo tienen siempre algo de o caen
inevitablemente en laguerra sucia. El problema es acabar de definir lo que
ese concepto significa entre nosotros.
De modo aproximado no hay problema para
identificarla: es cuando se emplean malas artes para derrotar a un contrario,
como, por ejemplo, la mentira, la calumnia, la falsificación de dichos y hechos
del adversario, no importa que sean en privado o en público, complotar a grupos
y fuerzas para acorralarlo, usar de dineros mal habidos, de origen privado o
estatal y, desde luego, el mismo erario para nulificarlo en su eficacia
propagandística o de convencimiento.
Si se le llama sucia, aunque casi nunca
se diga, es porque es ilegal, porque va en contra de lo establecido en las
leyes o también porque se retuerce el sentido de las leyes para acosar al
adversario. Esto es, en todos los casos, lo más difícil de esclarecer y aun de exponer
en defensa del agredido. En muchos casos, por no decir en todos, las
definiciones de la ley son genéricas y sumamente vagas, de tal modo que resulta
imposible dilucidar qué son exactamente los extremos entre los cuales se sitúa
su significado.
Todo mundo pudo ver la insania que encerraba
la acción coordinada de Fox, siendo presidente, con la Suprema Corte de
Justicia para desaforar a Andrés Manuel López Obrador, siendo éste jefe de
Gobierno del Distrito Federal. Pasando sobre la ley y los reglamentos, se
consumó la acusación judicial y el consecuente desafuero del Legislativo. No
hubo modo de oponer una defensa judicial adecuada y fundada en hechos y, al
final, tampoco la fuerza política suficiente en el Congreso para evitar el
desaguisado.
Cuando se usa información llamada ad
hominem, que tiene que ver, por ejemplo, con actos privados del oponente,
con hechos escandalosos, como alguna infidelidad conyugal, una parranda
privada, una pelea y cosas por el estilo, la ley o es omisa en su utilización política
o, de plano, la permite. En Estados Unidos todos esos hechos causan la derrota
anticipada o la dimisión de cualquier candidato. Ser un delincuente fiscal,
como fue el cavaliere Berlusconi en Italia, ser enjuiciado por ello o
estar sujeto a investigación, no implica la anulación política del individuo.
La ley no es garantía contra ataques de ese
tipo. Si a ello agregamos una autoridad electoral omisa o mezquina en su
actuación controladora de las rispideces de la lucha política, tenemos los
ingredientes básicos para que la suciedad, si es que nos ponemos de acuerdo en
lo que es, agobie a los acusados o sospechosos de actos escandalosos. El uso
del dinero, por ejemplo, entre nosotros, es algo fuera de control, por más
denuncias que se hacen al respecto. Todo mundo puede ver el dispendio de verdad
apabullante del candidato presidencial priísta, no sólo en los medios de
difusión gráfica que inundan el país, sino y sobre todo, en los medios de
comunicación masiva. Y nadie puede hacer nada.
Hace unos días trascendió que el PRI y el PAN
preparaban una serie de espots en los cuáles se vuelve a enfocar las baterías
propagandísticas en contra del candidato de la izquierda, López Obrador. En
algún momento él explicó que la lucha armada tenía su razón de ser en las
terribles injusticias que padecían diversos sectores de la población. Ahora se
le hará decir que la lucha armada es el conducto para llegar al poder. Desde
luego que contra esos infundios no cabe más recurso que la aclaración puntual y
masiva de lo que realmente se dijo.
Se ha propuesto realizar una exposición gráfica
y de otro tipo en la que se van a resumir los años de gobierno perredista de la
capital en la que se documentaránpormenorizadamente todos los crímenes que
no se han podido combatir desde el gobierno o que se han dejado impunes.
También aquí lo único que queda es aclarar debidamente todo al respecto.
Se vuelve a la historia de las ligas de
Bejarano, no obstante que López Obrador, en el primer debate de los
presidenciables, hizo notar que Gustavo Ponce está en la cárcel por su delito y
que el primero también estuvo en chirona, aunque luego haya sido absuelto de
toda culpa. No se ve, en cambio, que gobernadores ladrones y delincuentes hayan
sido sometidos a juicio o que los parientes de Fox y su esposa fuesen siquiera
indagados.
Pero la guerra sucia no sólo tiene
que ver con claras infracciones a la ley sino, además, con actos perfectamente
legales. Hace unos días Fox dejó helados a los panistas con sus obscenas
declaraciones de apoyo a la candidatura de Peña Nieto. La lógica del ex
presidente no es la suya propia, pues carece en lo personal de ella. Es la de
los grupos reaccionarios y derechistas que lo arropan y lo protegen. El hecho
de que López Obrador esté repuntando en las preferencias electorales los puso
al borde de la histeria.
Que dos organizaciones políticas,
perfectamente definidas y diferenciadas en sus documentos básicos y en su
institucionalidad política, como lo son el PRI y el PAN, se pongan de acuerdo
para derrotar al tercero en discordia y unifiquen sus esfuerzos como lo propone
Fox, sería perfectamente legal. Los que tendrán que tragar mierda son los
militantes que han creído hasta ahora que sus respectivos partidos eran la
encarnación de sus aspiraciones e ideales.
Otras formas de guerra sucia, ateniéndonos
como lo dije antes a lo que por ella entendemos en México, se han estado dando
en abundancia y se seguirán dando. Nos basta abrir los periódicos o encender la
radio y la televisión para ver declaraciones de mala leche que se filtran en la
conciencia popular y hacen su efecto. Cordero, derrotado por Josefina Vázquez
Mota, ha declarado que López Obrador tiene la culpa de la devaluación monetaria
en curso. Y acaba de decir también que López Obrador es un peligro para las
familias mexicanas.
En la entrevista que se le hizo en el
programa Tercer Grado de Televisa, el pasado miércoles, Carlos Loret de Mola
dijo a López Obrador que Bejarano y los seguidores de éste en el PRD operaban
para él. El candidato le dijo que era un mentiroso y que si tenía pruebas las
exhibiera. Le aclaró que llevaba siete años sin el menor contacto con el
aludido y que él sí le podía presentar pruebas al respecto.
Josefina Vázquez Mota justificó sus
promocionales contra López Obrador diciendo que eran sólo información. Al
tabasqueño se le enjuiciará en su gobierno del Distrito Federal, por supuestos
dineros mal habidos para sus actividades y, no podía faltar, su falta de
compromiso con el tema del aborto. En el citado programa, López Obrador dijo
que él estaba a favor de lo que las mujeres decidieran y que era algo que ellas
mismas debían determinar.
En qué acabará esta guerra sucia es
algo que se decidirá en las urnas. Los ciudadanos decidirán. Y como esta guerra
ahora está enderezada en contra de su candidato, son los lópezobradoristas a
los que tocará aclarar y exponer todas las inmundicias que se le echen encima.
Para Arturo Azuela, con la nostalgia de la
amistad eterna
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