martes, junio 19, 2012

Alejandro Encinas Rodríguez : El arte de medrar



El arte de medrar
Alejandro Encinas Rodríguez 

La campaña electoral ha entrado en su recta final. A 10 días de que ésta concluya, se han intensificado los vicios, las viejas prácticas y la guerra sucia, con las que nuevamente se pretende frenar el avance de Andrés Manuel López Obrador, tras el vuelco que las tendencias electorales han dado en favor de las izquierdas.
Se busca contener a las fuerzas progresistas con la más alta de las cuotas autoritarias para ejercer su derecho a conducir los destinos del país, bajo la lógica, como me comentó hace tiempo el candidato del PRI, de que “el arte de la política es saber conservar el poder”.
Los regímenes autoritarios alientan la apropiación de los métodos de coerción y reproducción del sistema. Como señalara Maurice Joly en “El arte de medrar” escrito en Francia en 1867, gobernar se trata: “No tanto violentar a los hombres como de desarmarlos, menos de combatir sus pasiones políticas que de borrarlas, menos de combatir sus instintos que de burlarlos, no simplemente de proscribir sus ideas sino de trastocarlas, apropiándose de ellas”. 

 Para Joly: “La vida es una partida en extremo difícil de jugar en la que interviene mucho el azar”, aunque se puede revertir con ambición, simulación, padrinazgo o la intriga, lo que se resume en la premisa: “los derechos no existen en realidad; sino para quién pueda ejercerlos”.
Ese es el rasgo que define la crisis institucional y el agotamiento del régimen político del país. La incapacidad de desarrollo individual y la subordinación de un amplio sector de la sociedad mexicana que no goza de solvencia económica y autonomía política para ejercer libremente sus derechos en una sociedad precarizada, dominada bajo la tutela corporativa clientelar gubernamental, la cooptación y la amenaza que coartan la iniciativa de los ciudadanos y frenan la tendencia de cambio en una sociedad que es cada vez más crítica.
Bajo estos mecanismos de control se diluyen el hartazgo y la frustración social ante un sistema caduco, y permiten a una minoría imponerse frente una mayoría manipulada por sus carencias, frente a las cuales las instituciones electorales aparecen incapaces para evitar la extorsión y la compra de votos y, garantizar equidad y certeza en las elecciones frente al creciente peso del dinero y la manipulación de la pobreza.
El proyecto político que representa Enrique Peña Nieto, se empeña en profundizar el régimen de desigualdades sociales y dar continuidad de las políticas neoliberales que han permitido la precarización y manipulación política, insistiendo en mostrar —con una retórica frívola y contradictoria— su incongruencia, en que por una parte, plantea promover las reformas estructurales en materia laboral y energética, y por otro crear un sistema universal de seguridad social o reducir tarifas eléctricas.
La desmesura electoral, la red de complicidades amparadas en el poder público y privado para operar recursos a favor de un candidato, la intimidación y la violencia sin ninguna sanción, no deben imponerse a la voluntad popular.
Pese a todo, es alentador la creciente organización de ciudadanos que no están dispuestos a continuar cediendo su poder a los grupos de interés que dominan al país y hacen lo posible para preservar sus privilegios, porque cuando el pueblo se decide a impulsar un cambio verdadero no hay poder ni voluntad humanos que puedan detenerlo. 

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