El despertar
PRI, cambio imposible; muerte improbable
José Agustín Ortiz Pinchetti
En 2000, cuando Vicente Fox, opositor democrático, “sacó al PRI de Los Pinos”, supusimos que el tricolor tendría que transformarse o desaparecer. Pero Fox le garantizó la impunidad y siguió con sus mismas corruptelas y abusos. Ahora, apoyado en forma cada vez más cínica por Felipe Calderón, se prepara para “regresar a Los Pinos”, pero no para cambiar el rumbo, sino para compartir con su viejo enemigo, el PAN, los negocios y apoyos que le proporciona el patronazgo de la oligarquía.
Si usted lo duda, vea cómo el PRI ha defendido heroicamente los privilegios de los grandes emporios. Cómo ha volteado la espalda al sindicalismo combativo. Cómo protege las ventajas de los grupos fácticos y de sus 470 empresas, que a pesar de generar la mitad del producto interno sólo pagan 1.7 por ciento de impuestos. Ahora resulta que la “liberal” Beatriz Paredes, quien busca la alianza con la retrógrada Iglesia católica, impulsa la campaña contra la despenalización del aborto. El PRI está confiado en lo más negro y reaccionario de la sociedad política. Así, su precandidato más fuerte, Enrique Peña Nieto, se protege bajo el manto de Carlos Salinas, quien representa justamente el amarre entre los grupos de interés y la clase política. El PAN está optando por convertirse en aliado permanente del PRI con la esperanza de crear una especie de bipolaridad que les permita repartirse el poder y los negocios.
Para que esto pueda funcionar tendrán que cumplir un trámite: desmontar el único polo opositor que incluye el movimiento que encabeza AMLO y la unificación todavía precaria, pero ya clara, de los partidos de izquierda. Si esta resistencia no existiera o fracasara, el país tendería no a su recuperación, sino a acelerar su decadencia y renunciaría al futuro para regresar a un pasado que imaginábamos superado para siempre.
jaorpin@yahoo.com.mx
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